Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 102
SEÑOR, ¡oye mi oración!
¡Escucha mi ruego! Escuchará las oraciones de los desposeídos; no
rechazará sus ruegos. (Salmo 102:1,17 NTV)
Hoy haré a la oración mi compañera de viaje, porque:
¿Cuál ser humano en un momento de desastre y de angustia no ha invocado al
Señor? ¿Quién de nosotros no ha clamado a Dios cuando se ha visto frente a un
peligro, la muerte, o un misterio sin solución aparente? ¿Acaso, Dios ha puesto
eternidad en el corazón del ser humano y por eso instintivamente, mira hacia
arriba, cuando aquí abajo no hay respuestas? ¿No es nuestro clamor el grito del
alma y del espíritu, una muestra de que hemos nacido para Dios y no podemos
descansar en otro que no sea Él? ¿Es la oración un diálogo entre dos personas que
se aman mutuamente o un monólogo sin sentido? ¿Cuál otro desafío del Eterno es
comparable a éste?: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas
grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3 RV60). ¿Estará la línea
directa del celular de Dios disponible para mí hoy? Sí, ciertamente, ¡Dios es
inmutable y está atento a nuestro clamor! Porque nos ama, como dice uno de los
versículos de hoy: “Escuchará las oraciones de los desposeídos; no rechazará sus
ruegos”.
Hoy haré a la oración mi compañera de viaje porque por ella expresaré mi
amor a Dios en cualquier circunstancia; no tengo
que esperar por peores tiempos para orar, porque los tiempos se hacen peores
sin orar; pero, ¿cómo orar? Comenzaré mis oraciones con la alabanza como un
acto de adoración a la Divinidad: “El que sacrifica alabanza me honrará” (Salmo
50:23 RV60); inmediatamente, confesaré a Dios mis pecados y haré que los deseos
de este mundo estén sujetos al poder del Espíritu Santo, que vive en mí; a
continuación me apropiaré de las verdades y promesas que la Biblia tiene para
mí, porque:“Así que la fe es por el oír, y el oír es por la Palabra de Dios”
(Romanos 10:17 RV60); oraré basando mi peticiones en la Biblia, y no solamente
en mis palabras y sentimientos; en mi oración, tendré un tiempo de intercesión
por otros, en realidad, como cristianos nacidos de nuevo, nuestro propósito es
glorificar a Dios y alcanzar a los que todavía no han oído su Mensaje; el
momento de la oración para suplicarle a Dios cosas, específicamente personales,
es la petición; la acción de gracias es el momento de la oración en que le
expresamos a Dios, nuestra gratitud por lo que Él ha hecho, tanto en los demás
como en mi propia experiencia personal; y concluyo la oración como la empecé
con la alabanza, donde adoro a Dios por lo que Él es. Como lo expresa el cierre
de el Padrenuestro: “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por
todos los siglos. Amén” (Mateo 6:13b).
Hoy haré de la oración mi compañera de viaje porque algún día, me despediré
de ella, antes de entrar al cielo; ya que el cielo no precisa de
oración, allí veremos a Dios cara a cara, como bien lo dice el antiguo
himno “Dulce oración”:
Dulce oración, dulce oración,
que aliento y gozo al alma das,
en esta tierra de aflicción
consuelo siempre me serás.
Hasta el momento en que veré
las puertas francas de Sión.
Entonces me despediré
Feliz de ti, dulce oración.
(El nuevo himnario popular #138)
Oración:
Amado Padre Celestial:
Señor, ya tu amor probaste al
amarme y perdonar mis pecados y recibirme en tu redil. Sé cuan frágil soy, y
necesito la oración como mi compañera de viaje para disfrutar de tu compañía y
andar por fe. Ayúdame a mantener tu comunión y relación contigo, ahora y
siempre, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla
de hoy:
La oración, como modo de vida, me
permite vivir al estilo de Dios.
Interacción:
¿Qué
me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe
una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe
una lección por aprender?
¿Existe
una bendición para disfrutar?
¿Existe
un mandamiento por obedecer?
¿Existe
un pecado por evitar?
¿Existe
un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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