Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 40
Dichoso el que pone su confianza en el Señor
y no recurre a los idólatras ni a los que adoran dioses falsos. Salmo 40:4 (NVI)
y no recurre a los idólatras ni a los que adoran dioses falsos. Salmo 40:4 (NVI)
Un joven poeta
llegó a la casa de Stéphan Mallarmé (1842-1898) para consultarle su opinión
sobre un poema que se proponía escribir sobre Dios. “¡Hermoso asunto!”, opinó
Mallarmé. “¿Verdad, maestro?, pero usted, ¡casi no me atrevo a preguntárselo!,
¿usted, cómo lo ve, cómo lo concibe?”, tomó Mallarmé una hoja de papel en
blanco, y en medio de él, con aquella caligrafía segura y elegante que poseía,
escribió: “Dios”. Después, dejó la pluma y permaneció en silencio. “¿Y qué,
maestro?”, interrogó, al cabo de un instante, el joven poeta. “¿Y qué?, pues
nada más. No cabe agregar nada a esa palabra”. Las consideraciones más variadas
y profundas, las disertaciones más sutiles, y el poema más grandioso que
pudiera concebirse, dirían menos que esas cuatro letras: cuando se escribe Dios
se ha dicho todo y se ha escrito todo. Por esa razón, aunque algunos digan que
se puede triunfar en la vida sin Dios, yo confío en Él.
Aunque algunos me
digan que confiar en Dios y depender de Él es signo de debilidad, yo confío en
Dios.
Aunque mis amigos
me desamparen y me dejen abandonado en el camino a mi propia suerte, yo confío
en Dios.
Aunque ruja la
tempestad y los fuertes oleajes me amenacen y el peligro me rodee en medio de
la oscura noche, yo confío en Dios.
Aunque mi cama esté
llena de dolor, y las lágrimas hayan mojado mi almohada, yo confío en Dios.
Aunque la miseria
haya tocado la puerta de mi vida y no tenga el pan de hoy, yo confío en Dios.
Aunque mi
esperanza se esfume y mis ilusiones no sean satisfechas, yo confío en Dios.
Aunque mis planes
fracasen y se trunquen todos mis propósitos, yo confío en Dios.
Aunque vea el
triunfo de los malos y el aparente fracaso de los buenos, yo confío en Dios.
Aunque los impíos
se enseñoreen y los piadosos sean menospreciados, yo confío en Dios.
Aunque la
enfermedad me abata y el duro proceso de salir de este mundo me sea doloroso,
yo confío en Dios.
Aunque mi enemigo,
la muerte, me cerque y tenga fuerzas solamente para decir una frase, diré: ¡Yo
confío en Dios!
Mi admirado poeta
mexicano Amado Nervo (1870-1919) escribió varias poesías religiosa, entre
ellas: “Tú”. Allí declara su amor incondicional hacia Dios porque en realidad,
con un poema se puede decir mucho sobre confiar en Dios a pesar de todo.
TÚ
Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en
la inmensa
hondura del vacío y en la hondura
interior.
Tú en la aurora que canta y en la noche
que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los
cardos sin flor.
Tú en el cénit a un tiempo y en el nadir;
Tú en todas las transfiguraciones y en
todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre, Tú en la noche
de bodas;
¡Tú en el beso primero, Tú en el beso
postrero!
Tú en los ojos azules y en los ojos
oscuros;
Tú en la frivolidad quinceañera y también
en las grandes ternezas de los años
maduros;
Tú en la más negra sima, Tú en el más
alto edén.
Si la ciencia engreída no te ve, yo te
veo;
si sus labios te niegan, yo te
proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita:
"Yo creo"
¡y con cada fe muerta,
se agiganta mi fe!
Oración:
Padre y Dios
nuestro:
Hoy te siento en
mi espíritu de una manera especial. Mi fe en Ti es inquebrantable. Que yo pueda
decir como el poeta: “Con toda fe muerta, se agigante tu fe”. Siento un deleite
especial al saber que vas conmigo y en mí. Hoy quiero ser un instrumento en tus
manos, un vehículo para hacer en bien que Tú quieres que haga. Que mis manos
sean tus manos para dar el pan al que lo necesite. Que mis labios sean tus
labios para decir la palabra que edifique, que levante y que sane. Que mis ojos
sean tus ojos, cuando explore las peligrosas rutas del camino. Que mi mente sea
tu mente para pensar lo bueno, lo grande y lo noble. En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla de hoy:
Los ojos del SEÑOR
están sobre los que esperan y confían en Él.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio
de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual
pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento a
obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento
para llevarlo conmigo?