viernes, 30 de mayo de 2014

¡Hoy mi alma te alaba SEÑOR!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 103:1-5
Te alabaré, SEÑOR, con todo mi corazón; contaré de las cosas maravillosas que has hecho. Gracias a ti, estaré lleno de alegría; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. Salmo 9:1,2 (NTV)

Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque eres mi Padre santo y fiel, así me lo enseñó tu amado Hijo JESÚS: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). Soy tu hijo porque desde antes de la fundación del mundo, me escogiste con un propósito eterno y cuento con tu bendición en “los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3,4); me abriste la puerta de tu casa y me hiciste miembro de tu familia: “Yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa” (Salmo 5:7); ¿qué ha hecho posible tanta bendición y privilegio? No son las virtudes humanas que yo pueda poseer; no han sido tampoco mis buenas acciones que pueda haber hecho; lo que ha abierto la puerta de tu casa para mí ha sido tu misericordia, tu fidelidad, tu gracia y tu amor.
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque tu fidelidad y no la mía, hace que tu misericordia no tenga ni una sombra de duda. Sabes quién soy, de dónde vine y adónde voy, porque soy creación tuya: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien” (Salmo 139:13,14; RV60). Yo nací, desperté y allí estabas tú sonriéndome, porque al fin yo había llegado. ¡Ese eres tú, mi amado SEÑOR! Ningún ser humano es un accidente. Tu amor por el ser humano es firme y duradero: “En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados” (1 Juan 4:10; NTV).
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque tu compasión y bondad nunca fallan y eres inmutable. No cambias nunca. Eres el mismo ayer, hoy y por los siglos de los siglos. Tu amor es firme y continuo y no se ve afectado por mis emociones. Ese amor es la expresión firme de quien eres: “Dios es amor” (1 Juan 4:8; RV60); el amor tuyo hacia mí, no es fruto de un premio a mi buena conducta. Tu amor SEÑOR es sencillamente maravilloso; es lamentable que yo haya sido tan lento para responder a tu gran amor; y más maravillado estoy porque sé que nunca voltearás tu rostro para no verme, porque me amas y más que yo a ti; nunca me podré esconder de tu amor: “Oh SEÑOR, has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir,  incluso, antes de que lo diga, SEÑOR. Vas delante y detrás de mí.  Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí, ¡es tan elevado que no puedo entenderlo!” (Salmo 139:1-6; NTV).
Hoy mi alma te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios y de las estaciones del año, y aunque yo mude y cambie mis vestiduras, Tú permaneces fiel. Sin embargo, tú quieres que yo ame como tú amas, que perdone a mis enemigos como tú lo haces, que sea santo como tú eres, que sea un ser humano de paz de la que tú das. ¿Oh SEÑOR, cómo puedo lograr todo ello para tu honra y gloria? Ese amor tuyo puede hacerse realidad en mí, únicamente a través de JESÚS. Ese fue el amor que lo trajo del cielo a la tierra; ese amor lo llevó a la cruz en mi lugar (Juan 3:16).
Hoy mi alma te alaba SEÑOR porque sé que las puertas del cielo están abiertas. Tú me invita a acercarme y a ser parte de tu familia: “Así que ahora ustedes, los gentiles, ya no son unos desconocidos ni extranjeros. Son ciudadanos junto con todo el pueblo santo de Dios. Son miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19; NTV). JESÚS mismo me lo repite continuamente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20; RV60). ¡Dios no cambia y es fiel y su invitación es para una acción inmediata! Dejémosle entrar con humildad y arrepentimiento por nuestros pecados a nuestro corazón; haz una sincera oración con tus propias palabras, y en su misericordia y fidelidad, JESÚS te oirá. Él ya pagó el precio para hacerte miembro de su Familia. Los brazos de Dios te esperan.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy mi alma te alaba SEÑOR y reconozco que a pesar de los cambios y de las estaciones del año, aunque yo mude y cambie mis vestiduras. Tú permaneces fiel. Ayúdame a proclamar tu amor, tu fe, y tu esperanza en medio de un mundo en crisis. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La alabanza a Dios por lo que Él es, es el certro de toda verdadera adoración.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



viernes, 23 de mayo de 2014

¿Dónde está Dios?

Francisco Aular
Lectura devocional: Romanos 8:18-26        
Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. Romanos 8:21,22 (RV60)

Rayma es la caricaturista del periódico más antiguo de Venezuela, “El Universal”, perspicaz como es, en uno de sus dibujos plasmó la realidad de nuestro planeta tierra; por los cuatro costados del globo terráqueo ella escribió: “Caos”. Hace dos mil años, el apóstol Pablo presentó algo similar, desde otra perspectiva. Él habló del sufrimiento causado por la corrupción del ser humano, iniciado cuando en el Paraíso, nuestros primeros padres, Adán y Eva, le dieron la espalda a Dios, escogieron ser “soberanos de su propio destino”, y a partir de allí, rápidamente, al surgir las nuevas generaciones, los seres humanos como caballos indomables se lanzaron en un relincho sin fin hasta el presente. ¿Hace falta que yo describa aquí lo que usted mismo puede ver y tal vez, sufrir? Sin embargo, hay esperanza, porque así como el ser humano debe tener un nuevo nacimiento para entrar de nuevo al Paraíso perdido en su relación con Dios, también la tierra nacerá de nuevo: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1 RV60). Sí, sobre las cenizas de este mundo en caos, Dios hará todo de nuevo. Pero antes de que ocurran esas cosas, ¡JESÚS volverá a la tierra en compañía de Su Iglesia para gobernar este mundo! Vendrá el reinado de JESÚS, el Cordero de Dios, y será un tiempo de paz como Dios siempre ha querido en este mundo caído. Entonces, veremos el cumplimiento de las palabras del profeta Isaías: “Él juzgará entre las naciones y será árbitro de muchos pueblos. Convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No levantará espada nación contra nación,  y nunca más se adiestrarán para la guerra” (Isaías 2:4 NVI). ¡El caos, como lo ve Rayma, en el cual está envuelto el mundo será por fin aniquilado!: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios…”. (Romanos 8:21)
¿Dónde está Dios? Aquella mañana del 11 de septiembre del 2001 Mary -mi esposa- y yo, íbamos por la carretera 28, hacia Manassas, Virginia en donde comenzaríamos una nueva iglesia. Por encima de nosotros pasó el avión que luego se estrellaría en el Pentágono. Precisamente, estábamos escuchando la radio informar sobre los dos aviones que se habían estrellado contra las Torres de Nueva York. “Esto no es casualidad”, recuerdo que le dije. Nos dimos cuenta que ¡Estados Unidos estaba siendo atacada por terroristas! Nos hicimos a un lado en la carretera y oramos. Lo demás es historia. Nunca el mundo volverá a tener seguridad. La verdad, sea dicha ¡estamos en manos de fanáticos religiosos que no se detendrán!
En aquellos días difíciles, era común que la gente me preguntara ¿Dónde está Dios que ha permitido esto? En un programa de televisión, le hicieron esa misma pregunta a la hija de Billy Graham, la destacada oradora y escritora Anne Graham Lotz, "¿cómo pudo Dios permitir que sucediera esto?", ella dio una respuesta sumamente profunda y llena de sabiduría: "Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno y que se salga de nuestras vidas. Y siendo el caballero que Él es, creo que se ha retirado tranquilamente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé Su bendición y su protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?".
¿Dónde está Dios en relación contigo, en tu vida o fuera de ella? (Apocalipsis 3:20). Invítalo a entrar en tu corazón y Él hará que tengas un verdadero propósito para vivir en esta tierra: servirle a Él como tu Señor y Salvador. Te invito a hacer la oración que está al pie, y por favor, escríbeme diciéndomelo para hacerte llegar un material bíblico para tu crecimiento en la vida cristiana. Entonces, podrás responder con certeza a la pregunta: ¿Dónde está Dios?
Oración:
Padre eterno:
Ahora entiendo que tú me amas y que desde antes de la creación del mundo, tú quisiste que yo fuera parte de tu familia. Señor, con humildad te pido que perdones mis pecados, me arrepiento, y te ruego que vengas a mi vida. Gracias JESÚS por salvarme y de ahora en adelante, tú eres mi Señor y Salvador. Amén.
Perla de hoy:
Frente al caos reinante, la paz de Dios en nosotros, pone el orden.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



jueves, 22 de mayo de 2014

¡Descubre el entusiasmo contagioso!

Francisco Aular                                            
Lectura devocional: Números 14:1-19
Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo! Números 14:9 (NVI)

El diccionario define el término entusiasmo como: “exaltación y emoción del ánimo, producidas por algo que se admira. Adhesión e interés que llevan a apoyar una causa o a trabajar en un empeño”. Etimológicamente, viene de una palabra griega compuesta que significa “en Dios”, es decir, dinamizado por Dios. En efecto, al caminar por los senderos de la Biblia nos encontramos a menudo con que el punto de partida para salir airosos en la labor que nos ha tocado hacer,  asciende o desciende según el estado de ánimo que tengamos. Sin embargo, no es pecado estar desanimados en un momento dado, el pecado está en dejarnos dominar por el desánimo. Grandes hombres de Dios pasaron por el desánimo, Job, Nehemías, Elías, Jeremías y para no ser tan extensos, Juan el Bautista y Pedro, pero todos ellos se libraron del desánimo. Al descubrir que Dios andaba con ellos y en ellos, ¡se levantaron y triunfaron!
El entusiasmo es la fuerza que nos pone en acción, el desánimo nos la quita. El salmista eleva su alma deprimida por la nostalgia de los éxitos pasados, el asecho de sus enemigos y los recuerdos de Jerusalén con su templo. Pareciera que el salmista ha tocado fondo y no le quedan esperanzas para salir adelante; pero nuestro Dios está allí en esos momentos, cuando, como seres humanos, conocemos y reconocemos nuestro desvalimiento, cuando no nos quedan asideros de donde agarrarnos, porque pareciera que todas las vigas de sustentamiento crujen y ceden ante nuestro peso; entonces ahí, Dios -que hasta ese momento ha estado acompañándonos sin que lo notemos-, se levanta en el camino como la única columna de seguridad del creyente, y al igual que ocurrió con el salmista, el creyente hace esta resolución: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra. Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna” (Salmo 73:25,26 NVI)
La tentación permanente del ser humano es la idolatría, es decir, poner cualquier cosa entre él y Dios: éxito, fuerza, poder, juventud, sexo, negocio, dinero, belleza, y el activismo político, deportivo o religioso; todo esto seduce al ser humano, y lo hace sucumbir y doblar sus rodillas ante esas cosas que lo mantienen ocupado y sin tiempo para Dios. Su alma pide eternidad, pero él intenta vanamente llenarla con lo temporal. Un día se da cuenta de que el gusano roe las entrañas de sus ídolos, que los sueños huyen, los muros se vienen abajo piedra por piedra, y es capaz de pensar la brevedad de su paso por este mundo; en esas condiciones el ser humano queda desnudo y desarmado ante la realidad, este puede ser el momento del desánimo pero, también, puede ser una manera que Dios encuentra para entrar en un corazón endurecido, entonces, descubre condiciones de adorar  a Dios de manera consistente y en verdad, como nunca antes lo hizo. Claro está, si asume la crisis como su única esperanza y pone su mirada en Dios: “Salvación mía y Dios mío”. De esta manera podemos también exclamar como David en frente de sus enemigos: “En Dios haremos proezas, Y él hollará a nuestros enemigos” (Salmo 108:13 RV60). ¡Nada ni nadie es capaz de detener a un ser humano “en Dios”, es decir: entusiasmado!
Josué y Caleb, estaban entre los hombres enviados por Moisés para investigar, la tierra a la cual Dios, los había enviado. Diez de aquellos hombres, dieron un informe negativo: “—No podremos combatir contra esa gente. ¡Son más fuertes que nosotros!” (Números 13:31, NVI). No conforme con esto, comenzaron a esparcir sus rumores entre el pueblo, el desánimo como ya lo sabemos es contagioso, y rápidamente, el pueblo se debilitó, perdió la esperanza y la fe. Sin embargo, tanto Josué como Caleb, permanecieron firmes: “Así que no se rebelen contra el Señor ni tengan miedo de la gente que habita en esa tierra. ¡Ya son pan comido! No tienen quién los proteja, porque el Señor está de parte nuestra. Así que, ¡no les tengan miedo!” (Números 14:9,NVI) ¡Dios premió a estos dos hombres valientes y entusiastas, que creyeron en las promesas de Dios! ¡Ellos fueron los únicos de aquella multitud que salió de Egipto que entraron a la tierra prometida!
Esta historia del pueblo de Israel, nos revela esta verdad, cuando nos damos cuenta que Dios es lo único que nos queda, y que con Él, es suficiente para el triunfo definitivo en esta vida; entonces podemos estimular a otros para que tengan esta misma actitud, porque hemos descubierto: el entusiasmo contagioso.
Oración:
Amado Padre y Dios:
¡Te alabo en esta hora por mi entusiasmo en Ti! Todo lo puedo por medio de Tu gracia y misericordia. Hoy me enfrentaré a muchas decisiones pero me lanzo a conquistar cualquier desafío porque Tu compañía es todo lo que necesito, y sé que vas conmigo. Ayúdame a ser un entusiasta contagioso en todo lo que soy y hago. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Con el entusiasmo todo gigante que se levanta: “¡es pan comido!”
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


miércoles, 21 de mayo de 2014

"Está establecido"

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional:  Hebreos 9:24-28  
Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio. Hebreos 9:27 (NVI)

Ella fue tal vez una de las mujeres más fotografiadas del mundo. Admirada y amada por millones de personas y odiada por otros cuantos. Su paso por este mundo fue breve, pero contundente. Pasó de ser una plebeya a princesa al convertirse en la primera esposa del príncipe Charles de Inglaterra. Tanto su matrimonio como su posterior divorcio fueron seguidos por millones de personas en el mundo. Su nombre, Diana Spencer, y la luego la princesa de Gales, mayormente conocida como Lady Di. A pesar de todo el bien que hizo la mayoría la recuerda por la vanidad que la belleza, la riqueza y la fama conllevan. Precisamente huyendo de los periodistas que la asediaban aquel 31 de agosto de 1997, pereció trágicamente, porque la Biblia dice: “…está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.”
Ella era menudita, sin atractivo físico, sus sandalias marcaban los miles de pasos andados por casi todo el mundo; representaba a los pobres del mundo entero: los no amados, los indeseados, los desatendidos, los paralíticos, los ciegos, los leprosos, los alcohólicos, las lacras de la sociedad de todas las naciones del mundo, especialmente los de la India. Vista desde lejos sorprende que en un mundo materializado y lleno de frivolidades, una mujer como ella llamara la atención de los medios de comunicación, de los ricos y poderosos de este mundo. Sí, ella es la Madre Teresa de Calcuta. Murió rodeada de sus hermanas y muchos de aquellos que ella, les había hecho bien, el 5 de septiembre de 1997.
La princesa Diana y la Madre Teresa, fueron muy buenas amigas, y salieron de este mundo, con una semana de separación la una de la otra, porque está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.
Pensando en el tema de lo breve de la vida y lo inevitable de la muerte, me viene a la mente, aquel fatídico, 11 de septiembre del 2001.
Una persona me llamó de urgencia y me dijo “Pastor ha ocurrido en accidente aéreo y uno de los edificio de las Torres Gemelas de Nueva York, esta ardiendo”, corrí y prendí la televisión y allí ya estaba CNN, con la información; pero Mary yo, teníamos una cita en la Iglesia Bautista Emanuel de Manassas, Virginia, y salimos por la carretera 28 con la radio encendida, de pronto escuchamos otra noticia, otro avión había impactado la otra Torre, y luego otra noticia, una avión se había estrellado, muy cerca de nosotros, en el Pentágono; rápidamente, nos hicimos a un lado de la carretera, y con lágrimas Mary yo, oramos porque sabíamos que aquello tenía todas las características de un ataque terrorista en gran escala a la nación estadunidense, a la cual estábamos llegando para iniciar una nueva iglesia. Desde ese día, el mundo no ha sido el mismo; todos nos volvimos vulnerables, porque en la mente diabólica de un terrorista se había concebido y planeado acabar con el centro del comercio del mundo, sin importar el alto costo de las vidas humanas. Un nombre salió desde la oscuridad del anonimato, y pasó a ser el emblema del terror y de la muerte. Después de diez años de persecución, Osama Bin Laden, murió violentamente como él había vivido. Porque está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.
La Biblia nos habla de la brevedad de nuestra vida humana, la cual es una asignación temporal que nos permite Dios para que le conozcamos a través del nuevo nacimiento y nazcamos a la vida espiritual, la verdadera vida a través de nuestra fe en JESÚS. Seamos cristianos nacidos de nuevo, o no, de todos modos moriremos. ¿Qué vamos a ser y hacer en nuestro breve paso por este mundo? Me dicen que existe una orden de monjas que se saludan de la siguiente manera: “Hermanas hemos nacido para morir”, y desde luego, metidas en su claustro, esperan la muerte. ¡Nadie puede escapar a la muerte! Por ello, al saber las noticias del sacrificio de los cristianos, que -hoy en día a mediados de la segunda década del Siglo XXI- están muriendo por su fe en aquel que es la Vida eterna, JESÚS, nos llena de admiración su fe y el coraje que tienen frente a la muerte, una de esas personas admirables es Meriam Ibrahín, mujer embarzada de Sudan del Sur, frente a la horca y conminada a covertirse al islamismo para salvar su vida, dijo: “Yo soy cristiana, y voy a seguir siendo cristiana…” ¡Alabado sea el Señor! ¡Los mártires están allí todavía, frente a nosotros! El único escape a la verdadera muerte es confiar plenamente en JESÚS porque Él y sólo Él es la Vida que vino desde el cielo para decirnos: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25, RV60). ¡Todos sus amados discípulos, salvo Juan, murieron por su fe en JESÚS! Pero dejaron sus huellas en la historia y también para ser nuestro ejemplo en esta hora tan oscura de nuestra humanidad. Como Pablo, frente a la muerte, podemos también exclamar, llenos de fe: “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21), y con este lema se lanzó a cambiar el mundo, lo cual hizo, este mundo no es el mismo porque él estaba convencido de la verdad bíblica: está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.
Oración:
Amado Dios:
Te alabo en esta hora por darme una razón para vivir y para morir. Ayúdame a invertir esta única vida humana que poseo en la proclamación de tu amor, y que sí podemos confiar únicamente en ti para darle un verdadero sentido a nuestro breve paso por este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Seamos cristianos o no, está establecido que un día moriremos, y si de todos vamos a morir: ¡Vivamos para la honra y la gloria de Dios!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


martes, 20 de mayo de 2014

¿Quién es el fuerte?

Francisco Aular
Lectura devocional: 1 Samuel 2:3-9
Él guiará los pasos de sus fieles,
    pero los malvados se perderán entre las sombras. ¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas! 1 Samuel 2:9 (NVI)
Se celebraba la Escuela Bíblica de Vacaciones en pleno verano, la lección de aquel día hablaba de la fortaleza del cristiano. En el segundo piso del edificio, la maestra del grupo de los niños de seis a ocho años, tuvo la idea de invitar al pastor de la iglesia para que él diera la aplicación final de la clase. El pastor se preparó con tiempo para ello, se le ocurrió vestirse de “Superman”. Entró de repente al salón clases, moviendo su capa, los niños más pequeños ¡estaban emocionados al ver al conocido personaje! Uno de ellos preguntó: “¿Tú eres superman?” Sí, dijo el “Superman” mostrando sus músculos y la enorme “S” roja en medio de su pecho. “¡Muy bien!” Exclamó el niño: “¡Lánzate por la ventana y vuela!”… Aquel niño había ratificado con su petición lo del conocido proverbio: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
¿Quién es el fuerte? En la vida cristiana, nuestra fortaleza proviene de Dios. De hecho, la fortaleza no es virtud humana, somos débiles. En la conocida “Oración de Ana” en el primer libro de Samuel, aquella mujer sabia lo expresa en su poema al poder de Dios: Nadie es santo como el Señor;
    no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!”. San Pablo advirtió: “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer.” (1 Corintios 10:12 NVI) En aquella época-y todavía en algunos círculos esotéricos-, algunos filósofos enseñaban que el ser humano podía ejercitarse mentalmente de tal manera que sin necesidad de Dios podían vencer su naturaleza pecaminosa; es más el ser humano podía llegar a ser su propio dios. Para ellos, tal asunto como creer en JESÚS y ser salvo, era una locura. Contra ellos Pablo escribe: Pues la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana. (1 Corintios 1:25)
¿Quién es el fuerte?  Mi gran problema es la firmeza de mi carácter en medio de las circunstancias de la vida. Hacer buenos propósitos y establecerse metas es fácil. Lo verdaderamente difícil es cumplirlos; aferrarse a ello como un perro a su hueso y no soltarlos hasta realizarlos. Tampoco es difícil hacer alarde de nuestros talentos y dones, la arrogancia toma matices muchas veces de falsa humildad. Necesito toda la ayuda de Dios para darle a Él la honra, el poder y la gloria por lo que soy y por lo que hago, si hubiese algo digno de alabanza en ello.
¿Quién es el fuerte? La verdad es que no necesito ir muy lejos para buscar la raíz del problema porque mi carnilidad y naturaleza débil, todavía viajan conmigo. Otra vez, voy a consultar a mi teólogo favorito San Pablo, buscando su apoyo y me estremece su franca respuesta: “De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal.” (Romano 7:19-21 NVI) Algunos cristianos amigos míos, sin duda sinceros, pero equivocados, creen que ellos son ¡impecables! Evidentemente Pablo, no era uno de ellos: ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?” (Romanos 7:24 NV) ¡Suele ser más fácil enfrentarse a un gran peligro y vencerlo que admitir humildemente que debo dominarme a mi mismo!
¿Quién es el fuerte? El autor de la Epístola a los Romanos, me hace recordar aquellas peliculas de acción; los malos han logrado someter a todo un pueblo; surge un hombre para enfrentar él solo a los malos que son pocos pero bien armados y no juegan limpio; le hacen trampas a nuestro héroe, lo humillan, lo amenazan de muerte; llega el inevitable momento de la escena final, los enemigos de nuestro héroe, están por todas partes, lo atrapan y lo humillan, parece que no hay salida. Pero de repente, nuestro héroe saca fuerzas de donde menos se esperaba, y mientras él pelea, sabemos que todavía es débil. ¿Vencerán los malos?; pero en el horizonte, la gente buena, esa que nunca se mete con nadie, se ha unido y vienen en ayuda, los malos empiezan a huir. La gente que está en el cine, los espectadores, también se entusiasman se ponen de pie y aplauden. ¡Nuestro héroe está allí, el bien ha triunfando sobre el mal! Me imagino al Apóstol escribiendo con lágrimas, la derrota de todo ser humano pecador y separado de Dios. De repente ve a JESÚS entrar a la escena principal. ¡JESÚS es nuestro Héroe del plan de Dios para el hombre perdido! -Prometido desde antes de la fundación del mundo-; JESÚS hizo Su entrada triunfal en una Navidad y entregó Su preciosa Vida en una Semana Santa. ¡JESÚS nuestro Señor y Salvador, se levantó de los muertos y ahora está en los cielos y de allí volverá en gloria para llevarnos con Él! JESÚS dio Su sangre para salvarnos, y por Su resurrección, nos libra para siempre “de este cuerpo de muerte” Sí, esta es la verdad: ¡Soy libre, soy libre! Me pongo de pie en la escena final. ¡JESÚS es el
Dios Todopoderoso como Ana, exclamo: Nadie es santo como el Señor;
    no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!”. Y por eso, con San Pablo proclamo la victoria que tenemos porque el Fuerte y Verdadero ha vencido, nosotros también vencemos: “¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:25)
Oración:
Padre eterno:
Tal como soy, sin más fuerzas que las tuyas obrando en mí cuerpo mortal, vengo a ti para implorarte que hagas el milagro de librarme de mi mismo para fundirme en ti. Todo lo que soy y lo que tengo, lo rindo delante de ti. Esta vida no es vida sin tu fuerza para vivirla. ¡Gracias Señor! En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
La fuerza de la vida cristiana es la fuerza que proviene de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 19 de mayo de 2014

¿Quién me sostiene?

Francisco Aular
Lectura devocional Isaías 41:8-13
No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa. Isaías 41:10 (NTV)

Cuando llegué a la iglesia, hace 51 años, a menudo los himnos que cantábamos, hablaban con claridad la verdad de que la vida cristiana, no es un refugio para cobardes, sino una cruz para valientes; es una batalla contra el mundo, el demonio y la carne. Algunas personas que estaban allí cuando yo llegué, procedían de España; por ellos, me enteré de primera mano que ser cristianos evangélico en esa nación europea se pagaba caro, en la escuela, en el trabajo, en las calles y sobre todo en el ejército. Públicamente, no se podía predicar el Evangelio y mucho menos cargar una Biblia en las manos para ir al templo, los domingos. El estado y la religión unieron sus fuerzas para impedir el avance del protestantismo. Sin embargo, el valiente pueblo evangélico español, siguió avanzando hasta hacerse respetar dentro de la sociedad moderna.
¿Qué ocurría cuando alguien venía al Evangelio y nacía de nuevo? Allí en España, muchas a veces a puerta cerrada, los hermanos encontraban alivio en la Palabra, en las predicaciones, las oraciones y en los himnos. ¡Ah que himnos tan hermosos esos himnos españoles surgidos en medio de aquellas injusticias! Por el contrario, en aquella época de mi conversión, en mi país, no se perseguía a nadie por la fe, pero la discriminación por ser evangélico, estaba allí, algunas veces soterradas y en otras con burlas y críticas. No obstante, el pueblo evangélico venezolano era respetado y hasta admirado en algunos sectores de la sociedad.
En lo particular, mi iglesia me nutrió con las enseñanzas de la Palabra, las predicaciones de mi amado pastor, las oraciones y los sabios consejos de los que llevaban muchos años en el Evangelio. Así que cantábamos un himno cuyo coro, dice así:
La lucha sigue, oh cristianos,
Y brazo a brazo lucharéis;
En Jesucristo seguid confiando,
Y por la fe en el venceréis;
La lucha sigue, oh, cristianos,
Sed fieles y en Jesús confiad;
La lucha siempre, seguid hermanos,
Y la victoria esperad.
(Luchando estáis NHP, #209, CBP,1973)
¡Qué gran verdad dice el himno! “La lucha sigue, oh cristianos”…Y mientras más fiel le sea al Señor, más lucha vendrá:Es cierto, y todo el que quiera vivir una vida de sumisión a Dios en Cristo Jesús sufrirá persecución.” (2 Timoteo 3:12 NTV). En efecto, los especialistas en derechos humanos y otros voceros, dentro de las denominaciones, nos dicen que cada cinco minutos un cristiano muere por su fe en países de tradición musulmana tanto en el medio oriente como en países africanos. Así vemos que estos cristianos de hoy como los de ayer, se enfrentar a una lucha sin tregua contra los peligros de afuera, y sin duda también, una lucha espiritual decisiva dentro de sí mismos con el pecado, con Satanás, la carne y con el miedo al martirio. Sé que en esos terribles momentos, el auxilio de la Palabra de Dios, viene a ellos: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa.” Isaías 41:10 (NTV)
Por mi parte y como ser humano que soy, enfrento mis luchas y batallas, pero sé que no estoy solo. A mi lado están otros amados cristianos nacidos de nuevo que como yo, enfrentamos sin tregua la batalla de la fe, la esperanza y el amor. ¡Todavía estamos aquí en esta tierra para dar a conocer el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo a mayor número posible de los que serán salvos! Nuestras armas en esta lucha, son espirituales: “Usamos las armas poderosas de Dios, no las del mundo, para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos.” (2 Corintios 10:4 NTV) ¡Esta es una batalla espiritual y nos vestimos con la armadura de Dios!: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.” (Efesios 6:12 NTV)
Puede ser que a veces me distraiga y pierda de vista momentáneamente el horizonte y el glorioso mañana que me espera al final de mis luchas. En esos momentos recuerdo al levita Jahaziel, inspirado por el Espíritu Santo, le dijo a su rey Josafat y al ejército, ante la presencia de sus enemigos, y antes de la batalla: “¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el Señor: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes sino de Dios.” (2 Crónicas 20:15 NTV) ¡Y ciertamente, aquel día, el ejercito de Señor obtuvo la victoria profetizada! ¡Nosotros también libramos nuestras batallas pero la guerra está ganada por la muerte y resurrección del Señor JESÚS!
No niego que la vida humana es un continuo batallar desde que nacemos hasta que nos vamos de aquí. Tampoco niego el hecho de que la vida cristiana consiste en llevar la cruz bajo la poderosa mano de Dios. Sea que seamos cristianos o no de todos modos, moriremos. ¡Si hemos nacido de nuevo, la vida verdadera habita en este cuerpo que se marchita en este invierno pero al salir de aquí, seremos libres, en la eterna primavera que nos espera! Por lo tanto a la pregunta ¿quién nos sostiene? Respondemos: No tengas miedo, porque yo estoy contigo;
    no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te daré fuerzas y te ayudaré;
    te sostendré con mi mano derecha victoriosa. Isaías 41:10 (NTV)
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias Señor por tu presencia constante en esta vida! Gracias porque estás aquí en el ahora, en el más acá; y estarás conmigo mañana, en el más allá. ¡Señor que yo pueda decir al final de mis días como tu Apóstol. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” (2 Timoteo 4:7). En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La vida cristiana no es un refugio para cobardes; sino una cruz para valientes.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 16 de mayo de 2014

Cuando los viejos se van

Francisco Aular
Lectura devocional: Josué 24:15-29
Después de  eso, Josué, hijo de Nun y siervo del Señor, murió a los ciento diez años de edad. Josué 24:29 (NTV).

La vida y la muerte han sido misterios desde el mismo momento en que Adán y Eva la experimentaron al ser expulsados del paraíso celestial, y al declararse ellos enemigos de Dios. Los filósofos griegos que ahondaron en muchas cosas de la vida, escribieron: “Cada uno de nosotros deja la vida cuando llega su último instante con el sentimiento de que apenas acaba de nacer”; algunos han dicho que “se empieza a morir cuando se nace”. Muerte significa, ante todo, separación, por ello está rodeada de sufrimiento, dolor y llanto. Cuando nacemos de nuevo “pasamos de muerte a vida” (Efesios 2:1,2).
La muerte, como separación espiritual entre Dios y el ser humano ha sido eliminada al llegar a nosotros la vida “zoé”, es decir, ¡Jesucristo!:Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11,12. NTV). En el terreno espiritual de nuestra relación con Dios, ¡viviremos para siempre!, pero, todavía, como seres humanos, moriremos a esta vida humana que poseemos. Es innegable que la separación, como en toda despedida, habrá tristeza y lágrimas. ¡Pero tenemos todavía la esperanza viva de la resurrección, esta verdad nos sostiene! Especialmente, cuando los viejos se van: Y ahora, amados hermanos, queremos que sepan lo que sucederá con los creyentes que han muerto, para que no se entristezcan como los que no tienen esperanza. Pues, ya que creemos que Jesús murió y resucitó, también creemos que cuando Jesús vuelva, Dios traerá junto con él a los creyentes que hayan muerto” (1 Tesalonicenses 4:13,14. NTV).
Todo esto estaba en mi mente cuando nuestro amado viejo, don Enrique Dámaso Fernández (1919-2002), mi amado suegro y padre partió con el Señor, hace, exactamente, catorce años. A continuación lo que escribí en su memoria, el 18 de agosto de 2002:
Hoy, hace exactamente un mes, que nuestro amado padre Enrique Dámaso partió para estar con el Señor. No ha sido fácil desprenderse de nuestro viejo. Es algo que nos pega muy adentro saber que no nos estará esperando en el aeropuerto cuando retornemos a Venezuela. Ni  presidiendo la mesa en nuestras comidas. No escucharemos el serrucho cortando las tablas para los textos bíblicos que él y la abuela han elaborado por más de treinta años y que son adornos en las paredes de hogares de muchos países. No escucharemos su bendición de los alimentos en su manera tan peculiar en que siempre lo hizo. No lo veremos señalando, en su galería de fotos  familiares, a sus cuatro hijos, sus dieciocho nietos y nueve bisnietos. No lo veremos trabajando en el jardín del templo, porque siempre pensó que el lugar en donde se adora a Dios debe ser el más hermoso de la comunidad. Nos quedan sus consejos, su vida ejemplar y esa disciplina que siempre lo mantuvo al frente de sus responsabilidades en su hogar, su trabajo y la iglesia.
Todo en la casa está lleno de él; con sus manos hizo cada pieza de ella y con su esposa Lola levantó el hogar por más de sesenta años. ¿Cómo olvidarlo? En hombros de sus amigos y familiares lo llevamos al panteón. Hubo mensaje de un hasta luego que me tocó pronunciar y que terminé recitándole el poema: “Cuando el viejo se nos va”. Mary lo despidió con las palabras que sólo una hija como ella puede pronunciar, llena de esa paz que el Señor nos da en momentos como esos y su hijo el pastor Enrique Dámaso, cerró la ceremonia con la oración de despedida. Sus restos descansan en una colina y bajo las sombras de un árbol. Desde allí uno puede ver parte de la ciudad de Caracas, la capital venezolana que le dio la bienvenida hace 40 años cuando llegó en el barco que lo trajo del puerto del Vigo, España. Venía lleno de entusiasmo, con mucha fe y con la disponibilidad  de surgir desde cero, como todo inmigrante.
El hospital Ortopédico Infantil le abrió las puertas y nunca se las cerró, ni siquiera, después de su jubilación en 1985. Es imposible saber el número de los niños de ayer, hombres y mujeres de hoy que pasaron por sus manos para hacerlos andar e integrarse dignamente al campo laboral de la nación. No sabemos los tiempos de Dios, pero descansamos en la seguridad de que nos volveremos a encontrar, y cuando lleguemos nosotros al Puerto, don Enrique nos diga con su inconfundible voz con acento gallego: “¡Bienvenidos! Hace mucho tiempo que os esperaba”.
Cuando los viejos se van
Francisco Aular
Permíteme proclamar tu poder a esta nueva generación, tus milagros poderosos a todos los que vienen después de mí. (Salmo 71:18b. NTV)
              I
Cuando los viejos se van
se produce tal vacío
que no lo pueden llenar
ni el llanto ni los suspiros.
Cuando los viejos se van
es como cerrar un libro
que nos enseñó a ser sabios
y quedamos de él, cautivos.
Cuando los viejos se van
se va aquel soplo divino
que produjo la partícula
que selló nuestro destino.
Cuando los viejos se van
para siempre cierra el ciclo:
Enamoramiento y boda,
la llegada de los hijos…
El arribo de los nietos,
y aquel amor infinito.
Cuando los viejos se van
se queda cuanto le dimos:
Honra, amor y respeto
como sus nietos e hijos.
Cuando los viejos se van
siempre decimos lo mismo:
“Se marcharon lentamente
que casi no lo supimos,
solo cabe recordarlos,
como si estuvieran vivos.”
                 II
Cuando los viejos se van
se va un pedazo de patria,
una parte de nosotros,
se va una porción del alma,
la parte de nuestra historia
celosamente guardada.
Cuando los viejos se van
nos dejan siempre grabadas
esa imagen de sus sueños,
las alas de la esperanza.
Y la herencia incorruptible
que los abuelos hablaban:
La fe firme en Jesucristo,
la confianza en la Palabra.
Que la asistencia a la Iglesia
nunca fuera descuidada…
Cuando los viejos se van
seguiremos sus pisadas
en esta vida cristiana:
Obedecer al Señor, con amor,
sin reservas y   retiradas.
Cuando los viejos se van
se produce tal vacío
que no lo puede llenar
ni el llanto ni los suspiros.
Oración:
Padre eterno:
Tu obra maestra es la familia. Tú la creaste y las has hecho funcionar a través de los tiempos. En esta hora, especial gratitud por nuestros primeros padres en esta vida humana, los abuelos. Por aquellos que se fueron, por lo que están y los que vendrán. Ayúdame a ser un enlace entre mi pasado contigo y este hermoso presente, lleno de risa y travesuras de mis nietos. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Cuando los viejos se van, es porque los nuevos abuelos han llegado.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?