Francisco
Aular
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Lectura devocional: Mateo 6:25-34
Miren los
pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre
celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos? Mateo 6:26 (NTV)
Antes de tener mi experiencia de
salvación, en las fiestas, con mis amigos, era todo un payaso haciendo reír a
la gente, pero cuando terminaba el jolgorio me sentía un poco triste y
deprimido. Me preguntaba, ¿nací para solamente alegrarme en las fiestas?
¿Después de esto, qué?, ¿de donde vengo y adónde voy? Sé que viviré y moriré,
pero, ¿adónde va uno después de la muerte? Entonces, para tranquilizar los
reclamos de mi alma triste, me ponía a escuchar la música que tocaba mis
sentimientos: Rancheras, vallenatos, boleros sentimentales y una que otra
música llanera para consolarme. Por supuesto esta aparente solución no iba a la
raíz de mi problema. Así, vivía una vida triste y vacía.
Pero un día conocí a JESÚS y su
bendito Evangelio, y tuve un nuevo nacimiento (Juan 3:3). Sin embargo,
necesitaba crecer en mi nueva fe, y descubrir poco a poco los beneficios de ser
un hijo de Dios: “Quien nos ha bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a
Cristo” (Efesios 1:3), aprender esto ha sido todo un proceso en mi peregrinaje espiritual
que todavía continúa. En efecto, en mi crecimiento espiritual, Dios ha usado la
Biblia y las oraciones mías y de otros; el gozo de mi salvación es una fuente
que nunca se agota; la pasión evangelizadora por la cual Dios me ha llevado, me
ha permitido quitar los ojos de mí y ponerlos en la situación de otros; pero
realmente, en mi crecimiento espiritual soy un deudor de los hombres y mujeres
que Dios puso en las iglesias por donde he pasado. Desde luego, nunca podré
olvidar, ¡ni quiero hacerlo!, esos primeros años de mi conversión en la iglesia
donde nací, en esa Caracas de los años sesenta, socialmente revuelta, pero con
la esperanza de vivir tiempos mejores.
Recuerdo muy bien, que recién
convertido al evangelio, el enemigo de los creyentes, el diablo, me puso muchos
tropiezos, y eso hizo que varias veces, la tristeza, intentara recobrar su
dominio para llevarme de regreso a mi vida pasada. Una de las preguntas que me
causaba angustia era, ¿podré serle fiel a mi amado JESÚS hasta el final de mi
vida? Aprendí por la Palabra de Dios que la fe no se preocupa por la totalidad
del viaje porque para Dios con un paso que demos hacia Él, basta. El Señor
JESÚS aconsejó, “no se preocupen por la vida diaria…”, igualmente, debemos
aprender que, “el SEÑOR los guiará continuamente, les dará agua cuando tengan
sed y restaurará sus fuerzas. Serán como un huerto bien
regado, como un manantial que nunca se seca” (Isaías 58:11 NTV).
Ahora bien, nunca podré olvidar
que en aquellos días Dios utilizó a otro creyente para ayudarme, mi inolvidable
amigo y hermano Adonis Rodríguez. Él ya está en la presencia del Señor, pero en
aquel tiempo, un día vine a él, angustiado,-cuando uno sufre de tristeza,
siempre tiene motivos para deprimirse, y si no los tiene los enventa-, por mi
situación sentimental, estudiantil, económica, por los problemas familiares y
laborales; yo era un joven que recién había entrado en sus dieciocho años,
recién convertido al Señor, le pregunté: ¿Por qué me siento así?. Entonces, Adonis,
tomó su Biblia la abrió en Mateo
6:25-34, leímos el pasaje, nos arrodillamos y él hizo algo más, lloró conmigo.
Nos levantamos y cantamos un himno, pero antes de cantarlo me dijo: “Fran, el
mismo Dios que creo el universo y las galaxias mas lejanas, es el mismo que
abre las cortinas de los cielos, y como dice este himno: “Si Él cuida de las
aves, cuidará también de mí…”. En aquella tarde, en la habitación de la
residencia estudiantil en donde él vivía, hicimos un dúo. Y desde entonces, con
la hermosa letra y música de este himno, yo he podido ayudar a otros y
enseñarles que existen muchas razones para sentirse feliz y seguro en todas las
circunstancias de la vida, y poder exclamar como el profeta: “¡El SEÑOR
Soberano es mi fuerza! Él me da pie firme como al venado, capaz de pisar sobre
las alturas” (Habacuc 3:19 NTV). He aquí la letra de este precioso himno, de H.
Gabriel. Traducción de Vicente Mendoza:
I
¿Cómo podré estar triste?
¿Cómo entre sombras ir?
¿Cómo sentirme solo
Y en el dolor vivir?
Si Cristo es mi consuelo,
Mi amigo siempre fiel,
Si aun las aves tienen
Seguro asilo en El,
Si aun las aves tienen
Seguro asilo en El.
Coro:
¡Feliz, cantando alegre,
Yo vivo siempre aquí;
Si Él cuida de las aves,
Cuidará también de mí!
II
"Nunca te
desalientes",
Oigo al Señor decir,
Y en su palabra fiado,
Hago al dolor huir.
A Cristo, paso a paso
Yo sigo sin cesar,
Y todas sus bondades
Me da sin limitar,
Y todas sus bondades
Por siempre me ha de dar.
III
Siempre que soy tentado,
O si en la prueba estoy,
Más cerca de Él camino,
Y protegido voy;
Si en mí la fe desmaya
Y sufro de ansiedad,
Tan sólo Él me levanta,
Me da seguridad,
Tan sólo Él me levanta,
Me da seguridad.
(E.M.H Himnario de Alabanza Evangélica #484)
Oración:
Padre
eterno:
Ayúdame a
que mi fe se fortalezca en ti, y a depositar toda mi confianza en tus promesas
de protección y seguridad; que no dependa de mis sentimientos, sino de la roca
firme de la Palabra de Dios, la Biblia. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla
de hoy:
No puedo
impedir que la tristeza toque la puerta, pero el gozo del Señor, le dice: ¡Aquí
vivo!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por
medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la
cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por
aprender?
¿Existe una bendición para
disfrutar?
¿Existe un mandamiento por
obedecer?
¿Existe un pecado por
evitar?
¿Existe un nuevo
pensamiento para llevarlo conmigo?
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