Francisco Aular
faular@hotmail.com
Jesús les dijo a los que creyeron en él: —Ustedes son verdaderamente mis
discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas; y conocerán la verdad, y la
verdad los hará libres. Juan 8:31,32 (NTV)
Estamos asistiendo actualmente a un movimiento de cambios en el Norte de
África, llamado la primavera democrática
o la primavera árabe. Dos corrientes mayoritarias navegan para llegar al
puerto del poder, una de ellas la democrática, y la otra, el fanatismo
musulmán. No sabemos quién dominará al
final, pero allí están, en esos países, los admirables pueblos, luchando y
muriendo. En efecto, han sido seis meses de lucha desigual entre una población
enardecida por tantos abusos de los dictadores que han estado allí por décadas,
y gobiernos con ejércitos o milicias armadas con todas las ventajas posibles
que concede los armamentos de guerra. ¿Qué buscan y qué esperan, esos jóvenes,
y por asombroso que parezca: ¡Las mujeres!? Esos ciudadanos se levantan teniendo solamente en sus
corazones y en sus bocas la palabra “libertad”; es posible que muchos mueran,
pero mientras vivan, sus gritos los atraviesan hasta ensordecerse a sí mismos, impactando a
nivel mundial e influyendo, para frenar el abuso del poder aún en los países
democráticos, como es el caso de los “indignados de España”. La gente percibe
que la libertad de sus derechos humanos ha sido cercenada, viven sumidos en la
pobreza social y espiritual, y sueñan con un futuro para sus conciudadanos en
donde haya esperanza de prosperidad y felicidad, libertad de expresión y de
religión y conciencia, que solo es posible viviendo en democracia. Es decir, la
gente luchará hasta el final, porque a la verdad, nuestro paso por este mundo
es breve, pero ellos quieren: ¡Vivir y
morir libres! Ante el desarrollo de tales acontecimientos, el ver el
derramamiento de sangre, el llanto de mujeres y hombres por las injusticias,
vienen a mi mente las palabras del escritor venezolano Eduardo Blanco, cuando
en su Venezuela heroica dice:
“¡Libertad!, ¡libertad!, ¡cuánta sangre y cuántas lágrimas se han vertido por
tu causa!...¡Y todavía hay tiranos en el mundo!”. Sin embargo, la Biblia nos dice que
Dios “sembró la eternidad en el corazón humano” (Eclesiastés 3:11 NTV), y por ello, anhelamos: ¡Vivir y morir libres!
¿Qué
podemos hacer como cristianos ante las injusticias, la corrupción, y la entrega
de la soberanía de nuestro país? Lamentablemente, existen países con gobiernos,
sistemas completamente cerrados a la pluralidad democrática, como era el caso
de los días del nacimiento de la fe cristiana con el imperio romano; entonces,
protestar es un suicidio inútil. Pero los cristianos en las naciones libres o
en aquella a punto de perder su democracia, deben hacer oír su voz tanto por
Dios en su clamor a Él; como el hacer llegar al conocimiento de la Comunidad
Internacional, los abusos a que son sometidos continuamente por gobiernos con
un barniz nada más de la verdadera democracia; eso sí, deben utilizar para
ello, todos los medios lícitos que
la democracia, permita. Aquí más vale poner en práctica aquel pensamiento de la
española María Zambrano Alarcón (1904-1991): “Prefiero una libertad peligrosa
que una servidumbre tranquila.”
Pues bien,
todos hemos seguido los sucesos de Ucrania, en los últimos meses, allí un
intelectual de 49 años, Oleksandr Turchinov, exmiembro del partido comunista en
la otrora Unión Soviética, y ahora, con la llegada de la democracia pluralista,
se involucró en la política a través del partido Plataforma Democrática y como
tal, participó activamente en las manifestaciones contra el sistema que
amenazaba a su país, al entregarlo practicamente al gobierno ruso. La noticia
es esta, Turchinov, ¡es un pastor evangélico bautista! La prensa internacional informa que el
expresidente de Ucrania huyó, dejando detrás de sí un pais salpicado de sangre
y arruinado. En su lugar, Oleksandr Turchinov, ha sido nombrado como Presidente
Interino. La responsabilidad de este pastor al frente de una congregación de
millones de personas, será llevarlos, -si Dios lo permite- a pastos frescos que
nos ofrece la la justicia, la paz y la libertad. Otra vez, lo escribo: El
cristiano es ciudadano tanto de la tierra como del cielo, está capacitado para llevar
delante de Dios, el sufrimiento de la tierra; y traer a la tierra, la fe, el
amor y la esperanza del cielo. ¡Callar, cuando se debe hablar, no es una
opción!
Ciertamente, la historia nos dice que por ninguna causa se han hecho tantos
sacrificios, ni se ha derramado tanta sangre como por la causa de la libertad,
por la libertad de conciencia, por la libertad de la patria, o por la libertad
de oír y conocer el mensaje de JESÚS:
—Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas;
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. En efecto, podemos
afirmar con los historiadores del cristianismo: “La sangre
de los mártires del cristianismo ha sido vertida para hacer germinar la semilla
de la fe a través de los siglos.” Esto lo podemos comprobar,
en este mismo instante, en el cual centenares de
cristianos están muriendo, precisamente allí, en el Norte de África, en países
con religiones ateas como en la China comunista y Corea del Norte; con
religiones múltiples, como el caso de la India y Pakistán –por cierto en este último
país, no debemos olvidarnos de esa valiente mujer Asia Bibi, quien a pesar de
haber sido legalmente absuelta, está esperando es una especie de corredor de la
muerte para ser ejecutada-, sin embargo, la libertad que JESÚS no da es por Su
gracia, no está sujeta a los vaivenes de la historia, ni a los azares de la
corrupción gubernamental ni de fortuna; la fidelidad de los creyentes, de los
discípulos de JESÚS es porque son “verdaderamente libres”. Esta es una libertad
cierta, profunda e inmutable que atraviesa todo el ser: espíritu, alma y
cuerpo. “Somos más que vencedores” (Romanos 8:37) ¡Nada ni nadie nos podrá
separar del amor de Dios, eso nos da libertad plena! Esta libertad les ha sido
concedida por la fe en JESÚS a aquellos que quieren: ¡Vivir y morir libres!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias, gracias infinitas por la libertad que nos has dado en JESÚS!,
dame fuerza, valor, sabiduría y virtud para preservarla y anunciarla hasta el
fin de esta vida temporal, para que otros la conozcan, la experimenten y la
vivan. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Paz, sin libertad y justicia, es
esclavitud.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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