Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Lucas 15:1-7
Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en
sus hombros y la llevará a su casa. Cuando llegue, llamará a sus amigos y
vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja perdida”. Lucas 15:5,6 (NTV)
Este año se
cumplen 37 años de haberse iniciado en mi país, Venezuela, un esfuerzo de
alcance evangelizador y misionero: La Marcha Evangelizadora. Esa actividad puso
el sello definitivo de lo que sería mi trabajo en la obra de Dios, desde
entonces: encender en mí mismo y en los otros, ¡la pasión evangelizadora! En
eso ando. He disfrutado cada paso de esta labor, pero nada puedo calificar como
triunfo en esta actividad, sino el ser testigo del nuevo nacimiento de una
persona e inmediatamente verlo crecer en la fe hasta su madurez en Cristo.
Cuando JESÚS contó la parábola de las posesiones
perdidas, la oveja, la moneda y el hijo, estaba ilustrando su pasión
evangelizadora que le trajo entre nosotros, hace dos mil años: “Pues el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar a los que están
perdidos” (Lucas 19:10; NTV); no se necesita ser un gran teólogo para darse
cuenta que JESÚS, en la tarea de “buscar y salvar a los que están perdidos”, da
a entender el esfuerzo y decisión de dejar todo de lado y darle prioridad a la
búsqueda de la posesión perdida. En efecto, en Lucas 15, la oveja perdida
(1-7), la moneda perdida (8-10), y el hijo perdido (11-32) ilustran las
posesiones temporalmente perdidas, y el dejar todo de lado y priorizar la
búsqueda de la posesión perdida, dan el triunfo final que es el gozo de esas
posesiones recobradas. Por eso, dice el Señor: “De la misma manera, hay alegría
en presencia de los ángeles de Dios cuando un solo pecador se arrepiente”
(Lucas 15:10).
En el texto
bíblico estudiado, una de las ilustraciones nos dice que el pastor pierde a su
oveja, una sola de cien, pero él deja las noventa y nueve que están en el
redil, y se lanza en búsqueda de su apreciada oveja. Me lo imagino recorriendo
todos los lugares por donde había guiado a su amado rebaño aquel día, ya tarde,
el sol ocultándose en el horizonte, un águila con sus garras anda buscando
desde las alturas una presa para llevarla a su nido…, a lo lejos se escucha el
aullido de los lobos hambrientos; el pastor sabe que encontrar a su oveja es un
asunto de vida o muerte, en eso ve una abertura que conduce a un precipicio,
escucha un leve quejido que viene de allí, se asoma y ve su oveja que había
caído, herida y sin fuerzas; cuidadosamente, paso a paso, desciende adonde está
su oveja, venda sus heridas, se la monta sobre sus hombros y el gozo de
recobrarla, hace corto el viaje de retorno, ya es de noche y ve a sus amigos, y
desde lejos les dice: Alégrense conmigo porque
encontré mi oveja perdida.
Confieso sin
rubor alguno que al detallar esta bellísima historia que nos dejó el Señor,
tengo dificultad para ver lo que escribo porque las lágrimas me nublan la
vista, y mis labios nuevamente, se pronuncian en alabanzas a mi amado Pastor: ¡Yo
soy aquella oveja perdida! Bendito y alabado sea tu nombre mi amado pastor
JESÚS. ¡Dame un poco de tu pasión evangelizadora o me muero!
Ahora bien, he
escuchado poesías hermosas sobre JESÚS el Buen Pastor, pero el poema “Pasión
pastoral”, que luego se hizo canción de mi amado hermano el pastor mexicano
Juan Romero, es mi favorita. ¡Cantémosla otra vez!:
I
Eran
cien ovejas,
que
había en el rebaño;
eran
cien ovejas
que
un pastor cuidó,
pero
en una tarde
al
contarlas todas,
le
faltaba una
le
faltaba una
y
triste lloró…
Coro:
Las
noventa y nueve
dejó
en el aprisco
y
por la montaña
a
buscarla fue
la
encontró gimiendo
temblando
de frío:
Curó
sus heridas,
la
tomo en sus brazos
y
al redil volvió.
II
Esta misma historia
vuelve a repetirse;
hay muchas ovejas
que sin rumbo van
con el alma rota
van por los collados
temblando de frío
vagando en el mundo:
Sin Dios y sin fe.
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Gracias amado Señor!
Gracias por abandonar tu gloria, por un tiempo para venir a buscarnos, y
hacernos miembros para siempre de tu redil en el cielo, junto a ti. Dame Señor
tu pasión evangelizadora para que mi misión en este mundo, ayude a cumplir la
tuya: Buscar y salvar lo que se había perdido. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
JESÚS: ¡Dame un
poco de tu pasión evangelizadora o me muero!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por
medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?