Francisco Aular
Lectura devocional: Filipenses 3:7-14
Me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. Filipenses 3:13,14 (NTV)
Hace muchos años, un joven vendedor de zapatos con muy poca educación oyó a un predicador cuyo sermón impactó su vida. El predicador hizo una declaración increíble: “El mundo aún esta por ver lo que Dios puede hacer a través de un hombre totalmente dedicado a Él”. Esas palabras las internalizó aquel joven llamado Dwight L. Moddy (1837-1899), de tal manera, que al final de la reunión hizo un compromiso personal: “¡Yo seré ese hombre por la gracia de Dios!”. La influencia positiva de aquella vida a través de sus campañas evangelizadoras, y por la página impresa tuvo un impacto en el mundo de habla inglesa, en la obra misionera y evangelizadora mundial, y aun penetró el mundo científico a través de su famoso Instituto Moody de Chicago.
Pues bien, reconociendo que ni usted ni yo somos unos D.L. Moody, y que Dios nos ha hecho con un propósito, ¿qué puede hacer un cristiano nacido de nuevo para ganar a otros para JESÚS e influir en su iglesia, su comunidad y el mundo, y de esta manera impactar a su generación? El apóstol Pablo tenía en mente ser el hombre de su generación y llevado de la mano de Dios, ayudó a cambiar muchas vidas que, posteriormente, tuvieron un impacto en el mundo de su época. Su lema de vida está en las palabras que dijo al despedirse de sus discípulos en Mileto: “Pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios” (Hechos 20:24 NTV). ¡Nosotros también podemos! ¿Cuál fue su secreto? Veamos:
Primero, concentrarse, enfocar la vida con un sentido de misión y pasión solamente en Dios y su Palabra, “pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús”… Da mucha seguridad saber que Dios es quien Él dice ser, y que Dios puede hacer lo que Él dice que puede hacer; es decir, tomar el riesgo de creerle a Dios.
Segundo, olvidar nuestro pasado y enfocarnos hacia el futuro: olvido el pasado. Nada ganamos con gastarnos en recordar el pasado, y más absurdamente, quedarnos en él. ¡Gracias, mil gracias a nuestro amado Dios que por muy malo o muy bueno que haya sido mi pasado Él resolvió hacerme de nuevo! Mis errores, mis fracasos, mis pecados, y aun mis éxitos vanidosos, según mi carne, Dios los enterró para siempre: “¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona la culpa del remanente y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo? No seguirás enojado con tu pueblo para siempre, porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable. Volverás a tener compasión de nosotros. ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano!” (Miqueas 7:18,19 NTV). ¡Nuestro Dios no es machacón -como el diablo que siempre nos recuerda lo malo que hemos sido y que somos-!, el perdón de Dios, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y recibimos el regalo de la vida eterna en JESÚS es, ¡perdón total! ¡Alabado sea Dios por su gracia y amor!
Tercero, no mire atrás sabiendo quién es y hacia dónde va: y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús. Pese a que parece que este mundo se está hundiendo, y que muchos predicen desastres, yo sé por la Palabra de Dios quién soy y hacia dónde voy: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13 RV60). Sé que el Señor nos tiene un fabuloso mañana al final de la historia. No hay por qué andar arrastrando los pies, con los hombros caídos y con una mueca en el rostro. ¡Hoy me levanto y asumo lo que soy en Cristo! Tengo sangre real que corre por mis venas espirituales; soy un hijo de Dios, y por tanto, “coheredero” con JESÚS. Hoy camino con paso de triunfador, levanto mis ojos de gratitud hacia el Dios de toda gracia, pongo la mejor de las sonrisas en mis labios, porque a pesar de todo soy “más que vencedor” (Romanos 8:37). Por todo ello y mucho más, soy optimista y digo con todas mis fuerzas, ¡lo mejor está por venir!
Oración:
Padre eterno:
¡Gracias Señor por dejarme tu Palabra, la Biblia, el mapa, el GPS para guiarme hacia ti en todo momento. Hoy peleo mi batalla, pero en ti la guerra está ganada. La victoria verdadera llegará pronto. Dame de tu fortaleza para terminar esta carrera con gozo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Hoy camino con paso de triunfador, levanto mis ojos de gratitud hacia el Dios de toda gracia, pongo la mejor de las sonrisas en mis labios, porque a pesar de todo soy “más que vencedor” (Romanos 8:37).
Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?
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