jueves, 15 de septiembre de 2011

Plegaria y calumnia

Francisco Aular


Lectura devocional: Salmo 7


Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón. Salmo 7:10 (LBLA)

 
El diccionario define la palabra calumnia de esta manera: “Acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño”, por lo cual la definición del vocablo calumniar es “atribuir a alguien y con malicia palabras, actos o intensiones deshonrosas”. ¿Qué hace usted cuando es criticado y calumniado?, ¿se llena de “justa” ira contra la persona que gestó su menosprecio?, ¿le paga con la misma moneda?, ¿siente lástima de usted mismo y por lo tanto se deprime?, ¿renuncia y huye? Existe un mejor camino para reaccionar frente a la calumnia, recurrir al Padre Celestial porque en su Soberanía, Él es capaz de hacer que ese menosprecio se torne en triunfo: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28 NTV).
En efecto, el Salmo 7, atribuido a David es una plegaria contra la calumnia que él había recibido, posiblemente, del escudero del rey Saúl, llamado Cus el benjaminita, acusándolo de una conspiración contra la autoridad real. Por el contrario, David había soportado toda la persecución que había iniciado Saúl para matarlo, y habiéndosele presentado a David la ocasión para matar al rey, no lo hizo:
“David salió y le gritó: —¡Mi señor el rey! Cuando Saúl miró hacia atrás, David se inclinó hasta el suelo delante de él y le gritó a Saúl: —¿Por qué le hace caso a la gente que dice que quiero hacerle daño? Este mismo día puede ver con sus propios ojos que no es verdad. Pues el SEÑOR lo puso a mi merced allí en la cueva, y algunos de mis hombres me dijeron que lo matara, pero yo le perdoné la vida. Pues dije: “Nunca le haré daño al rey; él es el ungido del SEÑOR”. Mire, padre mío, lo que tengo en mi mano. ¡Es un pedazo del borde de su manto! Yo lo corté, pero no lo maté. Esto prueba que no intento hacerle daño y que no he pecado contra usted, aun cuando usted me ha estado persiguiendo para matarme” (1 Samuel 24:8-11 NTV).
 El relato bíblico nos dice que poco tiempo después de este episodio, los errores de Saúl al intentar aferrarse al poder, tras 40 años de mal reinado, lo llevaron a una muerte trágica; y Dios, escogió como su sucesor a David. Lo demás es historia que no es el tema de hoy.
Lo cierto es que el Salmo 7, escrito por David en aquellas circunstancias, nos vierte en una plegaria sobre cómo hacer que las injurias que recibimos  de nuestros semejantes nos acerquen más a Dios. ¿Qué hacer cuando somos calumniados? He aquí algunos pasos (estaré utilizando la versión la Biblia de las Américas):
Primero, deposite en Dios toda su confianza: Oh SEÑOR, Dios mío, en ti me refugio; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame” (v.1). ¡Por favor, no busque a sus amigos para comentarles su situación! El hecho se convierte en chisme, a menos que Ud., vaya donde un consejero bien consagrado al Señor. Con todo eso, debe saber que la calumnia deja sus huellas, por más que pueda desmentirse. Recuerde, si Dios fue calumniado en el Paraíso, por el padre de la mentira que es Satanás, nosotros no esperemos mejor trato.
Segundo, escudriñe sinceramente su corazón y confiese sus pecados al Señor:  “Si he pagado con el mal al que estaba en paz conmigo, o he despojado al que sin causa era mi adversario, que persiga el enemigo mi alma y la alcance; que pisotee en tierra mi vida, y eche en el polvo mi gloria” (vv. 4,5).
Tercero, ruegue a Dios para que Él haga justicia: “El SEÑOR juzga a los pueblos; júzgame oh SEÑOR, conforme a mi justicia y a la integridad que hay en mí. Acabe la maldad de los impíos, mas establece tú al justo, pues el Dios justo prueba los corazones y las mentes” (vs. 8,9).
Cuarto, recuerde que Dios es su Escudo y alábelo: “Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón (…)  daré gracias al SEÑOR conforme a su justicia, y cantaré alabanzas al nombre del SEÑOR, el Altísimo” (vv.10, 17).
Nuestra vida es simplemente un paseo por esta tierra y nos encontramos de todo a nuestro paso. Sin embargo, cuando llegamos a nacer de nuevo por medio de nuestra fe en JESÚS, (Juan 3:3), Dios nos hace una persona nueva (2 Corintios 5:17), y pasamos a ser sus Hijos (Juan 1:12). Nuestro Padre Celestial nos ha escogido para Él, solamente por su Gracia, como hizo la elección del rey David. Entonces, ¿qué padre no se apiada de sus hijos y los protege? En medio de las calumnias, las pruebas y los peligros en nuestro peregrinaje, Dios no está en su Gloria solamente contemplándonos, sino que Él bajó de su gloria para caminar a nuestro lado, y lo que le ocurre a Él me ocurre a mí y viceversa, por eso somos “mas que vencedores” (Romanos 8:37). ¡Adelante, siempre adelante!

Oración:
Padre eterno:
¡Gracias por acompañarme en este caminar! En esta hora siento tu gozo, tu amor y tu paz conmigo. Seco mis lágrimas y dejó atrás mis derrotas. Ayúdame a perdonar y pedir perdón, porque solamente así, no hay obstáculos en el camino. En el nombre de JESÚS. Amén.

 
Perla de hoy:
Nuestras palabras tienen poder para edificar o destruir, para criticar o para alabar. Es tu opción.

 
Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?


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