Francisco Aular
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Romanos 10:14 (RV60)
¿Y cómo oirán? Los especialistas de las Naciones Unidas nos informan que en el mes de octubre de este año, es decir, dentro de dos días, nacerá el bebé número ¡siete mil millones!... ¿Qué significa esto? Eso depende del sector de la sociedad mundial que usted represente, para los sociólogos significará estudiar la condiciones de existencia y desarrollo de la sociedad humana para tan grande grupo de seres humanos; para el economista significará ocuparse de la creación, desarrollo y administración de los recursos, bienes y servicios para satisfacer las necesidades de tantos millones de personas; al médico le corresponderá dirigir sus esfuerzos para tratar de prevenir y curar las enfermedades de todos esos seres humanos; al político honesto y democrático, le tocará convocar a los mejores hombres y mujeres de una nación y con todo ellos, formar gobiernos capaces de movilizar la patria por senderos de justicia social, desarrollo, educación y el aprovechamiento al máximo de la potencialidad del ser humano, en beneficio tanto propio como colectivo. Ante la visión de un mundo poblado como éste, en donde vivimos, cada quien tendrá que dar lo mejor de sí mismo, lleno de fe, optimismo y con esperanza.
En fin, no importa cual sea su profesión o vocación, lo cierto es que estará siendo sometido a una realidad: los seres humanos son importantes, y tenemos que llegar a ellos para mejorar sus condiciones de vida, en su breve paso por este mundo.
No obstante, para los que anunciamos el Evangelio, la Buena Noticia de Salvación, este es un desafío, una tarea ineludible; al respecto, el apóstol Pablo acota: “En realidad, dice: «El mensaje está muy cerca de ti, está en tus labios y en tu corazón». Y ese mensaje es el mismo mensaje que nosotros predicamos acerca de la fe: Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por confesarlo con tu boca que eres salvo. Como nos dicen las Escrituras: «Todo el que confíe en él jamás será deshonrado». No hay diferencia entre los judíos y los gentiles en ese sentido. Ambos tienen al mismo Señor, quien da con generosidad a todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoque el nombre del SEÑOR será salvo» ¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: « ¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!» (Romanos 10:8-15. NTV).
¿Y cómo oirán? ¡Qué gran desafío tenemos delante de nosotros! Llevar el Evangelio, la Buena Noticia de la salvación a millones de personas como nunca antes lo habíamos hecho. Sabemos, como dice el apóstol Pedro, que Dios tiene una razón para no haber terminado con la historia de la humanidad como la conocemos, “sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9. RV60). ¡Dios nos da la oportunidad de ser misioneros de su Palabra y eso haremos!
¿Y cómo oirán? La respuesta es ¡nosotros!, sí, usted y yo, tenemos el alto privilegio de llevar el Mensaje “a tiempo y fuera de tiempo”. En la economía divina, Dios no ha dejado a criterio personal de nosotros, hacerlo o no hacerlo, su orden es “id, haced discípulos” (Mateo 28:19:20), tampoco dejó toda esa responsabilidad nada más que a los líderes de la obra; no piense que usted solo podrá llevar a cabo tan enorme tarea; hoy frente a esos 7.000 Millones de seres humanos, Dios tiene a millones que han nacido de nuevo, y con ellos, formamos el ejército del Señor JESÚS, movidos por la fe, la esperanza y el amor. Nuestra meta es alcanzar “uno por uno, hasta que no quede ninguno sin evangelizar y discipular” ¡Manos a la obra!
Oración:
Amado Padre Celestial:
El desafío que pones delante de nosotros es grande, pero nunca será más grande que tú. Dame fuerzas para seguir anunciando la Buena Noticia de Salvación. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Los que siguen a JESÚS pueden ayudar a otros para que hagan lo mismo.
Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?
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