viernes, 22 de julio de 2011

El pueblo renacido

Francisco Aular
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva. 1 Pedro 1:3 (NVI)

“¿Quién pudiera volver a nacer?, ¿nacer de nuevo?, ¡qué maravilla!”. Me he encontrado a muchas personas al testificar del Evangelio, que me han hecho distintos comentarios con respecto a la doctrina del Nuevo Nacimiento. Ciertamente, el nacer de nuevo humanamente es imposible, por ello, hasta el poeta nicaragüense Rubén Darío, escribió con nostalgia ante la imposibilidad de volver a nacer: “Juventud, divino tesoro, que te vas para no volver…”. En realidad, nacer de nuevo, biológicamente hablando es una utopía, tal y como el mito de la fuente de la eterna juventud.  Ahora bien, lo que es imposible en la vida física, sí es posible en la vida espiritual; es más, es absolutamente necesario nacer de nuevo para entrar al reino de Dios.
Por los padres humanos, obtuvimos la vida física mediante nuestro nacimiento biológico, pero esta vida es pasajera, temporal; por nuestro Padre Celestial, nos es dada la oportunidad de la vida “Zoé”, es decir, la vida que no se acabará jamás, la vida espiritual. Por eso, todos los seres humanos necesitamos dos nacimientos: el primero nos pone en la tierra, y el segundo nos pone en el cielo. La Biblia nos dice que todo ser humano que nace, en realidad, en cuanto a su relación con Dios, “está muerto en sus delitos y pecados” (Efesios 2:1,2), por eso, JESÚS le dijo a un discípulo que lo quería seguir, pero que tenía que ocuparse primero de atender a su padre: “…sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8:22 RV60).
Así que, existen distintas maneras y métodos para testificar sobre la obra de salvación del SEÑOR a favor del ser humano, pero en cuanto a mí, explicar la doctrina de la “regeneración” o como lo decimos también, el Nuevo Nacimiento es primordial. Uno puede hablar de los hechos de Dios a favor del pecador, pero todo tiene su inicio en el Nuevo Nacimiento. Esto lo podemos ver mejor en el relato de la entrevista que el SEÑOR tuvo con Nicodemo, cuando JESÚS le dijo las inmortales palabras, cuyo eco resuena por toda la eternidad: “—De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3); el Nuevo Nacimiento es producido por el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios (“el agua”); el agua es el símbolo reconocido de la Palabra de Dios, como lo afirma Pablo: “Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra” (Efesios 5:25,26). Podemos preguntarnos, ¿era la doctrina del Nuevo Nacimiento algo diferente o ya las profecías lo habían enunciado desde Antiguo Testamento? La respuesta es sí, por eso la pregunta de JESÚS a Nicodemo: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3:10). ¡Es posible que Nicodemo, un doctor en el conocimiento de las Escrituras, no hubiera repasado esta doctrina o no la había entendido! Ahora le es explicada por su Autor.
En efecto, en el Antiguo Testamento, en profecía, Ezequiel había dicho: “Entonces los rociaré con agua pura y quedarán limpios. Lavaré su inmundicia y dejarán de rendir culto a ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo” (Ezequiel 36:25,26 NTV). Todo aquel que dice que es nacido de nuevo debe mostrar por su conducta las virtudes de su nuevo ADN espiritual: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6). ¡Eso explica los cambios que ocurren en una persona nacida de nuevo!
De hecho, el Nuevo Nacimiento es producido por el poder del Espíritu de Dios y su Palabra, y ello se refleja en quien posee ese Nuevo Nacimiento. Ahora bien, toda la obra hecha por JESÚS mediante su Vida, sus Palabras y su Muerte se hace realidad en el ser humano, y nosotros podemos estar confiados que Dios cumplirá en nosotros lo que nos ha prometido, por el gran milagro de la resurrección; en ese sentido Pedro dice: “nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo”. Sí, debido a que JESÚS estuvo muerto y volvió a vivir, ¡nosotros también vivimos y podemos mostrar en nuestro carácter el poder de su Resurrección!
Todos los nacidos de nuevo forman la Iglesia del Señor, entre las varias figuras que se utilizan para designar a su Iglesia está la del pueblo de Dios, sí, en realidad es el pueblo de la “esperanza viva”, porque nuestra fe no descansa sobre las cenizas sagradas de un líder religioso que yace en su tumba, sino sobre la Persona viviente de JESÚS, de esta manera formamos el pueblo renacido.

Oración:
Padre eterno:
Graba en mi corazón la realidad del poder del Nuevo Nacimiento y la salvación que por tu gracia JESÚS me has dado. Grábala Señor con el poder de tu Santa Palabra y del Espíritu Santo. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
¡No hay nada comparado con el privilegio de pertenecer al pueblo renacido de Dios!

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?



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