Francisco Aular
Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria. Isaías 61:3
Vinimos a este mundo con la finalidad de aprender a adorar a Dios con todo lo que somos, lo que tenemos y lo que hacemos. JESÚS le dijo a la mujer samaritana: Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. (Juan 4:23). Adorar a Dios es el respirar normal de un espíritu que ha recibido el toque de la divinidad, y ha nacido de nuevo. El Padre quiere que se le adore, Él mismo nos dice cuáles son las cualidades que deben tener los adoradores. Adorar, puede considerarse como el reconocimiento directo de Dios, de su naturaleza, atributos, caminos y demandas. Adorar es el derramamiento del corazón en alabanza y acción de gracias. Adorar es complacer a Dios en todas nuestras acciones que como seres humanos, y nacidos de nuevo, realizamos en el transcurso de nuestras vidas en esta tierra. Adorar es el respirar de nuestro espíritu y nuestra alma. Adorar es mucho más que la música que entonamos cada domingo en nuestros templos.
Dios demanda la adoración a su Persona: “— ¡Vete, Satanás! —le dijo Jesús—. Porque escrito está: "Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él" (Mateo 4:10). El pueblo de Dios debe ser esencialmente un pueblo adorador. Eso significa que la adoración a Dios no debe ser una parte de su vida, sino la vida completa en cuerpo, alma y espíritu.
JESÚS enseñó cómo adorar a Dios, Él no hacía ningún acto milagroso sin buscar la dirección de su Padre. Igualmente, nos dice Pablo: “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo” (Colosenses 3:23).
Cuando el SEÑOR JESÚS comenzó su Ministerio, leyó el texto reseñado en Isaías 61:3 en la sinagoga de Nazaret, y al final de la lectura dijo que este pasaje se había cumplido en Él. Ciertamente, JESÚS vino a glorificar a su Padre, y nos enseñó que Dios está muy cerca de nosotros, porque Él vino a traernos su vida y su paz. Por eso, el pueblo que adora vive en una fiesta espiritual, porque Él es el Consolador de su pueblo, su corona, su sanador y para decirlo de una vez: ¡JESÚS es el todo del pueblo que adora!
Hagamos que cualquier actividad se transforme en un acto de adoración, así, nos estaremos preparando para el cielo en donde adorar será lo esencial.
Oración:
Padre bendito, Padre justo:
Hoy me rindo a Ti porque me has demostrado tu amor de muchas maneras: Me amas desde antes de que el mundo fuese; nunca me has abandonado; me diste la capacidad de disfrutar de esta vida y poner mi esperanza en mi futuro contigo cara a cara; sé que tus planes para conmigo son grandes y eternos como Tú; me perdonas cuando me salgo del camino, y por tu misericordia, me buscas y me traes nuevamente a tu senda; por todas estas cosas permíteme adorarte, amarte y servirte. Líbrame Señor de mis afanes. Líbrame Señor de mí mismo y de mi debilidad. Dame de tu fortaleza. Lléname continuamente de tu Santo Espíritu. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El pueblo de Dios debe ser esencialmente un pueblo adorador. Eso significa que la adoración a Dios no debe ser una parte de su vida, sino la vida completa en cuerpo, alma y espíritu.
Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?
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