martes, 31 de mayo de 2011

¡Upernikao!: “Somos más que vencedores”

Francisco Aular

Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:37 (NVI)

Mi epístola favorita de las trece cartas paulinas es Romanos. Romanos es la obra teológica principal de Pablo, hoy en día se le daría un doctorado solamente por esta carta. Aquí tenemos las ricas enseñanzas paulinas de la justificación por la fe, además, sistematiza las doctrinas sobre el evangelio, sobre quién es el hombre, quién es Dios, quién es JESÚS, y, quién es el Espíritu Santo. Todo eso, en un ensayo teológico magistral de 16 capítulos.
La hoja de mi Biblia que tengo marcada -y casi desgastada por el uso- es la del capítulo 8: 28-39, como dirían los jóvenes, con lo que escribió Pablo, ¡se botó!, estos versículos me inspiran, me alientan y me desafían a vivir la vida cristiana, no en mis propias fuerzas, sino en mi unión con JESÚS, ¡nada ni nadie podrán separarme de su amor! Aquí, Pablo escribe a los hermanos romanos, y no les oculta el elevado costo de la gracia de Dios. Habrá sufrimientos y muerte en el futuro para los seguidores de JESÚS, ¿eso fue solamente en el pasado?, no. Lamentablemente, hoy los cristianos están siendo perseguidos,  encarcelados, torturados y asesinados por sus enemigos gratuitos, especialmente en los países musulmanes y comunistas. No obstante, lo eterno está por encima de lo temporal: ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: “Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!” (Romanos 8:35,36).
Pablo ve a JESÚS, no como el Juez que ciertamente Él es, sino como el amoroso Señor y Salvador de los seres humanos, y así lo señalará, más adelante: Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas. A Él, sea la gloria por los siglos. Amén (Romanos 11:36 RV60, mayúsculas mía). Es pensando en la victoria del cristiano por la conquista de JESÚS al morir y volver a vivir, que el Apóstol exclama: “¡upernikáo!”, y ha sido traducido al castellano por cuatro palabras: “Somos más que vencedores”.
En efecto, cuando el ser humano abre sus espacios interiores a Dios, por medio de la fe en JESÚS, y acude a la Palabra y a la oración; cuando siente que sus soledades han sido inundadas por la presencia divina; cuando percibe que su desvalimiento e indigencia, sufrimientos y circunstancias, quedan contrarrestados por el poder y la riqueza de Dios; cuando el verdadero discípulo de JESÚS descubre que habita en él por la fe que posee y que le da solidez, la muerte no es el fin, sino el medio para el triunfo definitivo; es entonces, cuando se adueña de la verdad, y se despoja del temor a los hombres y a las circunstancias, y se rinde al SEÑOR que sirve, se da cuenta que además de Todopoderoso es también Todoamoroso; tiene la seguridad de que Dios es “su” Dios,  el SEÑOR es “su” Padre, que su Padre lo ama y lo envuelve, se compenetra con él y en él, y lo acompaña no solamente en el más acá, sino también en el más allá; Dios es su fortaleza, su seguridad, su certidumbre, su todo, y por tanto, su liberación total…, entonces: ¡uperninikáo!: “somos más que vencedores”.

Oración:
Señor no busco el sufrimiento ni el martirio, eso sería una enfermedad, pero si es por tu causa que me toca, dame el valor que le das a los doscientos mil, que en este año están sufriendo y muriendo por Ti; ayúdame a vivir y morir en la certeza que soy “más que vencedor”. En el nombre de JESÚS, amén.

Perla de hoy:
Experimentamos paz y no pánico, cuando sabemos que “somos más que vencedores” en el poder de Dios.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

lunes, 30 de mayo de 2011

Cómo orar

Francisco Aular

Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: -Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. Lucas 11:1 (NVI)
Federico iba por una calle oscura de una gran ciudad. Como es lógico, sentía algo de temor. Se dio cuenta de que dos individuos lo seguían, quiso correr, pero ya era tarde. Uno de los hombres, sacó un arma de fuego y le dijo: "¡Esto es un asalto, la cartera o la vida!" En esos instantes sus pensamientos lo llevaron a su madre, una gran cristiana, una mujer de oración. Entonces, Federico oró tan rápido como pudo: "¡Oh Dios de mi madre, ayúdame! Si me sacas de ésta, te prometo que le voy a hacer caso a mi mamá, y este domingo voy a la iglesia pase lo que pase, y si quieres me convertiré en un misionero, pero, ¡sálvame!". Inmediatamente una patrulla de la policía apareció, y los ladrones, al escuchar la sirena, dejaron a Federico y huyeron a toda prisa. Federico, miró al cielo y dijo: "¡Señor, olvídate, ya solucioné mi problema!".
Creo que la oración es mucho más de lo que Federico y nosotros pensamos. La oración es hablar con Dios, no solamente en el momento de un inminente peligro. La oración es la respiración del espíritu. La oración es el deleite del alma. La oración es el ejercicio de nuestro cuerpo en búsqueda de lo eterno. La oración para el cristiano nacido de nuevo, no es un rezo repetitivo de palabras que alguien escribió. La oración surge de nuestra verdadera relación con Dios, tal y como le ocurría a JESÚS con su Padre. El Padre Nuestro es la oración modelo y nuestra oración debería tener los elementos de alabanza y reconocimiento al Padre; apartar y apartarnos un instante para Dios; solicitar al Padre que su Reino es decir, todo su sistema de valores venga a nosotros y esté en nosotros; es pedir que su voluntad, que siempre es agradable y perfecta sea hecha en la tierra como en los cielos; es postrarse en gratitud por el pan que nos da cada día; es perdonar para ser perdonado, reconocer nuestras debilidades, y por sobre todo, saber que su Reino no es temporal, sino eterno. Y ante todo amigos: La oración es acción, porque la oración sin acción es ilusión.
Al finalizar nuestra oración debemos hacer caso a lo que nos dijo el SEÑOR, y es que debemos pedir en su Nombre: "Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14:12-14. NVI).

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Bendito sea tu Nombre por eres digno de recibir la gloria y el honor! Hoy te agradezco por las provisiones diarias que me das y que llenan mis necesidades humanas. Tu perdón me lo has dado, y al mirarme humillado como un pecador delante de Ti, me facilita el que pueda perdonar a los me ofenden. Confío en Ti para vencer toda tentación, y para lograr lo que Tú más anhelas de mí, ser el hombre que Tú quieres para que ayude a la extensión de tu Reino en toda la tierra. Ayúdame Señor para orar, ponerme en acción y vencer. En el nombre de JESÚS, amén.

Perla de  hoy:
No existe nada demasiado pequeño o demasiado grande que no podamos llevar al Padre en oración.

Interacción:
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viernes, 27 de mayo de 2011

Adiós a Roberta

Francisco Aular

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará. Daniel 12:4 (RV60)

En la ciudad de Toronto, donde vivo, el invierno arrecia entre enero y febrero, así que en una mañana de enero de 1991, había caído nieve en abundancia; aquel era mi primer invierno en Toronto, y mi familia y yo lo disfrutábamos. Caminé hacia la entidad bancaria más cercana, para abrir mi cuenta personal; mis pasos eran cuidadosos para no resbalar en algunos lugares del trayecto, que en vez de nieve, tenían hielo, el viento frío era como el filo de una hojilla en mi cara, y casi traspasaba todo mi vestuario de invierno, pero mi marcha era lenta y temblorosa, no sólo por el frío, la nieve y el hielo, sino por el miedo a que mi escaso inglés me sirviera para dar todos los detalles necesarios para abrir una nueva cuenta bancaria. Por fin, llegué, enseguida me dirigí a una de las ventanillas de la agencia, allí estaba ella, con una sonrisa maravillosa, como diciéndome bienvenido, medía como un metro ochenta centímetros, tenía una blusa roja y falda azul, sus cabellos rubios caían sobre sus hombros formando un arco detrás de su rostro, sus ojos eran tan azules, como las aguas del Lake Louise en Alberta. Me dijo en su perfecto inglés (traduzco): “mi nombre es Roberta Hutchinson”, yo me presenté advirtiéndole, lo que ella notaría, que mi inglés era muy pobre; le dije de donde era, y ella respondió: “Ah, del país de las mises y de la isla de Margarita”, eso lo entendí y me dio ánimo para seguir conversando. Roberta me habló despacio, y así llenamos todas las preguntas del cuestionario, me dio una libreta, una chequera y las instrucciones de cómo usarlas; salí. Lo que Roberta no sabía -ni yo tampoco- era que por siete largos años llegaríamos a una verdadera amistad. Era como un juego que teníamos cada vez que iba al banco, otras ventanillas podían estar abiertas pero ella me hacia una señal y yo me dirigía a la de ella; me orientaba al revisar los estados de cuenta y corregía cuando algo no le gustaba; sus consejos, como mi asesora voluntaria en el manejo de mi cuenta, yo los seguía al pie de la letra. Roberta conoció a Mary, mi esposa y a los cuatro muchachos nuestros, que llegaron a ser parte de la conversación: “¿Cómo le va a Daniel en su nuevo trabajo? ¿Cómo estuvo el matrimonio de Mary Ruth y César? ¿Dejará Mary Ruth la Universidad o seguirá estudiando?”. Cuando regresábamos de viaje de Venezuela, nosotros le traíamos algunos de esos regalitos de recuerdo, y ella nos decía que los coleccionaba. Nuestra amistad creció y a medida que nuestro inglés mejoraba, podíamos llegar más lejos en nuestras conversaciones, por eso supe que su esposo y ella, tenían planes para la jubilación, que sería en un par de años.
Un día descubrí al entrar al banco que estaban haciendo un par de huecos grandes en la pared de la entrada, allí pusieron dos máquinas. A la semana siguiente, un hombre de seguridad se me acercó, mientras hacía la fila en donde estaba nuestra amiga Roberta, el hombre me dijo: “Desde la próxima semana, todas las gestiones de rutina tendrá que hacerlas por el cajero automático”. Nunca olvidaré la mirada que me hizo Roberta, ella sabía lo que el hombre estaba diciéndome. Hubo un silencio inusual aquella mañana entre Roberta y yo, ambos sabíamos que la hora de la despedida había llegado, disimulamos las lágrimas cuando le dije: “¡Adiós Roberta!”…

Oración:
Padre eterno:
Ayúdame a valorar que lo que tú quieres conmigo es una relación personal, en la cual pueda correr tu amor, y ese amor vaya a través de mí para otros. En el nombre de JESÚS, amén.

Perla de hoy:
No dejemos que ciencia y la tecnología nos separen de Dios y de los otros seres humanos.

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jueves, 26 de mayo de 2011

Refugio para el alma

Francisco Aular

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46:1 (RV60)

Teníamos en aquellos días, una preciosa juventud asistiendo a la iglesia, eso era durante mi primer pastorado, yo tenía entonces 27 años. Era joven, así que desafié a la juventud a subir una pequeña montaña muy cerca de la ciudad. Jóvenes al fin, ¡aceptaron el desafío llenos de entusiasmo e ilusión! La idea era subir la montaña el viernes por la tarde, dormir allí y luego descender el día sábado por la tarde. Eso sí, todos debían llevar sus Biblias e instrumentos musicales. Con mucho ánimo emprendimos la subida, no era tan fácil como se veía desde lejos. De repente, toda la montaña se oscureció, una tormenta nos amenazaba. Pensé, si nos mojamos, nos enfermaremos sin remedio. Hice una de mis oraciones de emergencia: “¡Padre, tú eres nuestro refugio espiritual pero encuéntranos uno físico, por favor!” Nuestro guía, un joven explorador, exclamó: “¡Allí está un refugio!”, corrimos y llegamos justo a tiempo. Conquistamos la montaña, y dormimos en la cumbre.
Pues bien, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60). Ciertamente, Dios es una morada segura en las tormentas de la vida. Se dice que el promedio actual de longevidad es de 25.550 días. ¿Qué podemos hacer en tan breve paso por esta vida temporal? Como dice la Biblia, en el Salmo 90: “Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer”, para Dios no existe el tiempo, en comparación con Él, vivimos aquí nosotros, nada más que ¡veinticuatro horas¡ Para los incrédulos el tiempo se mueve entre los extremos que van desde la cuna hasta la tumba. “Un poquito de tierra encima y todo se acaba”, dicen algunos, otros añaden: “El mundo se acaba para el que se muere”, con tales criterios, uno pensaría que viven de otra manera, pero no es así, disfrazan el morir de muchas maneras, y hacen lo posible por hacerse la idea de que vivirán aquí para siempre. Moisés, nos advierte sobre la brevedad de nuestra vida aquí en la tierra. La vida es como “una de las vigilias de la noche” -sabemos que según el pensamiento hebreo, la noche tiene cuatro vigilias de tres horas cada una- y sigue diciendo: “Los arrebatas como con torrentes de aguas…”, la idea sugiere, la precipitación como caída, la rapidez y la fugacidad como marcha.
Vivo, junto a mi familia, a hora y media de esa gran maravilla llamada las Cataratas del Niágara, y no me canso verlas, de respirarlas, de oírlas. No importa la estación del año, siempre son bellas. Ochocientas toneladas de agua por segundo se desprender de una manera maravillosa; en días soleados se forman arcoíris a su alrededor, y éstos aumentan la belleza ante nuestros ojos. Bueno, el ser humano es como una gota de agua de ese torrente majestuoso. Como lo dijo el poeta Jorge Manrique en sus Coplas:
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir…
Sin embargo, nuestro Dios es el refugio del alma. Como seres humanos, algún día vendrá la aurora en la cual traspasaremos el umbral del más allá, de la muerte, pero como en el torrente del Niágara, el arcoíris de la esperanza de la resurrección, nos dará la bienvenida al maravilloso futuro que nos espera por haber puesto toda nuestra confianza en JESÚS, y haber vivido para Él. Para el cristiano nacido de nuevo, esta vida es solamente un ensayo de la verdadera vida que es para siempre al lado de nuestro amado Señor y Salvador JESÚS: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).  
Encontramos en la historia, ilustraciones muy hermosas de lo que estamos afirmando en este devocional. Se nos cuenta que en 1940 la tragedia se cernía sobre Europa, y Hitler se disponía a lanzar su gran ofensiva militar, entonces el rey Jorge VI de Inglaterra, llamó a la oración e igualmente él mismo escribió una, que dio ánimo a su pueblo: “Dije al anciano que cuidaba la puerta del año nuevo: “¡Dame, te pido, un camino y una luz para el camino!”, y el anciano que cuidaba la puerta del año nuevo me respondió:
-Penetramos en las tinieblas. Pon tu mano sobre la mano de Dios y Él será para ti mejor que un camino y más que una luz para ese camino,” porque: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60).

Oración:
Amado Padre Celestial:
Muchas son las pruebas y tribulaciones que me rodean. Hoy pongo mi confianza en ti porque eres mi refugio eterno. Contigo no hay tormenta que pueda amenazarme y que no podamos enfrentar los dos. Ayúdame a poner mi mirada en ti y a ver los arcoíris de esperanza de que mi triunfo y victoria final son seguros. En el nombre de JESÚS. Amén

Perla de hoy:
Cuando Dios es nuestro refugio estamos preparados para morir y también para vivir.

Interacción:
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lunes, 23 de mayo de 2011

¡Velad!

Francisco Aular                                           
faular@hotmail.com


Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Mateo 25:13 (RV60)

“El mundo se acaba el 21 de mayo de 2011”, dicen los carteles que todavía están en algunas carreteras de Estados Unidos y Canadá. Sé que también el movimiento patrocinado por Harold Camping, se hizo mundial. Sin embargo, el 21 de mayo, vino y se fue. Ya es historia. Lo que puedan decir los que suponían que poniéndole día y hora a la venida del Señor, Él lo haría, suena a excusa. Pero no obstante, no deja de impresionarme, la cantidad de personas que creyeron, se enlistaron y pusieron tiempo y dinero confiando solamente en las aseveraciones de un ser humano. Es admirable el despliegue de tantos misioneros llevando un falso mensaje en tan poco tiempo. Aquí se cumplen las palabras del Señor JESÚS, cuando dijo acerca de estos días que vivimos: “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24 RV60) Pero no perdamos de vista, la lección que encontramos ante el surgimiento, aún entre los propios escogidos de situaciones como éstas, por lo tanto: ¡Velad!
Pues bien, aquí estamos entre la tristeza y frustración de los seguidores de Harold Campin, y las burlas de siempre de los incrédulos. Pero el mensaje verdadero es el mismo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.” (Mateo 25:13) Y tenemos también un versículo de oro que estos días hemos utilizado para aferrarnos a él y ayudar a muchos que dudaban: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (Mateo 24:36) Pero en todo caso, el cumplimiento de las profecías bíblicas, siguen vigentes: ¡JESÚS vuelve! ¡El Rey ya viene! Y por lo tanto: “¡Velad!
¿Por qué debemos sostener la doctrina del Retorno de JESÚS?
Conocer esta verdad bíblica estimula al creyente para ser un buen mayordomo –un buen administrador- de lo que Dios nos ha dado. Lo enfoca en el hecho de que estamos en este mundo de una manera temporal, somos extranjeros sin visa de residencia permanente aquí.  Así como no sabemos ni el día ni la hora de la vida del Señor JESÚS, tampoco sabemos ni el día ni la hora en que tendremos que salir de este mundo. Otro aspecto en que la doctrina de la segunda venida de Cristo nos ayuda, es que nos consuela y anima; nos alienta en las pruebas y tribulaciones; nos conforta en medio de nuestras enfermedades, tanto las nuestras como las de los demás; nos revela la verdad de que vivimos en un mundo injusto, y es en vano, esperar que nos van a tratar mejor por el simple hecho de ser cristianos, nacidos de nuevo; nos da un carácter lleno de amor, fe y esperanza que no lo podrá extinguir ni las persecuciones, ni las cárceles y ni la muerte: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4). Igualmente, tener la seguridad del Retorno de Cristo, nos lleva a los cristianos, nacidos de nuevo, a llevar el mensaje de la salvación y la obra misionera a gran alcance: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mateo 24:14 RV60). Este es el llamado permanente al pueblo de Dios, en todas partes de mundo: ¡Velad!

Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
¡Te alabo en esta hora porque tu plan de salvación para todo aquel que te busque es perfecto! El conocimiento de tu tiempo, no está atado al criterio de ningún ser humano, ni bajo el poder y dominio de ninguna entidad espiritual. Solamente tú, sabes el día y la hora ¡Eso me da gozo y paz porque estar en tus manos y bajo tu voluntad, es todo para mí! Ayúdame a proclamar este Evangelio hasta el final de mis días en el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
Estar en alerta ante la Segunda Venida del Señor le da un verdadero propósito para vivir.

Interacción:
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Y en respuesta a ello…
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viernes, 20 de mayo de 2011

El Rey ya viene (2)

            
Francisco Aular                                             
faular@hotmail.com
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Apocalipsis 19:11 (RV60)

“¡Toda la Biblia me gusta pero me da miedo leer el Apocalipsis!” Me confesó, la mujer del matrimonio que yo estaba encaminando en el estudio de la Biblia. En realidad, el Apocalipsis o la revelación de Dios, es el relato final de Su plan para el ser humano. Tenemos que reconocer que tal vez es el libro más difícil de entender de toda la Biblia, debido a su lenguaje enteramente escatológico y simbólico que el autor escogió deliberadamente con el propósito de ser entendido nada más que por los receptores de esta carta. Sin embargo, como lo dice el teólogo español, doctor Francisco Lacueva, en su libro Apocalipsis: “Es el libro que cierra con broche de oro las Sagradas Escrituras, pues describe el triunfo final del Señor contra el mal, hasta introducirnos en el Paraíso Restaurado para toda la eternidad (…) De entre todos los libros de la Biblia, éste es, sobre todo, el libro por antonomasia para nuestros días(…) Cuando un Estado se exalta a sí mismo y demanda de los cristianos una sumisión que no pueden prestarle sin arriesgar sus propias almas, siempre que la Iglesia es amenazada de destrucción, cuando la fe se torna débil y los corazones se enfrían, entonces Apocalipsis amonesta, levanta y anima a cuantos prestan atención a su mensaje.”
Por otra parte, a los que nieguen la existencia de Dios, el Apocalipsis les parece fantasioso e irreal. Sin embargo, en la historia de los héroes del cristianismo, los que han sufrido persecución, cárceles y muerte por su fe en JESÚS, ningún otro libro de la Biblia, les trajo mayor consuelo y esperanza que el Apocalipsis. Juan su autor material, sin duda fue inspirado por el Espíritu Santo para señalarnos a los cristianos nacidos de nuevo, el triunfo final del Señor, el cual se iniciará con el rapto de la iglesia para reunirse con Él, en el cielo, y poco tiempo después, Su segunda venida, cuando vendrá con Su Iglesia para dirigir los destinos de un mundo nuevo.
Con mucho gozo nos preguntamos: ¿Cómo será la Segunda Venida del nuestro Rey y Señor? La Palabra nos responde que, el Rey ya viene, y será visible. ¡Lo veremos! Tanto los creyentes como los incrédulos: “¡Miren! Él viene en las nubes del cielo. Y todos lo verán, incluso aquéllos que lo traspasaron. Y todas las naciones del mundo se lamentarán por él. ¡Sí! ¡Amén!.” Apocalipsis 1:7 (NTV); El Rey ya viene, victorioso: Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. El Rey ya viene para juzgar con poder y majestad. En efecto, el caballo, simboliza en la Biblia, fuerza, poder, guerra y conquista. ¡JESÚS, el Fiel y Verdadero regresa para realizar la parte final en la Historia de la Salvación! ¡No vendrá sobre un pollino como lo hizo en Jerusalén, en la semana de Su pasión y muerte! Aquella jornada realizada por JESÚS simbolizaba sumisión y muerte. ¡Pero cuando retorne la segunda vez, vendrá cabalgando sobre un caballo blanco, que es un símbolo de victoria, de honor, de majestad y de conquista! “…y con justicia juzga y pelea.” ¡JESÚS Vendrá como Rey y Señor! La legitimidad de Su gobierno, estará basado en haberse “humillado hasta la muerte y muerte de cruz”, JESÚS, nació como nadie nació, vivió como nadie vivió, murió como nadie murió; pero también resucitó como nadie resucitó: “Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de JESÚS, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor  para la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9-11 NTV)
Ayer leí en la prensa la definición que un comentarista político español, hace de la situación de su país: “Estamos en una maravillosa confusión”… ¡Ningún hijo de Dios puede andar en una “maravillosa confusión” en cuanto a las pocas profecías de la Biblia que quedan por cumplirse! Es cierto, no podemos andar poniéndole fechas al Señor, porque: “Del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.” (Mateo 24:36 RV60) Pero también debemos hacer caso al Apóstol cuando nos aconseja: “No menospreciéis las profecías.” (1 Tesalonicenses 5:20 RV60)  Sí, el Rey ya viene para arrebatar a los suyos para llevárselos al cielo, y después, vendrá con ellos para conquistar a este mundo para siempre. ¿Formará parte de este maravilloso plan de Dios? ¡Usted decide!

Perla de hoy:
Tienes motivos genuinos para estar contento y sin miedo, si esperar al Rey que viene ya.

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jueves, 19 de mayo de 2011

El Rey ya viene

Francisco Aular                                            


¡Miren! Él viene en las nubes del cielo. Y todos lo verán, incluso aquéllos que lo traspasaron. Y todas las naciones del mundo se lamentarán por él. ¡Sí! ¡Amén! Apocalipsis 1:7 (NTV)


Los historiadores nos cuentan que a fines del siglo X, al acercarse el año mil, se produjo una gran consternación en parte de la cristiandad. Predicadores que fungían de profetas, anunciaban la aproximación del retorno de JESÚS, nuestro Rey, en su segunda venida a este mundo. Fueron muchos los cristianos que vendieron sus propiedades, repartieron sus riquezas y se retiraron a la vida solitaria con el fin de prepararse para el magno acontecimiento. Otros, hacían penitencias, arreglaban cuentas con sus enemigos, cumplían promesas y se entregaban a los más nobles actos de devoción. Sin embargo, hubo cristianos que optaron por actividades más efectivas. Fueron aquellos que pensaron que si JESÚS habría de volver otra vez al mundo, lo mejor sería disponer las cosas de tal manera, que el Señor se sintiese complacido al retornar. Trataron de embellecerlo todo para Él. Además, edificaron hermosas capillas y hermosas catedrales. Se dice en la historia del arte que así fue como se inició en la arquitectura el alto estilo romántico.
Muchos han fracasado al ponerle fecha en el calendario a la segunda venida de Cristo. La segunda venida de JESUS es segura, tal y como lo es nuestra salvación por la fe en Él. Pronto, muy pronto, el Rey volverá y no podemos ignorarlo o ser indiferentes. ¡La esperanza en el cristianismo no se consigue al ponerla en nuestro mundo actual confundido, injusto y temporal! El mismo JESÚS, su evangelio y retorno son nuestra única esperanza. Muchas personas a nuestro alrededor andan buscando desesperadamente a alguien en quien confiar, una canción que cantar, y un credo en el cual depositar su fe. A menudo, recibo llamadas y correos de personas desesperadas y tristes por las distintas presiones de las demandas normales de la vida, a ellos les aconsejo, y digo, “la tristeza mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, pero la esperanza mira al cielo”. ¡Existe un maravilloso futuro para el cristiano nacido de nuevo! No todo está perdido. JESÚS estuvo aquí hace dos mil años, y retornará de una manera grandiosa y final. Creo que vendrá con un manojo de llaves en su mano, y dirá, “¡Vengo por lo mío! ¡Vengo a cerrar este negocio y a abrir uno nuevo!”… Sobre las cenizas de un mundo pasado tendremos la Nueva Jerusalén: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido” (Apocalipsis 21:1,2 RV60).
Sí, ¡el Rey ya viene!, como lo dice la letra del precioso himno de Gloria y William Gaither, el cual será nuestra oración hoy:

El comercio ya ha cesado, el bullicio terminó,
Los talleres se han cerrado, la cosecha, se dejó;
En las casas no hay labores, en las cortes no hay ley;
El planeta ya está listo para recibir al Rey.
Coro:
¡Oh el Rey ya viene, el Rey ya viene!
Ya sonó la gran trompeta, y su rostro veo ya;
¡Oh el Rey ya viene, el Rey ya viene!
¡Gloria a Dios! ¡Él viene por mí!
En los rostros sonrientes que conocen la verdad,
Se ven vidas redimidas que ya tienen libertad;
Se ven niños y ancianitos que sufrieron gran dolor,
Tienen ya salud y gozo, gracias a su Redentor.
Coro:
Oigo carros que retumban porque vienen a anunciar,
La victoria de la vida y el final de la maldad.
Togas reales se reparten, la tribuna lista está,
Y el gran coro de los cielos canta gracia, amor y paz.
Himno número 126 (Himnario de Alabanza Evangélica, Editorial Mundo hispano, 1997)
 
Perla de hoy:
La certeza de que el Rey viene, explica al Evangelio de la fe, la esperanza y el amor.
 
Interacción:
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Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?

miércoles, 18 de mayo de 2011

El retorno de JESÚS

Francisco Aular                                            

Sobre todo, quiero recordarles que, en los últimos días, vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos. Dirán: « ¿Qué pasó con la promesa de que Jesús iba a volver? Desde tiempos antes de nuestros antepasados, el mundo sigue igual que al principio de la creación». 2 Pedro 3:3,4 (NTV)

No me burlaré este próximo sábado 21, cuando no se cumpla lo que Harold Camping y su gente anda gritando a los cuatro vientos de este planeta: ¡El fin del mundo! Básicamente, con todos los cristianos de todos los siglos, creemos en el retorno del Señor JESÚS, y con ello, el final de la historia como la conocemos, tal evento será un hecho. Nos diferenciamos en la forma de cómo será ese magno evento. También creemos que es una temeridad ponerle fecha a ese gran acontecimiento, pues, el Señor dijo: “Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán estas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Sólo el Padre lo sabe.” (Mateo 24:36 NTV)
En los días del apóstol Pedro, quién había andado con el Señor JESÚS en Su ministerio terrenal; había visto Su pasión y muerte en el Calvario; y testigo valioso de Su resurrección y había recibido todas las últimas enseñanzas, durante cuarenta días en que JESÚS resucitado, compartió con Sus discípulos; también había sido un triste testigo de la despedida de su amado Señor –recordará que las despedidas nunca son alegres-, sí, Pedro había sido testigo de la ascensión del Señor: “Viéndolos ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hechos 1:9) Todavía en la mente del apóstol, resonaba la voz angelical diciendo: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo JESÚS, que ha sido tomado de vosotros, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11)
Sin embargo, unos cuarenta años después de aquellos acontecimientos, había gente que se burlaba de aquellos discípulos, testigos de todas esas cosas. Pedro, explica dos razones por las cuales, debemos entender, la tardanza del Señor en no regresar en aquellos días, como Sus apóstoles mismos lo anhelan y esperaban. Es Su paciencia y Su tiempo; la verdad es que Dios no tiene un calendario como los nuestros, ni tampoco un reloj en Su muñeca, porque el tiempo de Dios no es el mismo tiempo humano: “Sin embargo, queridos amigos, hay algo que no deben olvidar: para el Señor, un día es como mil años y mil años son como un día. En realidad, no es que el Señor sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Al contrario, es paciente por amor a ustedes. No quiere que nadie sea destruido, quiere que todos se arrepientan.” (2 Pedro 3:8,9 NTV) ¡Tiempo y paciencia divinos son los espacios que nos separan del retorno del Señor JESÚS!
El retorno de JESÚS, será en el tiempo de Dios Padre, y no el nuestro. Eso, sí, ojalá le quede claro que esta venida del Señor, será en dos gloriosos eventos: El arrebatamiento y Su segunda venida. En el primer evento, Él no pondrá Sus pies en la tierra, sobre aquellas nubes que le ocultaron en Su ascensión, convocará a los Suyos, a su Esposa, la Iglesia. En el segundo evento, Él vendrá con los Suyos, pondrá sus pies sobre la tierra y  juzgará a este mundo burlón e indiferente que ha preferido ignorarlo que recibirlo en sus corazones y con Él, el regalo de la salvación; aún sabiendo que la vida humana es breve, se convierten en ignorantes voluntarios: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (2 Pedro 3:10)
Es nuestra responsabilidad, pese a las burlas, cárceles y aun la muerte, proclamar Su mensaje pase lo que pase, ¡JESÚS vuelve! Es tiempo de búsqueda de Dios, no únicamente para salvarlos del fuego eterno; sino también para agradecerle Su amor y esperanza, y convertirnos en Sus fieles aliados para alcanzar a este mundo para Su honra y gloria, antes de Su retorno. Sí, el evento que se aproxima sin mucho aspaviento, ni señales será, el arrebatamiento de la Iglesia, son millones de millones que han aceptado esta verdad, y que hemos oído con nuestro espíritu y el alma, la voz clara, segura y eterna de nuestro amado JESÚS, que nos dice: “Ciertamente vengo en breve”, y llenos de fe, les decimos: Amén; sí, ven Señor JESÚS” (Apocalipsis 22:20)

Oración:
Mi amado Padre Celestial:
Me conmueve esta verdad de tu pronto regreso, o tal vez, de mi pronta ida hacia ti. Bendito seas amado Padre, esta verdad me coloca en el verdadero propósito para vivir, soy nada más un extranjero con visa de residente en este mundo injusto; esta verdad me consuela en las diversas pruebas que como ser humano participo; esta verdad me estimula para anunciar este mensaje a lo que no han conocido a mi amado JESÚS como Señor y Salvador. ¡Bendito eres mi Dios! En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
¿Qué haría si JESÚS volviera hoy? Haría lo mismo de todos los días, servirle. Sin esperar nada más porque me ha dado todo.

Interacción:
¿Qué te dice Dios hoy por medio de su Palabra?
Y en respuesta a ello…
¿Qué le dices tú a Él?