Francisco Aular
SÁBADO, 6 de enero de 2024
Lectura devocional: Marcos 2:13-17
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Marcos 2:17
“A solas al huerto yo voy,
Cuando duerme aún la floresta,
Y en quietud y paz con Jesús estoy
Oyendo absorto allí su voz”. *
Muy temprano y Biblia en mano, me fui al parque y caminé un kilómetro, allí estaban unas bancas y una mesa, el “Bow River”, el río que nace en las montañas rocosas de la Provincia de Alberta me acompañaba otra vez; me dio la bienvenida con sus aplausos sobre las rocas, muy cerca de mí. Yo sentía esa necesidad espiritual de tener un tiempo largo con mi amado SEÑOR JESÚS. Absorto en mis pensamientos tomé mi lugar, problemas y sufrimientos, ajeno a todo cuanto había a mi alrededor, tardé en percibir el fulgor de Su presencia. Allí estaba a mi lado, mi SEÑOR y REY, presente en todo lo que hago, aun antes de nacer, pero su gracia es mayor en situaciones especiales de mi vida.
“El conmigo está, puedo oír su voz,
Y que suyo, dice, seré,
Y el encanto que hallo en Él allí,
Con nadie tener podré”.
Me miró fijamente desde la remota profundidad de Su tiempo, y con voz cálida y plena de afecto, sentí, en lo sensible de mi espíritu, que me dijo: “¿Sabes que te escogí para mi servicio desde el vientre de tu madre? ¡Y en día de tu nacimiento, yo estuve allí con los dolores de la mujer que dio a luz! ¿No fui yo el que te tomó de la mano derecha y te llevó al hospital cuando eras un niño de nueve años y estuviste enfermo?”. Siguió diciendo, “¿quién crees que puso en el corazón de aquel médico el mismo tipo de sangre que la tuya, y, además, el amor como para que compartiera su sangre contigo?”
“Tan dulce es la voz del Señor,
Que las aves guardan silencio,
Y tan sólo se oye su voz de amor,
Que inmensa paz al alma da”
Y así fue enumerándome una a una Sus bendiciones para conmigo. Agradecido, iba a decirle muchas cosas, pero Él continuó: “¿Por qué te empeñas en librar tus combates solo, sin llamarme? ¿Por qué no confías en mí? ¿Es que acaso no he estado a tu lado en peores circunstancias, aconsejándote y ayudándote a vencer las dificultades? ¿Te llamé acaso porque tú fueras justo? ¿Me escogiste tú a mí, o fui yo quien tomó la iniciativa de abandonar la gloria por ti, hace dos milenios? Tu indiferencia es una ofensa al amor que te tengo".
“Con Él encantado yo estoy,
Aunque en torno llegue la noche,
Más me ordena ir, y a escuchar yo voy,
Su voz doquier la pena esté”.
Me sentí avergonzado. Todo cuanto me dijo era cierto. No pude responderle, pero tampoco era necesario, pues Él conoce mis pensamientos y responde a mis preguntas antes de que yo llegue a formularlas. Mi amado SEÑOR cada vez que comienza algo lo termina, así que prosiguió: "Mi Palabra, en vez de alimento y disciplina para tu alma y espíritu, sólo es una herramienta para ti. Te sientes solo porque tu fe es frágil. Crees en mí, pero dudas. Admites mi existencia, pero tratas de resolver tú solo las situaciones que no puedes controlar sin mi ayuda. Crees, pero más con temor que con esperanza. Te quedas a medio camino entre tus temores y mi ayuda. No terminas de entregarte a mí con todas tus penas y tus alegrías, con tus angustias y temores, con tus virtudes y debilidades; con todo tu ser".
“El conmigo está, puedo oír su voz,
Y que suyo, dice, seré,
Y el encanto que hallo en Él allí,
Con nadie tener podré”.
El tiempo pasó; pero en aquella mañana, en mi tiempo devocional, comprendí que había muchas cosas que no estaba confiándole a JESÚS. Trabajaba para Él, pero estaba lejos de Él. Las notas y letra de uno de mis himnos favoritos, otra vez, cobraron vida para mí, y las canté en profunda adoración:"/Él conmigo está, puedo oír su voz, y que suyo dice seré; / Y el encanto que hallo en Él allí, con nadie tener podré/". Me humillé y nuevamente, recordé de dónde había venido, de dónde, Él por su gracia, me había sanado y salvado. No había nada bueno en mí, excepto, Su Espíritu, Su Vida Zoé. Sentí triunfo al saber que yo soy de Él, y derramé lágrimas de gozo delante de Su presencia y de Su Palabra. Otra vez, el bálsamo de la seguridad de mi salvación fue derramado sobre mi cabeza y cubrió todo mi ser de pecador arrepentido. Porque como lo dijo el apóstol Pablo después de mucho años de conocer al Señor: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1:15b).
Ciertamente, Él ha venido para que gente como tú y como yo, le sirvamos a pesar de todo lo que somos. Así es Él. ¡Ninguno de los deleites de este mundo, se puede compartar como el estar a solas con JESÚS!
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE AMADO:
¡Gracias por llevarme de Tu mano y no dejarme! Aquí estoy pidiéndote que me des Tu gracia y tus misericordias para seguir avanzando hacia lo que debo ser como Tu hijo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Alabe al SEÑOR por su presencia en nuestros esfuerzos en el Reino, a pesar de nuestras imperfecciones de cristianos en construcción.
* Austin Miles, tr. Vicente Mendoza, ENHP# (CBP,1955)
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