Lectura devocional:
¿Cómo cantaremos la canción del SEÑOR en tierra extraña? Salmo 137:1-6 (LBLA)
En el hospital en donde me encontraba, tendido en una camilla por varias horas, esperando mi segunda hospitalización de aquel mes de enero de 2012, mientras me llevaban de un lado a otro para los exámenes de rigor, en el Servicio de Emergencias, veía el movimiento de médicos, enfermeras y técnicos, luchando con diversos tipos de casos; sentía que aquella era una zona, donde los hombres y mujeres de ciencia, luchan contra las enfermedades, con la satisfacción de rescatar a los enfermos que se encuentran entre la vida y la muerte.
¡Allí no existe tiempo para otra cosa que no sea la atención a los enfermos! Veía a la enfermera jefa, creo que era de Haití, de unos cincuenta años, ella iba de un lado al otro, orientando a las enfermeras más jóvenes, atendiendo a los enfermos que ingresan y siguiendo y haciendo cumplir las órdenes de los médicos.
El horario de trabajo allí, son de doce horas, y la enfermera tal vez, de la India que me atendía, no dejaba de vigilarme ni a mí, ni al monitor que marcaba los vaivenes de mi corazón. Me preguntaba a cada rato de mi situación y me traía medicamentos, así como alguna sábana o cobija para abrigarme. Mary, mi esposa y nuestros hijos Rubén y Mary Ruth, estaban allí. Más temprano había notado que Mary Ruth, nuestra directora de alabanza de la iglesia, había llegado trayendo consigo: La Biblia y el himnario. En el reloj de la pared, anunciaba que se acercaban las ocho de la noche, y le dije a mi familia: ¡Vamos a cantar! Mary Ruth buscó en el himnario mis himnos favoritos, y empezamos a entonarlos, entre ellos: En Jesucristo, el Rey de paz. Mary, con su voz de soprano, Mary Ruth contralto, Rubén bajo, y yo, desde mi dolor en la camilla, hice el tenor. Obviamente no cantábamos con nuestras voces en alto volumen. Al oírnos. Sentí que las bellas notas del himno salían de nuestro cuarto, pasaban por la División de Enfermería e igualmente se marchaban lejos por los pasillos y los otros cuartos.
Me imaginaba que en alguna parte haría tanto bien, como nos hacía a nosotros entonarlos. De repente, dos personas entraron, y se pusieron a cantarlos con nosotros, cuando se acercaron, inmediatamente, las reconocí, eran la enfermera jefa y la enfermera que me atendía. La primera colocó uno de sus brazos por encima del hombro de Mary Ruth, nos hizo señas para que siguiéramos cantando, y exclamó, entre lágrimas: “¡Este canto era el himno favorito de mi abuela, y lo voy a entonar en nuestro idioma!” Eché una mirada a mi enfermera, y con sus brazos en alto lo cantaba en inglés. ¡Así que esa noche allí en hospital el SEÑOR fue alabado en español, francés e inglés! La enfermera jefa, abrazo y besó a Mary Ruth y nos expresó secándose las lágrimas: “¡Gracias por hacerme recordar al SEÑOR y a mi abuela que ya está con Él!” Las enfermeras salieron. Nosotros nos quedamos orando y agradeciéndole al SEÑOR, que ante la pregunta del salmista. Le respondimos, sí…Sí, se puede cantar en tierra extraña… Si se pueden entonar: Canciones en el dolor.
En Jesucristo, el Rey de paz
Fanny J. Crosby (1820-1915)
Traducción Monfort Díaz
I
En Jesucristo, el Rey de paz
en horas negras de tempestad,
hallan las almas dulce solaz,
grato consuelo, felicidad.
Coro:
Gloria cantemos al Redentor
que por nosotros vino a morir;
y que la gracia del Salvador
siempre proteja nuestro vivir.
II
En nuestras luchas, en el dolor,
en tristes horas de tentación,
Cristo nos llena con su vigor,
Y da aliento al corazón.
III
Cuando luchamos llenos de fe
y no queremos desfallecer,
Cristo nos dice: “Siempre os daré
gracia divina, santo poder.”
(Himnario Bautista #323, EMH, 1997)
Oración:
PADRE SANADOR:
Imprégname del amor y la pasión de JESUCRISTO de tal manera que yo pueda honrarte y glorificarte por dondequiera que vaya. Ayúdame para inspirar a otros con ese mismo sentir. En el nombre de JESUS. Amén
Perla de hoy:
Cuando amamos al SEÑOR, lo alabamos y testificamos de Él en cualquier lugar en donde estemos. ¡Él hará el resto!
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