martes, 24 de mayo de 2022

EL CIELO PUEDE ESPERAR

Francisco Aular

faular@hotmail.com

Lectura devocional: Filipenses 1:12-30

Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo.

Filipenses 1:23,24 (NVI).

 

Hace muchos años en inicio de mi ministerio pastoral en la Iglesia El Buen Pastor de Maracay, Mary y yo, llegamos a una casa en donde una mujer de 28 años, tenía un cáncer pulmonar muy avanzado. Al saber que yo era pastor, ella empezó a maldecir y entre sus palabras me pidió explicación: 

—¿Dígame usted por qué me estoy muriendo? ¿Tengo dos hijos pequeños, por qué tengo que morir? ¿Mi madre muy anciana, tiene que verme morir, siendo yo tan joven? ¿Mi esposo me abandonó al verme enferma, tiene alguna respuesta? 

 

Desde luego yo, un recién graduado del Seminario, tenía algunas respuestas. Preferí callar. Ella no entendería una clase de apologética en su condición dolorosa. Ella necesitaba saber que había más allá del umbral de la muerte. Yo no estaba allí en esta ocasión para defender a DIOS, ¡algunas respuestas a esas preguntas solo DIOS, la sabe! Yo estaba allí para servirle en alguna manera. Así me ofrecí para llevarla al hospital, hacer algunas compras y diligencias si me necesitaban. Así fue,  ella vivió algunos meses, y recibió el regalo de la vida eterna. La vida zoé. Le compartí el discipulado inicial, le cantaba algunos himnos y desde luego, la Palabra de DIOS y las oraciones, de los hermanos de la iglesia y las nuestras la fueron transformando, y nuestros encuentros espirituales le abrieron el horizonte de la fe, tanto a ella como a su familia. Así estuvo lista para irse y descansar en los brazos eternos de nuestro DIOS. En una madrugada, su hermana me llamó, entre sollozos me dijo: 

—Pastor mi hermana se nos va…

Llegué, no podía respirar, me subí en su cabecera y la tomé en mis brazos. 

Sus últimas palabras, nunca las he olvidado: 

—“Pastor, nos vemos en el cielo”…


Las personas sabias, bíblicas y espirituales como lo fue el apóstol Pablo, saben que nuestra vida aquí es breve y vamos de paso. También lo dicho por el SEÑOR JESÚS, nos alienta: “En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar.  Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. (Juan 13:2,3 NVI).


Sin duda Pablo sabía que su vida bíos, en medio de tantos sufrimientos se iba acabando en este mundo pasajero pero que su Vida Zoé, se iba perfeccionando cada día y ya había escritos a los corintios: “Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. (2 Corintios 4:16,17, NVI)


Como sabemos el amado Apóstol, estaba preso, sentenciado a muerte. El Cristianismo apenas estaba empezando en un mosaico religioso diverso. Los muchos discípulos que Pablo había forjado y sus iglesias locales, esperaban que Pablo les siguiera instruyendo y escribiendo por muchos años más. De allí su declaración: “Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo”. Filipenses 1:23,24 (NVI). 


En verdad, los que por tantos años le hemos servido al SEÑOR, debemos cuidarnos nuestra salud, la alimentación y la ejercitación física -no por miedo a la muerte-, sino para ayudar a otros que necesitan nuestras palabras de aliento siendo ejemplos de fe, amor esperanza, trabajo, visión y pasión…Por ello, tengo la certeza que ”partir y estar con Cristo es muchísimo mejor”, pero por seguir dando nuestro apoyo voluntario a la obra de DIOS en estos días, mientras tanto: El cielo puede esperar.


¡Adelante, siempre adelante!


Oración:

PADRE ETERNO:

Todos los que se invirtieron en mí y se han ido, me recuerdan mi propia muerte y se llevaron una parte de mi mismo. ¿Cómo deseo vivir el resto de la vida que me queda? Quiero servirte y consumirme en tu reino hasta el final. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:

Nuestra despedida de este mundo es inevitable; pero la esperanza de que JESÚS, está preparando un lugar para nosotros, nos fortalece y alienta.

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