viernes, 18 de junio de 2021

EL PADRE QUE NECESITAMOS

 Perlas del alma
Francisco Aular 
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Deuteronomio 6:1-9
Versículos de hoy:
Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Deuteronomio 6:6-8 (NTV)

 

“¡Fran, nació Daniel, y es bello…!”, exclamó la orgullosa abuela Lola de Dámaso, tocándome los hombros para despertarme de mi breve paso por el sueño, allí sentado en el banco de la sala de espera del hospital. Ambos corrimos a la sala donde Mary y Daniel nos esperaban. Por primera vez, lo tuve entre mis brazos, lo apreté y lo besé. Desde ese momento, comprendí mejor lo que tantas veces había oído sobre la paternidad. Sí, en efecto, ningún hombre puede saber qué significa la vida, la familia, el mundo, en fin, cualquier cosa, hasta que tiene un hijo, lo ama, lo protege y guía en los primeros años de su vida, porque, entonces, todo el universo cambia y nada es exactamente igual.

 

Sin embargo, tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo que tener cuadros en la pared de la casa no lo vuelve a uno pintor. Ciertamente, la gran necesidad del mundo actual es de verdaderos padres en todo el sentido de la palabra. 

 

¿Cómo debe ser el padre que necesitamos? Afortunadamente, DIOS es nuestro PADRE Celestial, y nos dejó un Libro que es excelente guía para los padres: La Biblia. Allí aprendemos nosotros, primeramente, que todo es perecedero en el mundo, el poder, la fama, las riquezas y la persona misma desaparecen, pero la virtud de un buen padre de familia vivirá para siempre. 

 

Sea que seamos buenos padres o no, de todos modos, vamos de paso por este mundo y moriremos, y si de todos modos vamos a morir, pensemos que la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos es la herencia espiritual; será necesario haberlos nutrido con suficiente amor, de tal manera que ellos puedan repartirlo por donde van; hay que enseñarle al hijo los valores cristianos, guiarlo en la solución de los problemas que plantea la familia y la sociedad, y que mantenga la unidad familiar porque el verdadero sentido de la vida es mantener los lazos que DIOS creó, al planearnos para que fuésemos abejas de un mismo panal y leños de un mismo fogón;  fomentar y desarrollar en nuestros hijos una mente equilibrada por la fe, la esperanza y el amor, como producto de un alma bien alimentada por la Palabra de DIOS; un carácter firme, y a la par comprensivo, que aliente al desanimado, levante al caído, que sea capaz de perdonar y pedir perdón; que infunda con la palabra y con la acción el hábito de la asistencia a la iglesia, que es la familia espiritual en donde nos entrenamos para la verdadera vida en el más allá y en el más acá. 

 

Cierto es que al final de tu vida, y viendo que tus hijos no siguen el sendero que les has trazado te sientas triste, y hasta pueda que escuches que te culpen por que lo que está mal en ellos; es posible también, que algún día escuches de sus labios: “Papi, quiero darte gracias por todo aquello que está bien en mí”. 

 

Así que recuerda, que nunca fuiste perfecto, pero hiciste lo que pudiste; no te dejes dominar por sus críticas: “Haz como sándalo que perfuma el hacha que lo hiere”, sigue el consejo de la Palabra de DIOS, sigue enseñando y modelando lo que manda la Biblia: “Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. Diles a tus hijos cuánto los amas. Al fin y al cabo, ellos no te escogieron como padre, sino DIOS. 

 

Ciertamente tarde o temprano, tus hijos, volverán a la Palabra y comprenderán al proverbista cuando dijo: “Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige; no descuides la instrucción de tu madre. Lo que aprendas de ellos te coronará de gracia y será como un collar de honor alrededor de tu cuello” (Proverbios 1:8,9). ¡Pase lo que pase, no dejes de ser el padre o el abuelo que necesitamos!

 

El padre que necesitamos

Francisco Aular

Por mi parte, mi familia y

 yo serviremos al Señor.

(Josué 24:15, NVI)

 

Un hombre franco y honesto

leal y trabajador,

en todo tiempo dispuesto,

mostrar de DIOS el amor.

 

Un padre se solicita,

íntegro, afable y sincero

que tenga esta ley inscrita:

“Mi hogar siempre es primero.”

 

Simplemente, un gran hombre

que enseña con el ejemplo:

En el trabajo, asombre.

Y admiración en el templo.

 

Que de este hombre dependa

la esperanza y el futuro,

por la Palabra, entienda

que tiene un hogar seguro.

 

Que ame a su hogar

a su esposa y a sus hijos

que se dé a respetar

por mil detalles prolijos.

 

Que termine su carrera

feliz y en alborozo,

y por fin a DIOS oyera:

“¡Vente conmigo gozoso!”

 

Oración:

PADRE ETERNO

¡Gracias por crear al matrimonio, entre un hombre y una mujer! ¡Gracias por enviar a tu HIJO amado por medio de una familia y a fortalecerla en medio de tantos ataques del enemigo para destruirla! ¡Ayúdame para ser una persona que pueda proclamar tus directrices dejadas en tu Palabra para salvar a la familia! En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:

El padre en el hogar es la imagen de DIOS mismo como proveedor, sustentador y guía espiritual.

Interacción:

¿Qué me dice DIOS hoy por medio de su Palabra? 

¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?

¿Existe una lección por aprender?

¿Existe una bendición para disfrutar?

¿Existe un mandamiento por obedecer?

¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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