Francisco Aular
Lectura devocional Lucas 2: 1-7
Mientras estaban en Belén, a María le llegó la hora de tener su primer hijo. Como no encontraron ningún cuarto donde pasar la noche, los hospedaron en el lugar de la casa donde se cuidan los animales. Cuando el niño nació, María lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Lucas 2:6,7 (NTV)
Hace unos cuántos años, aquí, en la gran ciudad de Toronto, acompañé a un hermano que trabajaba como misionero entre las personas que viven en las calles, ya sabemos que el gobierno tiene albergues para ellos, también el Ejército de salvación, pero muchos de ellos no se sujetan a esos sitios seguros, les gusta estar en la calle, y huyen por eso; pero existen misiones de las iglesias que levantan ayudas y compran comida y sacos de dormir para esas personas en situación de calle, porque con la temperatura bajo cero les espera una muerte segura; así que allí andábamos el misionero y yo, cuando me encontré a un hombre que dijo ser profesional –sin yo preguntárselo-, pero por un desencanto con su familia ya no quería ni vivir… Le expresé en mi inglés recién adquirido, “¡Feliz Navidad aquí tiene comida y un saco para dormir!”… Él me miró con sus ojos azules apagados, desilusionados y me susurró al tomar aquellas cosas: “¡Qué Navidad, para mí no existe Navidad ni nada!”…
Tal vez, Navidad no sea una época muy feliz para algunos de nosotros, sino una carga emocional y un desafío al estrés y la depresión. A lo mejor no llegamos tan lejos como aquel hombre de la calle, pero le hemos abierto las puertas a la enfermedad de moda: el estrés. Es cierto, en estos días todos los seres humanos, sobre todo, los que vivimos en las grandes ciudades estamos siendo sometidos a muchas presiones en estos días navideños, y al ventilar nuestros sentimientos nos damos cuenta que vivimos una crisis emocional de Navidad. Todo lo contrario nos presenta la propuesta bíblica, JESÚS nació para librarnos de todas nuestras crisis, incluyendo la de estos días de Navidad. Eso sí debemos recordar que: “Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ésta representaba. Ahora está sentado en el lugar de honor, junto al trono de Dios” (Hebreos 12:2 NTV).
¿Por qué estresarnos y deprimirnos en estos días en que se supone que estamos celebrando con alegría a JESÚS y su entrada a este mundo para venir a rescatarnos de nuestras crisis? Una razón puede ser que, nos fijamos expectativas demasiado altas de nosotros mismos y de los demás en estos días. Por ejemplo, las amas de casa a veces se imponen muchas cargas extra en estos días: El arreglo de la casa, el no excederse en el presupuesto, pero al mismo tiempo el endeudamiento con el afán de quedar bien, la preparación impecable de la cena familiar, las tarjetas, los regalos, y hasta la preocupación por la tía Alicia con su “síndrome de pobrecita yo”, que le gusta formar siempre un espectáculo -exactamente en víspera de cualquier fiesta familiar para llamar la atención-, y, ¿cómo decirle al tío Pedro –bebedor consuetudinario, que lo queremos a él pero no a su botella? En fin, todos estos detalles y muchos más como los afanes de la fiesta de fin de año de su trabajo, someten a una presión mucho más allá de sus fuerzas a una mujer, y con ella a toda la familia. Recuerden que la verdadera razón de la Navidad es JESÚS, no para los regalos y las fiestas, tampoco creo que no debamos hacerlo, pero el centro de todo debe ser Dios y la familia. No asuma toda la responsabilidad de hacer tantas cosas usted sola, delegue, involucre a toda la familia en el gozo de la Navidad.
Igualmente la llegada de la Navidad nos impulsa al pasado feliz que disfrutamos, tal vez en nuestra juventud, nuestra adolescencia o nuestra niñez, y nos damos cuenta que nunca más volveremos a vivirlos. En esta misma idea, si la muerte nos arrebató a un ser querido, preparémonos de antemano para el impacto de la silla vacía en este año. Pensemos que todos vamos de paso, algún día, tampoco nosotros estaremos, y por un propósito específico de Dios todavía estamos aquí, así que seamos y hagamos felices a los otros.
¿Qué podemos hacer en estos días de Navidad y el posible estrés que padecemos? La Biblia nos da un buen consejo para ello, nos dice que debemos “fijar la mirada en JESÚS”, y no ponerla en nosotros y muchos menos en los demás, todavía no somos perfectos, tampoco los otros lo son. Otro aspecto a considerar es que podemos recordar al pasado, dar gracias a Dios por aquellos momentos felices que hemos pasado, pero no debemos vivir en el pasado. Aparte del mismo JESÚS, creo que el cristianismo nunca ha tenido en sus filas una vida tan desafiante como la del apóstol Pablo de Tarso, él nos legó muchas enseñanzas para vivir a plenitud; he aquí una de las más aprecio en estos días de Navidad y de fin de año: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 4:12-14 RV60). Así que en el nombre del Cumpleañero, exclamemos: ¡Fuera estrés! Soy territorio libre decretado por JESÚS al nacer, morir y resucitar por mí. ¡Feliz Navidad!
Oración:
SEÑOR JESÚS:
Tú eres la verdadera razón de la Navidad, hoy pongo mis ojos únicamente en ti, no me estresaré si las personas y las cosas no llenan mis expectativas, porque sé que yo tampoco soy perfecto, y sin embargo, tú no te has rendido, sino que sigues y seguirás trabajando conmigo y en mí. Ayúdame a hacer todo conforme a las fuerzas que me has dado, y te dejo a ti los resultados. Hoy seré feliz porque te tengo a ti. Amén.
Perla de hoy:
¡Fuera estrés! Soy territorio libre decretado por JESÚS al nacer, morir y resucitar por mí. ¡Feliz Navidad!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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