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Lectura devocional: Apocalipsis 21:1-27
Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y el mar tampoco existía ya. Vi también que la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descendía del cielo, de Dios, ataviada como una novia que se adorna para su esposo.
—Apocalipsis 21:1,2 (RVC)
¡Feliz Domingo del SEÑOR para todos en todas partes!
La Patria que más amo, es un lugar donde nada se marchita: las flores no pierden su aroma y las hojas siempre están verdes. Sus playas de cristal son bellas y sin oleajes que se conviertan en huracanes o en tsunami. Allí no existen epidemias, ni fiebres porque no hay microbios o virus que las produzcan. El sol nunca brilla, pero la luz que ilumina la ciudad nunca se apaga por ello, no hay noche. El clima es una eterna primavera sin frío, ni calor. La temperatura es agradable. No hay nubes que oscurezcan el horizonte.
La Patria que más amo, no se caracteriza por la existencia de borrachos y sus canciones llenas de recuerdos y despecho. Tampoco la inmoralidad y sus consecuencias. Las cárceles y los reformatorios no tienen razón para existir. En ese país sus habitantes los hombres y mujeres son puros y santos. Estar allí es después de haber pasado por el milenio, y como lo dijo la Palabra unos setecientos años antes de CRISTO: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañará en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”.
—Isaías 11:6-9 (RV60).
La Patria que más amo, se llama la Nueva Jerusalén y vino directamente desde el cielo a la tierra nueva. Aquí, disfrutamos todo lo nuevo prometido en la Escritura: Cielo nuevo, tierra nueva y la Nueva Jerusalén. En esta patria eterna, CRISTO es: el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin, la Estrella Resplandeciente de la Mañana. Esa Patria que más amo, es un estado eterno donde reina la armonía, la esperanza y el amor. Allí no hay necesidad del resplandor del sol, ni un templo para adorar porque CRISTO es el templo y lumbrera de todas las naciones.
La Patria que más amo, es el país de todos aquellos que aceptaron la Vida Eterna (Zoé) como el Regalo de DIOS para todo aquel que acepte la invitación:
“El Espíritu y la Esposa dicen: «Ven». Y el que oye también diga: «Ven». Y el que tenga sed, venga; y el que quiera, beba gratuitamente del agua de la vida”.
—(Apocalipsis 22:17,NTV).
La Patria que más amo, es más real y verdadera que las naciones por donde he viajado, en donde nací, y en donde vivo. ¿Acaso, he ido allí? Lo diré de esta manera, hace 60 años el ESPÍRITU SANTO, selló mi ciudadanía de la Patria que más amo. Al menos durante 60, en mis limitaciones como ser humano, he andado espiritualmente de la mano de JESÚS vino a Su verdadero Hogar:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.—(Juan 14:1-3, RV60).
La Patria que mas amo, es mi razón de ser y el hacer en esta vida temporal, ya me veo dentro de los muros sagrados y eternos de la Nueva Jerusalén, y creo en la descripción que hizo Juan, el escritor del último libro de la Biblia:
“Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más».
—(Apocalipsis 21:3,4, NTV).
La Patria que más amo, ha sido la razón, el impulso y la pasión que me invade para llegar allá, desde mis 17 años. He anunciado que JESÚS, vendrá a buscarnos para llevarnos con Él y vivir con Él para siempre. ¡Hice mía, la Patria Celestial, en realidad tengo conmigo, el pasaporte como ciudadano de ese bendito lugar con todos mis derechos y privilegios! Por la gracia de DIOS y mi confianza en Sus promesas, soy ciudadano de esa Patria y embajador para hacer que se plante nuevas iglesias que en realidad son embajadas y consulados de Su Reino en toda la tierra:
“…nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador”. (Filipenses 3:20,NTV)
La Patria que más amo, es un Regalo de DIOS. Me sorprende que muchos que oyen el Mensaje, no quieran ir allí. Sin embargo, mi responsabilidad y privilegio es invitar a otros que vengan. En verdad, los días son difíciles y viene mucho mal sobre la tierra.¡En dos mil años estamos más cerca del fin de la historia como la conocemos! ¡La invitación sigue en pie! Sin embargo, me mueve esta paradoja… “Lo bueno en estos días, es precisamente lo malo que se está poniendo”... El ser humano y su naturaleza pecaminosa, no ha cambiado desde los días en que Juan, escribió las profecías reveladas hasta el final de los tiempos:
—“Aquel que es el testigo fiel de todas esas cosas dice: «¡Sí, yo vengo pronto!».¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20,NTV).
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
He aprendido a través de los años que eres Quien dices ser y haces lo que has prometido hacer. Eres Espíritu y nos pusiste un espíritu al cual das Vida abundante, para adorarte y servirte. ¡Ayúdame para ser portavoz del mensaje de la Patria Celestial! En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El amor por la Patria Celestial, es un regalo de la gracia de DIOS. ¡Recíbelo y vívelo!
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