Mis amados, mi pensamiento y corazón van a un grupo de amados que me han ayudado desde el 15 de agosto de 1977 a extender el Reino del SEÑOR, desde Venezuela hasta la última frontera. A todos ellos y a los que aman y practican, la oración, evangelización y discipulado, va este mensaje: ¡El SEÑOR va con nosotros, no desmayemos y llevemos el Regalo de la Salvación hoy, a las multitudes desde cada individuo, en todo lugar, en cualquier hoya y a cualquier precio: ¡Adelante siempre adelante!
Todo el mensaje de la Biblia se puede resumir de esta manera: “A través de Cristo, Dios en su gracia está edificando un reino de personas redimidas, para gozo de ellas y para gloria de Él.” (Kendel H. Easley).
De modo que evangelizar es anunciar y extender el reino de DIOS hasta que el SEÑOR JESÚS, retorne en Su gloria como Él mismo lo anunció. De manera que, ningún esfuerzo en la evangelización se pierde. Este reino, se anuncia y con ello se planta la semilla, luego se cultiva y se cosecha. ¿Qué puedo hacer en mi breve paso por esta vida que tenga repercusión para aquí -en el ahora y para la eternidad futura-? El mejor regalo que podamos darle a DIOS es llegar a apropiarnos de la salvación eterna por fe y por el arrepentimiento de nuestros pecados por medio de nuestro SEÑOR Y SALVADOR JESÚS. Él es la vida eterna: “Jesús le contestó:—Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.” (Juan 14:6, NVI).
En virtud de ello, su gran discípulo Juan que se especializó en las palabras del SEÑOR, escribió: “Y este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” (1 Juan 5:11,12, NTV). ¡Más claro imposible!
Ahora bien, el reino de Dios fue planeado desde antes de que el mundo fuese: “y de hacer entender a todos la realización del plan de Dios, el misterio que desde los tiempos eternos se mantuvo oculto en Dios, creador de todas las cosas. El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia, a los poderes y autoridades en las regiones celestiales, conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Efesios 3:9-11 NVI).
El tiempo de DIOS dice el término griego que no se mide por nuestro reloj ni nuestro calendario, el reino de DIOS se encarnó en JESÚS. A este reino pertenecen todos los hijos de DIOS, los nacidos de nuevo. Porque a este Reino se nace por el arrepentimiento y la fe del futuro ciudadano del reino que pone en JESÚS, toda su esperanza y confianza para la salvación eterna. JESÚS vino a devolver el reino a DIOS, que es Su Dueño, y que estaba bajo el dominio de Satanás desde la caída en desobediencia de Adán y Eva.
Cuando Juan el Bautista le manda a preguntar con sus discípulos: “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperamos otro? JESÚS, les mostró el poder de Su reino: “Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas”. (Mateo 11:4-5 NVI). Pero la máxima demostración de Su poder se encuentra en Su muerte y en Su resurrección.
El reino de DIOS fue parte del mensaje que predicaron Sus primeros discípulos: “Señalaron un día para reunirse con Pablo, y acudieron en mayor número a la casa donde estaba alojado. Desde la mañana hasta la tarde estuvo explicándoles y testificándoles acerca del reino de Dios y tratando de convencerlos respecto a Jesús, partiendo de la ley de Moisés y de los profetas”. (Hechos 28:23 NVI).
De esta manera el reino de DIOS es tanto una realidad pasada como presente y futura. Al final de la historia como la conocemos hoy, JESÚS el Rey tendrá a Su lado para reinar dos clases de seres: los ángeles con sus cuerpos celestiales y los seres humanos –resucitados y glorificados- que compondrán Su familia por toda la eternidad. Los seres humanos, que obtuvieron por fe en la Palabra y la obra del ESPÍRITU SANTO, y el arrepentimiento de sus pecados, el nuevo nacimiento, y por ello la entrada al reino, morarán eternamente con JESÚS en Su reino que es la manifestación final de Su soberanía y de Su justicia. Es indispensable nacer de nuevo por la fe en el SEÑOR del reino, JESÚS: “El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3.18). Como lo sabemos, este “creer” no es algo meramente intelectual, en realidad la palabra quiere decir “depositar únicamente en JESÚS nuestra confianza para la salvación eterna”, volvamos otra vez a la afirmación de JESÚS: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Como lo han hecho los hombres y mujeres nacidos de nuevo a través de los siglos, debemos llevar el mensaje de la salvación, el mensaje del reino, porque evangelizar es el mejor regalo que le hacemos al reino de DIOS.
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