Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Marcos 4:35-41
Versículos de hoy:
Maestro se encrespan las aguas
Letra: Mary A. Baker
Música: H. R. Palmer
Traducción: Vicente Mendoza
I
Maestro, se encrespan las aguas,
y ruge la tempestad.
Los grandes abismos del cielo.
Se llenan de obscuridad;
¿No ves que aquí perecemos?
¿Puedes dormir así,
Cuando el mar agitado nos abre
Profundo sepulcro aquí?
Coro
Los vientos, las ondas oirán tu voz,
¡Sea la paz!
Calmas las iras del negro mar,
Las luchas del alma las haces cesar,
Y así la barquilla do va el Señor,
Hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad,
¡Sea la paz! ¡Sea la paz!
Tu voz resuena en la inmensidad
!Sea la paz!
II
Maestro, mi ser angustiado,
Te busca con ansiedad;
De mi alma en los antros profundos
Se libra cruel tempestad;
Pasa el pecado a torrentes.
Sobre mi frágil ser,
Y perezco, perezco, Maestro
Oh, quiéreme socorrer.
Coro
III
Maestro, pasó la tormenta,
Los vientos no rugen ya,
Y sobre el cristal de las aguas
El sol resplandecerá;
Maestro, prolonga esta calma
No me abandones más,
Cruzaré los abismos contigo,
Gozando bendita paz.
Coro
(NHP#380, CBP, El Paso, TX,)
Bien se ha dicho que “el pastor es el corazón de la iglesia”. Y, si es el misionero plantador, puedo añadir: es más cierto todavía. Se me hizo muy claro, cuando llegué, a la Misión Bautista Emanuel de Chacaíto, en Caracas, Venezuela; aquel agosto caraqueño de 1963. Este precioso himno: “Maestro se encrespan las aguas”, ya estaba allí.
Todavía recuerdo a mi pastor Carlos B. Clark, un domingo por la mañana, pedirnos a los congregantes: “¡Pongámonos en pie para cantar el número 380, en nuestros himnarios!” ... Mientras esa bella voz de mi pastor iba por el aire y llegaba a los oídos de más de 30 personas, allí en nuestro local del Edificio Punto Criollo, me metí de lleno en la letra y melodía de este himno que me ha acompañado desde entonces.
¿Cuál es la historia de este himno? Aquí voy. Era el año de 1874 y en Chicago, Illinois, nos encontramos con Mary Ann Baker, de 42 años, quien más tarde, sería la autora del poema: “Maestro se encrespan las aguas”. Mary Ann, vivía con sus padres y un hermano que era todo un caballero. Eran felices, cristianos y bien comprometidos con la iglesia a la cual asistían.
Inesperadamente, les sobrevino la tragedia. Un virus llegó, y un mes murieron sus padres y su hermano. Quedó sola, y cayó en una crisis de fe, que la sumió en depresión. En medio de su dolor contaba ella, años después. Hizo los siguientes comentarios: “Dios no se preocupa por mí. Eso que llaman la Providencia divina es indigna de un Dios de amor”. A esto también añadía: “Siempre he tratado de creer en Cristo y me he consagrado a Él, pero esto es más de lo que puedo soportar”. “¿Qué he hecho para merecer esto? ¿O qué he dejado de hacer para que Dios descargue su venganza contra mí de esa manera? ¿Por qué ha sucedido esta tragedia? ¿Cómo puede un Dios de amor permitir estas cosas? ¡No es justo! ¿Por qué debo sentirme de esta manera?
Honestamente, hablando. Preguntas como éstas se me han hecho algunas veces. En esos días sin respuestas, recuerdo a grandes hombres de DIOS que pasaron por allí, me vienen a la mente: Job y las Lamentaciones de Jeremías, especialmente en el capítulo 3:1-21…Sin embargo, el mismo Jeremías concluye:
“No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!».
Mary Ann, tenía facilidad para escribir poemas, fue entonces cuando el doctor Horacio Palmer, pastor de su iglesia, le pidió que escribiera algunos cantos para la Escuela Dominical que incluyera temas relacionados con la unidad de la enseñanza: “Cristo calmando la tempestad” basada en Marcos 4:35-41. ¡Mientras Mary Ann, estudiaba la Escritura, reafirmó su fe en el DIOS vivo, su tempestad se calmó y vino a ser una heroína de la fe! …Bueno lo demás es historia que seguiré contándoles, en otra oportunidad.
Nosotros también hemos estado enfrentando un tiempo difícil de prueba de nuestra fe. Imagínense en nuestro caso, un año ya sin ir como todos los domingos al templo con toda mi familia como lo hice durante 56 años seguido… Escribí muchas veces: “Un domingo sin la iglesia es como un día sin sol” …
Algunos de mis amigos más cercanos han sido tocados por el coronavirus en sus cuerpos. Algunos se ha recuperado y su fe renovada, otros se nos fueron a morar con su SEÑOR. Sin embargo, aquí en nuestra casa, Mary y yo, tomamos los domingos y nos preparamos y vestimos para nuestro Servicio por las redes sociales. No perdemos la esperanza en volvernos a reunir con Su pueblo de una manera presencial. ¡De todas maneras! Mientras tanto cantemos por fe con Mary Ann Baker:
“Maestro, pasó la tormenta,
Los vientos no rugen ya,
Y sobre el cristal de las aguas
El sol resplandecerá…
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE SANADOR:
¡Gracias por cuidarnos y consolarnos en forma tan maravillosa! Tú sabes que nuestra travesía, mientras llegamos a la otra orilla, está llena de dificultades. Pero nos has prometido que vas con nosotros. Ayúdame SEÑOR a comunicar tu Mensaje en medio de las crisis de este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La presencia de DIOS con nosotros y en nosotros nos da Su Consuelo en medio de la angustia.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de Su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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