Francisco Aular
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Lectura devocional: Marcos 4:35-41
Versículos de hoy:
Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma. Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?». Marcos 4:39,40 (NTV)
En el pasaje devocional de nuestra Perla de hoy, los discípulos están cruzando el Mar de Galilea, en realidad es un Lago inmenso. Estuve allí en 1988, y quedé asombrado porque volví a revivir esta historia que sirve como señal de que JESÚS es quien dijo ser. JESÚS invita a Sus discípulos a cruzar el Lago. JESÚS, descansa y mientras tanto, los vientos empezaron a levantar olas y los discípulos tuvieron miedo de morir. Entonces, los discípulos le reclaman al SEÑOR por estar dormido, y no ayudarlos en medio de aquella tempestad. Los discípulos se quedan asombrados cuando JESÚS, reprende a los vientos con un simple movimiento de Sus manos y las palabras de Su boca. La lección es inmensa tanto para ellos en aquel día como para nosotros hoy. ¡La duda, aunque a veces se nos asoma, no debe quedarse a vivir con nosotros!
¡No estamos solos en la travesía de nuestras vidas! ¡Por la fe sabemos y creemos las promesas de la Palabra de DIOS! ¡JESÚS, no promete evitarnos las tormentas de la vida, pero sí nos asegura que Él va con nosotros! ¡Su poder y Su gracia actúan a nuestro favor, sobre todo en los momentos más difíciles de nuestras vidas! En efecto, el hecho de ser creyentes no nos proporciona una ventaja frente a las tempestades de la vida como alguien dijo: “Sin embargo, una tormenta con CRISTO es mucho mejor que una calma sin Él”.
¡Todo es diferente cuando JESÚS está presente durante, las circunstancias de la vida! Actualmente, vivimos momentos muy angustiosos como cristianos nacidos de nuevo, y como Iglesia del SEÑOR en medio de una pandemia, el coronavirus y este mal nos mantiene en un tipo de tormenta en donde el enemigo es invisible y la amenaza es real. ¡Hemos tenido que pelear con nuestras armas espirituales de la oración y la Palabra de DIOS a favor de nuestros familiares y amigos! ¡Algunos se han recuperados, otros sucumbieron porque sus fuerzas no les permitieron llegar a la orilla! ¡La incertidumbre y el miedo nos mantiene alertas! ¡No obstante, los cristianos nacidos de nuevo somos embajadores de la esperanza! ¡Sabemos que el mismo SEÑOR que es Dueño de este lado, también lo es del otro!
JESÚS nos dijo, de manera clara, que como cristianos tendríamos problemas en este mundo: “Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16:33b; NTV). De este mismo pensar fueron los apóstoles, entre ellos, Pablo, quien escribió: “Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!” (2 Corintios 4:17; NTV).
En efecto, nadie puede vivir esta vida humana sin enfrentar la angustia, la tristeza, las aflicciones, sufrimiento y problemas, sin embargo, todo esto lo utiliza DIOS para llevarnos a un nivel superior en nuestro crecimiento en la vida cristiana, hacia la madurez, y cuando vemos las dificultades que se nos presentan con los ojos del SEÑOR:
“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de los que lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28; NTV).
Ahora bien, ¿qué hacer cuando las pruebas, las aflicciones nos llegan? ¡Enfrentémoslas cantando! Tengo un himno favorito para esos días, al cantarlo no solamente me ha hecho bien a mí, sino a mis amados a los cuales he consolado en medio de sus angustias. Es un poema, hecho el precioso himno: Maestro se encrespan las aguas, compuesto por Mary Ann Baker (1831 – 1921), la brillante pluma del poeta mexicano Vicente Mendoza, la vertió en castellano. Se encuentra en el número 380 del Nuevo Himnario Popular (CBP, 1955) El cual dice así:
I
Maestro, se encrespan las aguas
Y ruge la tempestad.
Los grandes abismos del cielo,
Se llenan de oscuridad.
No ves que aquí perecemos
¿Puedes dormir así?
¿Cuándo el mar agitado, nos abre
¿Profundo sepulcro aquí?
CORO:
Los vientos, las ondas oirán tu voz:
Sea la paz, sea la paz.
Calmas las iras del negro mar;
Las luchas del alma las hace cesar,
Y así la barquilla do va el Señor,
Hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple tu voluntad:
Sea la paz, sea la paz.
Tu voz resuena en la inmensidad:
Sea la paz.
II
Maestro, mi ser angustiado,
Te busca con ansiedad,
De mi alma, en los antros profundos,
Se libra cruel tempestad.
Pasa el pecado a torrentes;
Sobre mi frágil ser,
Y perezco, perezco Maestro,
¡Oh, quiéreme socorrer!
III
Maestro, cesó la tormenta,
Los vientos no rugen ya.
Y sobre el cristal de las aguas,
El sol resplandecerá.
¡Maestro, prolonga esta calma,
No me abandones más;
Cruzaré los abismos contigo,
¡Gozando bendita paz!
Ciertamente, ¡JESÚS va con nosotros en esta barca débil que es la vida humana que poseemos!; no importa el tamaño del problema sino el tamaño de nuestro DIOS. Esto nos garantiza con certeza, el hecho de que, en nuestras vidas humanas, siempre tendremos, oiremos al final la voz de JESÚS: “Sea la paz, sea la paz”.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE SANADOR:
¡Gracias por cuidarnos y consolarnos en forma tan maravillosa! Tú sabes que nuestra travesía, mientras llegamos a la otra orilla, está llena de dificultades. Pero nos has prometido que vas con nosotros. Ayúdame SEÑOR a comunicar tu Mensaje en medio de las crisis de este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La presencia de DIOS con nosotros y en nosotros nos da Su Consuelo en medio de la angustia.
Interacción:
¿Qué me dice DIOS hoy por medio de Su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?
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