Francisco Aular
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Lectura devocional: Romanos 1:8-17
De
allí mi gran anhelo de predicarles el evangelio también a ustedes que están en
Roma. A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para
la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también
de los gentiles. Romanos 1:15,16(NVI)
¡El evangelio es la buena noticia
de la salvación que la gracia de Dios nos ofrece a los pecadores, solamente por
la fe! Trae la gran noticia que hizo tambalear la religión que llevaba dos mil
años de fundada, y ni siquiera el mismo infierno pudo frenar su impacto en
aquel mundo, tan perdido y adverso como lo sigue siendo hoy. No en vano,
palabra griega para “poder” es “dunamis”, la traducimos al español como
“dinamita”. Este es el Evangelio,
estas son las buenas noticias: la salvación es un regalo, y no un premio. La
verdad bíblica es: Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios.
(Romanos 3:23 LBLA). El pecado, es una ofensa para la santidad de
Dios. Ahora bien, debemos entender que no somos pecadores porque pecamos, sino
que ocurre lo opuesto: ¡Pecamos porque somos pecadores! En realidad, vivimos
para pecar –la religión ha calificado
los pecados, pero nuestro Dios santo, no lo hace, para él, pecado es pecado-, poseemos
una naturaleza pecadora: Quien sólo vive
para pecar, recibirá como castigo la muerte. Pero Dios nos regala la vida
eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor. (Romanos 6:23 LBLA). La religión como institución era tan
sólo una sombra de la verdadera salvación en JESÚS. Al nacer JESÚS, vino la Vida
con Él, en Él, por Él y para Él: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí. ¡Eso es buena noticia para aquellos a
quienes el Apóstol predicaba y a también a nosotros!: Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de
ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. La
salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie
puede sentirse orgulloso. (Efesios 2:8-9 LBLA).
Vale la pena recordar que el mismo
Pablo, había sido un dirigente oficial de la religión de Moisés, pero él mismo
lo dijo así: Me circuncidaron a los ocho
días de nacido, pertenezco a la nación de Israel y soy de la tribu de Benjamín;
¡soy más hebreo que muchos hebreos! En cuanto a cumplir la ley, pertenecí al
grupo de los fariseos. Tanto me preocupaba por cumplir la ley que perseguía a
los miembros de la iglesia. ¡Nadie puede culparme de no haber cumplido la ley! Pero,
gracias a lo que Cristo hizo por mí, ahora pienso que no vale la pena lo que
antes consideré de valor. Todo eso lo he dejado a un lado, y lo considero
basura, con tal de llegar a conocer bien a Cristo, pues no hay mejor
conocimiento. Y quiero que Dios me acepte, no por haber obedecido la ley sino
por confiar en Cristo, pues así es como Dios quiere aceptarnos. (Filipenses
3:4-9 LBLA).
¡Que gran testimonio el del
Apóstol de la gracia! En esa misma línea teológica, todo el ser y el hacer de
los hombres y mujeres del Nuevo Testamento, y de la historia de la Iglesia,
demuestran sin duda alguna, que durante los primeros siglos del Cristianismo,
la Iglesia fue establecida y confirmada en su fe por la predicación y enseñanza
del Evangelio:
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la
sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. (1 Corintios 1:21)
Notemos en las
palabras paulinas, que existe una gran tentación para los creyentes, la de
avergonzarse del Evangelio. En realidad, el Evangelio es de por sí, una ofensa
al mundo, lo ha sido y continuará siéndolo. Los líderes religiosos y los
intelectuales del primer siglo, lo despreciaron y se burlaron. Para los judíos,
con su religiosidad popular, era “piedra de tropiezo”, y para los griegos
“locura”, ¡era una bobería! Hoy en día también encontramos oposición al
Evangelio, y en algunos lugares, en esta misma hora en que escribo, los
cristianos están siendo perseguidos, humillados, encarcelados y asesinados… Nos
preguntamos, ¡qué hacen las Naciones Unidas!, ¿están mirando hacia otro lado?
Nosotros que vivimos todavía en libertad –no sabemos por cuánto tiempo más-, no
podemos avergonzarnos de este bendito Evangelio en esta hora en que el mundo debe
ser consolado, alentado y enseñado acerca de la gracia de Dios. Yo sería un
ingrato, sino proclamara que la locura del Evangelio me ha tocado y soy lo que
soy, gracias a su poder infinito. Sí, doy testimonio de que el evangelio es
poder eficaz.
Oración:
Sembraré
la simiente preciosa
Del glorioso Evangelio de amor,
Sembraré, sembraré mientras viva,
Dejaré el resultado al Señor.
Sembrare, sembraré
Mientras viva, simiente de amor;
Segaré, segaré,
Al hallarme en la casa de Dios.
Del glorioso Evangelio de amor,
Sembraré, sembraré mientras viva,
Dejaré el resultado al Señor.
Sembrare, sembraré
Mientras viva, simiente de amor;
Segaré, segaré,
Al hallarme en la casa de Dios.
(El Nuevo Himnario
Popular #131,CBP)
Perla de hoy:
Este
mundo necesita ser cambiado: activemos el poder eficaz del Evangelio, sin
temor.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
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