lunes, 6 de julio de 2015

¡Alcancé salvación!

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional: Hebreos 2:1-4
¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. Hebreos 2:3 (NVI)

JESÚS contó la historia de un hombre rico que murió, y pocos segundos después de su muerte, se encontró con la triste realidad de que nunca había nacido de nuevo y por lo tanto, no tenía vida eterna. Estaba en el lugar de separación eterna de Dios y estando en tormentos estableció una conversación con Abraham, en donde le pidió que enviara a Lázaro, un mendigo que también había muerto en aquella misma hora, pero que tenía vida eterna. Éste fue llevado a la presencia de Dios. Viendo el hombre la felicidad de Lázaro y su estado de justa condenación, se preocupó por cinco hermanos que, como el hombre rico, tampoco tenían vida eterna y pidió que enviara a Lázaro para predicarles cómo podían ellos salvarse de aquella condenación eterna. Esta fue la respuesta que recibió: “…Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:31 RV60)
Como aquellos a quienes JESÚS dirigió estas palabras, nosotros pensamos que nos vamos a quedar en esta tierra para siempre. Pero la verdad de las cosas es que aquí viviremos, tal vez, un máximo de cien años, y moriremos. Pero el ser humano es también un ser espiritual, y esa parte espiritual vivirá para siempre, sea en el cielo o en el infierno. Nosotros somos más responsables hoy que aquellos que oyeron a JESÚS, porque nosotros también tenemos la Biblia que incluye a Moisés y los profetas, más el Nuevo Testamento que nos cuenta que ¡JESÚS murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día! Debido a lo que JESÚS es y lo que hizo por nosotros, el camino de la salvación a través del nuevo nacimiento por la gracia de Dios y nuestra fe en Él, está abierto delante de nosotros.
¿Qué es la salvación? Es la liberación del poder y castigo del pecado que mora en todos nosotros los seres humanos. La Biblia dice: “pues, todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23 NVI), y luego añade: “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23 NVI). Aquí nos dice que ¡la salvación es un regalo de Dios! Este fue el descubrimiento que yo hice hace más de cinco décadas cuando lo leí en la Biblia ¡Qué salvación se nos ofrece para escapar a la condenación eterna en que nacimos! ¡Esto es como encontrar una salida de un edificio en llamas! Tiene razón la Biblia al afirmar: ¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?
Yo era uno de esos que pensaba que la salvación había que ganársela en alguna manera, y desde muy jovencito me quise ganar el cielo por esa vía. Me comparaba con los pandilleros, borrachos y drogadictos de mi barrio, y yo salía bien parado de mi diagnóstico. Sin embargo, yo tenía un gran temor a morirme joven. Cada vez que yo oía que alguien se moría en mi vecindario, me decía a mi mismo: “La muerte pasó bien cerca, y no me vio: ¡qué susto!” Esto se tornaba una pesadilla que me duraba varios días porque mi madre de crianza era la rezandera de la comunidad, y allí estábamos ella encabezando los rezos y yo su compañero respondiéndolos… ¡Yo podía escuchar a los bromistas echar sus chistes y las risas en el patio de la casa del muerto, y yo, lamentaba perdérmelos! Así transcurría mi vida en los tiempos de mi adolescencia.
Pero un precioso día ¡qué día! Leyendo la Biblia, descubrí que yo no era mejor que un hombre que vino una noche a hablar con JESÚS, se llamaba Nicodemo. Aquel hombre era un religioso de los principales del su pueblo judío. Era un hombre intachable. JESÚS, no le reprocha nada. Pero a un hombre de esta estatura religiosa y filosófica, JESÚS le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3 RV60). Luego en otra parte de Juan, JESÚS dice: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6 RV60). Más tarde en la oración sacerdotal de JESÚS, afirma: “Mas no ruego solamente por ésto, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20 RV60) ¡Esto fue suficiente para mí!, en este versículo Dios me habló. La fe iluminó mi entendimiento entenebrecido. La fe me dio la luz que necesitaba. La fe me invitó a la casa del banquete de Dios. La fe me abrió las puertas del cielo. Abrí las puertas de  mi vida a JESÚS y Su gracia corrió como un río de agua viva por todo mi ser, dándome la salvación. Me arrepentí de todos mis pecados e invité a JESÚS a que fuera mi SEÑOR Y SALVADOR. Me levanté de mis rodillas con la sensación espiritual de que todas mis cargas el SEÑOR me las quitó. Y Su perdón y misericordia, desde entonces ilumina mi ser. Era Semana Santa y no había nadie en mi casa. Me guardé aquel gozo por varios días, bebiendo y comiendo Palabra de Dios hasta que al final, pude decirle a otros, lo que ha sido mi mensaje por más de cincuenta años: ¡Alcancé salvación!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
En este momento vengo a Ti como lo que soy un ser humano perdido y necesitando de Tu salvación. En esta hora me arrepiento de todos mis pecados e invito a JESÚS a ser el SEÑOR Y SALVADOR de mi vida. ¡Gracias Padre, por escucharme! Ayúdame a decirles  a los demás quien eres Tú y lo que haz hecho por nosotros. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Hemos nacido en este mundo con el único propósito de llegar a ser hijos de Dios por la obra de JESÚS, como nuestro SEÑOR Y SALVADOR.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo? 

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