Francisco Aular
Lectura devocional: Hebreos 11:23-40
…Porque tenía puesta la
mirada en el galardón. Hebreos 11:26
Muy a menudo, en la
Biblia, las metáforas que comparan la vida cristiana con las competencias
deportivas son utilizadas por los diversos escritores de
la Palabra de Dios inspirados por el Espíritu Santo. El
autor de Hebreos hace alusión al boxeo, la lucha, la carrera
y al premio que se otorgará a los triunfadores. Debemos aclarar que la
salvación no es un premio, sino que es un regalo: “Dios nos regala la vida
eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos
6:23b; LBLA.) Usted dirá: “Teniendo la salvación lo tengo todo”, así pensé yo
por muchos años como cristiano nacido de nuevo. Sin
embargo, la Biblia nos dice que esta vida temporal que tenemos después de conocer a JESÚS, es tan solo un ensayo de
la verdadera vida que nos espera en el cielo. Por nada del
mundo debemos desviarnos del verdadero propósito que Dios
tuvo al salvarnos, el cual es que le sirvamos con todo lo que somos y tenemos
en la propagación de su Reino, y después, al final de esta vida habrá un momento para la gran premiación. Como en
los juegos olímpicos, subiremos al podio entre los vítores de
la Iglesia del Señor, y las loas de
los seres angelicales. Los creyentes seremos juzgados por las obras que hicimos
en este mundo, y recibiremos nuestro premio.
La Biblia nos habla de cinco clases de coronas que el SEÑOR
JESÚS dará a sus fieles, una a los que han evangelizado, otra a los que
murieron por Él; la corona de los fieles y sus servidores
de toda una vida terrenal, una corona a los que “han
apacentado la grey de Dios”, y otra corona a los que aman
y esperan su venida.
Participar en los
Juegos Olímpicos tanto como en la Vida Cristiana es mucho más que ganar
medallas, premios o galardones. Sin embargo, nosotros debemos esforzarnos en la
gracia de Dios y “poner la mirada en el galardón”.
Tal vez ustedes se
acuerden del maratonista brasileño Vanderlei de Lima -quien participó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 en donde su espíritu olímpico, su voluntad
indoblegable y su mirada que tenía en ganar una medalla para su país,
pudieron más que el obstáculo que se le interpuso en su camino-. En
efecto, cuando ya era prácticamente el ganador de la
medalla de oro, porque lideraba el maratón, en el
kilómetro 36 fue enfrentado y empujado por un loco religioso, se trataba del ex sacerdote irlandés Cornelius Horan, a Vanderlei, tal
incidente le robó valioso tiempo, mientras trataba de
desprenderse del atacante cayó al piso. Ayudado por el
público, logró ponerse de nuevo en la carrera, retornando
a la pista atlética, alcanzando el tercer lugar en la competencia con los
brazos en alto y una gran sonrisa. El público se puso en pie en el estadio
Parathinaikós para aplaudir la hazaña de aquel hombre.
Obtuvo la medalla de bronce.
Las declaraciones de este deportista, y su actitud son un ejemplo de
humildad y deportividad para el resto de nosotros: "No le guardo rencor al agresor. Me
entrené durante cuatro años para conseguir el sueño de
ganar una medalla y, gracias a Dios, lo he conseguido. Me siento realizado como
atleta". Otra frase de este hombre nos
inspira y desafía: “Mi alegría es mayor que mi tristeza”. El Comité
Olímpico, lo honró con la medalla Pierre de Coubertin por su esfuerzo en
sobreponerse a las circunstancias, su valor y espíritu olímpico.
No tengamos dudas,
Aquel que corrió el Maratón por nosotros, desde el cielo a la tierra, JESÚS,
sabe de los obstáculos que se nos han presentado en
nuestra carrera, conoce nuestras caídas por los empujones de
los enemigos. Nos levantamos y seguimos corriendo nuestra carrera cristiana.
Vivimos en un mundo injusto que no tiene arreglo. ¡JESÚS es la única respuesta
al problema humano! Por encima de todo, debemos mantener
nuestra mirada en Él y su galardón que nos espera; no pierdas la concentración:
¡Vuelve a la pista porque nos falta muy poco para cruzar la meta! ¡Levántate y
triunfa!
Oración:
Mi Dios y Rey:
¡Grande eres y digno de ser alabado! ¡Tanta es tu grandeza que nos es imposible
comprenderla en toda su magnitud! Gracias por regalarnos una salvación tan
grande, segura y eterna. Hazme consciente de que no debo
tener tu salvación en poco, y además, la esperanza de la
resurrección y tu galardón cuando cruce la meta. Si acaso yo llegara a ganar
alguno, lo pongo a tus pies por ayudarme a esforzarme en tu gracia; te serviré
como tu esclavo por toda la eternidad. En el nombre de
JESÚS, amén.
Perla de hoy
Eres un triunfo en el
reino de Dios si logras mantener tu mirada en Él, a pesar
de los obstáculos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para
llevarlo conmigo?
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