SALUTACIÓN
Perlas del Alma
DOMINGO, 9 de marzo de 2025
Francisco Aular
Para que, si me retraso, sepas cómo deben comportarse las personas en la familia de Dios. Esta es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.
—1 Timoteo 3:15(NTV)
ELEGÍA A LA IGLESIA DE AYER
Francisco Aular
“Por lo tanto, ustedes ya no son
extraños ni extranjeros,
sino conciudadanos del pueblo
elegido y miembros de la familia de Dios”.
Efesios 2:19 (NVI)
En este otoño de la vida me asombra
el caer de las hojas en forma precoz.
Ver el piso plasmado como una alfombra…
Me invade la tristeza y se quiebra mi voz.
¿Dónde está la alegría de los rostros amados?
Sólo los recuerdos que se dejan ver…
Del ambiente y momentos pasados…
Reflejo presente de la iglesia de ayer.
Añoranzas que vienen fugaces en la brisa,
de mi primavera que veloz se fue;
esta vida mía ya no tiene prisa…
Y sólo quisiera vivirla otra vez.
Como aquellas hojas que se lleva el viento,
Veo el horizonte de mi vida de ayer…
Recuerdos alados vuelan con el tiempo
Y el corazón llora porque no han de volver.
Fuimos todos creciendo sin que nadie notara
que nuestra iglesia era un regalo de Dios…
El pastor Clark daba todo, sin guardarse nada;
y su amada Shirley: toda llena de amor.
Compartimos penas, alegrías y tristezas,
en sus rostros floridos nunca vi un lamento,
sí, relaciones abiertas con mucha franqueza
Y un hermano…de veras…lo siento…
¡Cómo los recuerdo, que cultos aquellos!
¡Renata en el órgano y Shirley en el piano!
Y, cantando esos himnos tan bellos!
Y el saludo final: ¿Qué tal buen hermano?
Y luego, Magín Álvarez, contando los diezmos
Con Francisco Aular y María Fernández;
Y Adonis riendo, por los chistes viejos…
Del hermano Madera y José Aleixandre.
Y la hermana Felipa con Lola de Dámaso,
enseñándole a vender en la librería…
Y José Alemán, arreglando su carro
Que después del culto, nunca le servía.
Enrique Dámaso, hijo, y Francisco Fermín
Haciendo sus planes para ser pastores,
y don Enrique Dámaso, cuidando el jardín…
De los niños: Spitaleri, Dámaso y Ordóñez.
Por eso en esta tarde triste de verano,
sólo con mi pensamiento, hoy puedo volver…
Recuerdos amorosos pero muy lejanos…
De mi bien amada iglesia de ayer.
Mi nostalgia infinita por testigo doy,
al recordar todo lo que ya se fue…
No olvidar nunca que la iglesia de hoy…
Será algún día… ¡La iglesia de ayer!
Aquí en este poema, evoco la importancia de la iglesia local, ese grupo de creyentes imperfectos que se reúnen en el nombre de JESÚS, cuya existencia es esencial para nuestro crecimiento y madurez espiritual.
¡Adelante, siempre adelante!
¡Feliz domingo del SEÑOR!
¡Ven a la iglesia hoy!
¡Ayúdanos a plantar hoy, para ser mañana: la iglesia de ayer!
¡Te esperamos!
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