Francisco Aular
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Desde que nuestros antepasados, Adán y Eva, rompieron su relación con DIOS y tuvieron que salir del Edén, DIOS puso en marcha el rescate del ser humano pecador. Inmediatamente, se les prometió una restauración en el futuro, en el versículos que los teólogos llaman el “Proto-evangelio”:
Esto lo entendemos mejor por la explicación de Pablo en ese gran pasaje sobre la Resurrección que es 1 Corintios 15:1-58:
“Las Escrituras nos dicen: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente», pero el último Adán—es decir, Cristo—es un Espíritu que da vida”. (V.45).
Me parece que Juan, al principio de su ministerio le gustaba que lo llamaran el “hijo del trueno”. Pero a medida que fue madurando, se convirtió en el Apóstol del amor. Me lo imagino anciano a mediados del año 90 de nuestra era, viviendo en Éfeso. Habían pasado 60 años de la muerte del Mesías del amor, JESUCRISTO. Juan tiene delante de sí, los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas.
Los evangelistas antes nombrados, escribieron para mostrar la humanidad de JESÚS. Juan escribe para demostrar la divinidad del SEÑOR. Juan tiene también delante de él, en su mesa de trabajo, las Epístolas de Pablo y muchos otros escritos apócrifos. Su responsabilidad como escritor sagrado es demostrar que, JESÚS es DIOS:
Hoy nos corresponde hablar de la restauración de Pedro, yo la llamaría la cuarta palabra después de la Cruz. Pero antes, me gustaría compartirles algo muy personal. Tengo pasajes que me conmueven de la Palabra de DIOS y el pasaje de Juan 21:15-19, es uno de ellos. ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente al obrero que siente que le ha fallado a DIOS, y piensa que no es digno de continuar sirviendo en el Reino? ¿Qué debemos hacer para salir y buscar al obrero herido en la batalla? Es muy fácil que caigamos en demandas que ni nosotros mismos podemos cumplir, como era el caso de los fariseos, y lanzar la primera piedra contra el pecador.
Algunos de nosotros sabemos que en la conclusión de un escrito hacemos el empeño de poner la moción de afecto del escritor al final. Bueno Juan se lo dedica al apóstol Pedro y esa conmovedora historia de la restauración en su relación con DIOS. Todos recordamos que Pedro negó al SEÑOR tres veces. Luego hubo una gran contrición en su espíritu con la mirada de amor que le hizo JESÚS, aquella noche. Pedro lloró amargamente arrepentido de haberle fallado al SEÑOR y también a sus compañeros del apostolado.
¿Cómo vino la restauración de Pedro? Justamente vino por el amor de JESÚS hacia este amado discípulo. Los discípulos habían desayunado y me imagino la conversación tan animada por la presencia de SEÑOR con ellos.
Entonces como en toda conversación de grupo, vino un silencio. La voz del SEÑOR se oyó en aquella playa: “Simón, hijo de Jonás ¿me amas más que a éstos?...Así por dos veces, JESÚS repite la pregunta, y usa el verbo “agapao” es la palabra en griego para el amor desinteresado de DIOS para el ser humano.
Pedro percibe con humildad que su amor por el SEÑOR, no es como el de JESÚS por él. Y no usa el mismo verbo sino “fileo” que significa afecto. Se puede traducir como tu sabes que te quiero… Así la tercera vez, JESÚS, usa el mismo verbo de Pedro… “Simón, hijo de Jonás ¿me quieres?”. Allí Pedro, se dio cuenta otra vez del amor “agapao” de JESÚS, diciéndole a Pedro, hasta ahora no has podido subir a donde yo estoy, pero bajo para estar contigo. Luego lo restaura delante de todos, incluso le señala la manera en que moriría:
Dentro de este orden de ideas que me vienen en esta hora les recuerdo a ustedes que están conmigo en este ministerio de Perlas del Alma durante dieciséis años, ya saben. Perdónenme que lo repita, soy fruto de Juan en mi conversión al reino de DIOS, aquel 11 de abril de 1963, mientras leía su evangelio en el capítulo 17 y versículo 20: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”. Esa es la oración que hizo JESÚS al PADRE, y me conmueve descubrir que, ¡JESÚS oró por mí! Esa oración como toda oración, no caducó y 1900 años después se cumplió en mí. ¡Gloria a DIOS!
Mas alentador todavía, nuestro amado JESÚS, oró por usted también, y cada uno de nuestros amados discípulos que el SEÑOR nos dé, en nuestro breve paso por aquí. Porque todavía, nosotros Sus discípulos, ejercemos también el ministerio de la RESTAURACIÓN por dondequiera que vayamos.
¡Adelante, siempre adelante!
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