Francisco Aular
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Lectura devocional: Juan
Versículo de hoy:
Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu y declaró: —De cierto, de cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraron unos a otros, dudando de quién hablaba. Juan 13:21,22 (RVR1995)
Mi corazón latió más de prisa al escuchar la voz de una prima en la oscuridad de la madrugada. Ella me llamaba desde San Felipe, la capital de mi estado Yaracuy, Venezuela. Entre sollozos me dijo, “primo corre que tu papá se está muriendo”. Nosotros vivíamos a ocho horas de aquel lugar en auto. Ni Mary, ni los niños pudieron acompañarme en aquel viaje. Hice los arreglos pertinentes en relación con algunas cosas que tenía que hacer y como a las once de la mañana estuve listo para salir.
Mientras recorría los primeros kilómetros de mi patria chica, levanté mis ojos hacia el infinito. Vi al cielo y las nubes que hacían un castillo en el cielo azul. Algunas gotas salieron de mis ojos al recordar algunas escenas con mi papá en nuestro caserío el Pozón, donde nací. Muchos años atrás, algunas tardes, tendidos sobre el piso con mis hermanos nuestro viejo nos hacía imaginar que esas nubes, eran castillos, rodeados de animales y personas que lo estarían visitando. Después venían los cuentos, no he conocido a un contador de cuentos como él. ¡Nos hacía vivir con sus relatos y sus piruetas que también nos hacían reír!
Entonces miré frente mis ojos estaba ese verde mar de los árboles, maizales, cañaverales y sentía que ese paisaje, y las mariposas y los pájaros me daban la bienvenida. ¡Ah, los pájaros y otros animales! Mi papá nos hacía ver que podía hablar con ellos… Llegué al hospital, estacioné y corrí a la sala en que estaba mi padre moribundo. Tengo el honor de que mis familiares y amigos de mi familia, son numerosos. Ellos hacían una fila para dar una última mirada al “Tío Ramón”, amablemente todos ellos, al verme me hicieron un largo pasadizo humano hacia la habitación.
Una enfermera me preguntó: “¿Tú eres Francisco? -Y añadió, tu papá te está esperando”. Cierto, allí estaba mi viejo en su cama, me acerqué y lo besé, rodeado de sus hermanas, me vio y yo sabía que como siempre me jugaría con él, y él conmigo… Me hicieron lugar y me senté a su lado, metí mi brazo izquierdo por debajo de su cabeza, y le dije: “Papá…tienes un gentío allí afuera…” Me miró y me dijo sonriendo, sus últimas palabras: “Hijo, por algo será, por algo será.” Todos en la habitación lloramos. Entonces, di acciones de gracia por su vida. Lo encomendé al SEÑOR y le cerré sus ojos.
En varias ocasiones a lo largo de lo que he escrito he repetido las últimas palabras de mi padre, y otros moribundo que he atendido en el final de sus vidas. Al acercarnos en estas fechas en que la Cristiandad celebra las Siete Palabras de JESÚS en la Cruz, me uno de todo corazón a estas celebraciones solemnes. Tradicionalmente, las celebramos desde Su entrada triunfal en Jerusalén, la limpieza del templo el lunes, el miércoles la ofrenda de amor de María al ungir el cuerpo de JESÚS, el jueves en el aposento alto y al Getsemaní, donde fue traicionado y entregado por Judas Iscariote.
¿Quién es el hombre en la historia que más le gustaría conocer? Un gran teólogo e historiador, respondió: “Judas Iscariote, me gustaría ver al hombre que, habiendo caminado con JESÚS, oído y visto ser y hacer lo que hizo; aquel hombre que horas antes había mirado el rostro del SEÑOR, cuando le lavaba los pies, pudo después traicionarlo”.
De todas maneras, cualquiera de nosotros pudiera reaccionar igual que los discípulos. Cuando JESÚS, habló y dijo que uno de ellos lo traicionaría. Cada uno preguntó: “¿Seré yo, Señor?”. (Mateo 26:22). ¡El ser humano se mueve muy cerca de la contradicción, de la paradoja porque es débil y pecador! La posibilidad de la traición estaba en la vida de cada hombre del aposento alto. Más tarde en aquella noche, ellos se espantaron y huyeron y lo dejaron solo. Jeremías había escrito, “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. (Jeremías 17:9).
En los días que vivimos todo está lleno de contradicciones, lo relativo tomó el lugar de lo absoluto; lo malo destronó a lo bueno; lo amargo a lo dulce y lo pasajero a lo eterno. Hombres y mujeres que vinieron, vivieron y murieron sin descubrir el verdadero propósito de sus vidas. Algunos defienden a Judas, y menosprecian a JESÚS, Sus discípulos y a Su Iglesia. Judas cargado por su culpa, en vez de buscar arrepentido, el amor y el perdón de JESÚS, se suicidó.
En consecuencia: ¿Qué podemos decir de nosotros mismos, estamos andando bajo el amor y perdón de DIOS? ¿Se nos hace difícil amar y perdonar a otros? ¿Si se nos ofrece un cristianismo barato de ganancias deshonestas, qué haríamos? ¿Venderíamos a JESÚS por treinta piezas de plata? Morir sin DIOS, lejos de la iglesia es doloroso. Pero más triste y una contradicción sorprendente es morir sin DIOS dentro de la Iglesia.
De cualquier forma, el epitafio de Judas todavía esta siendo escrito sobre muchas otras vidas: “¿Seré yo, Señor?”.
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE NUESTRO:
“¿Seré yo, Señor?”. Te confieso la contradicción de un andar sin el cuidado debido a lo que represento como tu hijo y te pido humildemente que me des tus fuerzas para serte fiel hasta el final de mis días. SEÑOR yo quiero ser como tú fuiste. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¿Venderíamos a JESÚS por treinta piezas de plata?
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