Mis amados todos un gran saludo de
Cochrane, Calgary, Alberta. Todavía, no estamos en nuestra casa y esperamos
tenerla la próxima semana. ¡Gracias por sus oraciones! ¡Pronto, regresaremos!
Francisco
Aular
faular @hotmail.com
Cuando contemplo el cielo,
y la luna y las estrellas
que tú mismo hiciste no puedo menos que pensar:
"¿Qué somos los mortales para que pienses en
que tú mismo hiciste no puedo menos que pensar:
"¿Qué somos los mortales para que pienses en
nosotros y nos tomes en
cuenta?". Salmo 8:3,4 (TLA)
Me cautivó desde niño el cielo, la luna y las estrellas mucho antes de aquel alunizaje del Apollo
XI se realizara, y cuyas incidencias seguimos por televisión en casa de mis
suegros, Mary yo. Aquella noche del 20 de julio de 1969, las calles de nuestra
ciudad estaban prácticamente vacías. Era muy emocionante ser testigos de
primera mano de aquella ocasión irrepetible, en que el ser humano posaba sus
pies en la luna por primera vez. Más de 500 millones de personas en el mundo
vieron es primer alunizaje. Como bien lo dijera Neil Alden Armstrong el comandante de la misión: Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad". Nosotros seguimos paso a paso, viendo y escuchando la
voz y dirección del inolvidable Renny Ottolina, ninguno como él. Sabíamos que
estábamos contemplando un evento quizás equiparable al Descubrimiento de
América. Pero no estábamos solos viendo esa proeza, sino que los vecinos
nuestros también, los cuales como nosotros estallaron en aplausos aquella
inolvidable noche. Sin embargo a pesar de esa gran ocasión, no será el Apollo XI
quien nos ocupe la atención sino el Apollo XIII.
Digamos primeramente que con los años los viajes
espaciales llegaron a ser rutina, hasta que una noche, vimos el noticiero y
allí estaba la noticia: “¡Houston, tenemos un problema!”… Era la exclamación
angustiosa del astronauta Jack Swigert, aquel inolvidable 13 de abril de 1970 a
las 9 y 30 de la noche. Swigert
fue uno de los tres astronautas en la misión del Apollo XIII, la cual había sido
lanzada, dos días antes, el 11 de
abril de 1970. La misión fue el tercer intento de aterrizaje en la Luna, pero
fue interrumpida tras constatar la ruptura de un tanque de oxígeno en el módulo
de servicio de la nave Apollo y otros problemas.
Inmediatamente, los ingenieros del Centro Espacial
Johnson Houston de Texas se pusieron a trabajar sin descanso, y entre ellos el
joven ingeniero Merlin Merritt, esposo de Shirley G. Clark, hija de nuestros
misioneros en Venezuela, Carlos y Shirley Clark. Merlin y Shirley Merrit, eran
miembros de una de las iglesias bautistas en los suburbios de Houston. Merlin,
es testigo presencial de los milagros que Dios hizo en el Centro Espacial de
Houston en aquella ocasión, porque en aquellos angustiosos días el mundo entero
estalló unido en oración. En efecto, el mismo presidente de los Estados Unidos,
Richard Nixon, pidió al mundo oración por los astronautas y el peligro de que
no pudieran regresar a la tierra, pues estaban a la distancia de 380.000 Kms.,
de nosotros. Recuerdo claramente que la radio, la televisión y la prensa,
llegaban con sus noticias sin cesar a los hogares, talleres y oficinas del
mundo entero. ¿Lograrían salvarse aquellos hombres o se perderían para siempre
en el espacio?
¡Todos éramos testigos de aquellos momentos angustiosos
que vivían los ingenieros espaciales en Houston y los astronautas en su pequeña
nave! Permítanme decirles que, la noche del 15 de abril, nuestra pequeña
Iglesia Bautista Emanuel de Caracas, ante la convocatoria a la oración de
nuestro pastor Rev. Eusebio Pérez Domínguez, allí acudimos, y oramos con
fervor. Pero como sabemos no fuimos los únicos. Nunca como antes pastores,
sacerdotes, rabinos y hasta de otras religiones ajenas al
judeocristianismo unieron sus
plegarias. Se hicieron vigilias de oración y cadenas de oración. La oración que
como he escuchado a alguno decir es la cenicienta en nuestras actividades
religiosas, ¡en aquellos día se puso zapatos de oro y caminó con nosotros!
Nuestro amado hermano y amigo, Merlin Merritt, por donde va atestigua como Dios
movió Su mano, y les facilitó a los ingenieros y otros científicos allí, la
estrategia para hacer realidad lo que parecía imposible. Swigert y sus
compañeros, Jim Lovell y Fred Haise, retornaron sanos y salvos a la tierra el 17
de abril tras aproximadamente 5 días y medio en el espacio. ¡La oración cambio
la historia!
A la distancia de 49 años de aquel suceso, y siendo
testigos de la intervención del
Todopoderoso escuchando el clamor de la tierra, la pregunta del salmista: "¿Qué somos los mortales para que
pienses en nosotros y nos tomes en cuenta?" Respondemos: somos objetos de Su amor y compasión y
por eso, podemos exclamar al Centro Espacial en donde se encuentra nuestro
Padre Celestial y decir con toda confianza: ¡SEÑOR, tenemos un problema! Y la oración cambiará la
historia porque “Dios es nuestro refugio
y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1 RV60)
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy puedo decir y cantar:
¡No hay DIOS tan grande como tú! Lleno de misericordia que inclinas tus oídos
para escuchar nuestro clamor, cuando en la angustia te buscamos. Gracias por
permitirnos comunicarnos contigo por medio de nuestras oraciones. No existe
ningún problema por grande o pequeño que tú no puedas resolver, según tu
voluntad. Te ruego que pueda yo estar firme delante de ti y esforzarme en tu
gracia para proclamar que eres real y contigo detrás y sosteniéndome en tus
brazos eternos, puedo enfrentar todo lo que está delante de mí. En el nombre de
JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Dios
es un refugio seguro en las tormentas de nuestras vidas.
Interacción:
¿Qué me dice
DIOS hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna
promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna
lección por aprender?
¿Existe alguna
bendición para disfrutar?
¿Existe algún
mandamiento a obedecer?
¿Existe algún
pecado a evitar?
¿Existe algún
pensamiento para llevarlo conmigo?