Francisco Aular
faular @hotmail.com
Lectura devocional:
Salmo 46:1-9
Dios es nuestro amparo
y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Salmo 46:1 (RV60)
En esta magna celebración de los 500 años del inicio de la Reforma
Protestante, y que estaremos celebrando en todo el mundo el 31 de octubre de
2017, se hace necesario acercanos a Martín Lutero para comprender aquel difícil
entono del año 1517 y que él tuvo que vencer con la Palabra de Dios como guía y
como norma de su vida. Hoy consideraremos al Lutero músico y teólogo porque él
nos llevó de nuevo al canto congregacional. Tenemos mucho que aprender en esta
oportunidad.
En efecto, Lutero hizo mucho uso de la música como parte de la
liturgia evangélica, y como lo dice el especialista y músico Cecilio McConnel
en su libro “Comentario sobre los himnos que cantamos”: “Martín Lutero fue una
de las figuras más sobresalientes en la historia de la iglesia cristiana. Su
influencia en el himno también era descollante. Cuando el apareció, el canto
cristiano estaba en el nivel más bajo. Los pocos himnos eran cantados por
personas eclesiásticas especializadas en un idioma que la mayoría de la gente
no entendía (…) Lutero insistió en que tenía que ser en el idioma del pueblo y
que toda la congregación cantase su regocijo en el Señor…”.
Pues bien, Martín Lutero fue también un poeta y escritor de muchos
himnos, uno de ellos es considerado el himno nacional del pueblo evangélico, me
refiero a “Castillo fuerte es nuestro Dios”, porque entre otras cosas, gracias
a su amigo el elector Federico el Sabio de Sajonia, señor de Wittemberg dentro
de cuya jurisdicción vivía Lutero, y al llevárselo a su castillo, lo salvó de
las garras de sus enemigos que querían matarlo, como lo habían hecho cien años
antes con Juan Huss. También Lutero sabía que su verdadero enemigo era el mismo
Satanás. Por eso, la primera estrofa del himno, dice:
Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo;
Con su poder nos librará en todo trance agudo.
Con furia y con afán acósanos Satán;
Por armas deja ver astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.
Pero la segunda estrofa, nos presenta a Jesús el verdadero
triunfador:
Nuestro valor es nada aquí,
Con él todo es perdido;
Mas con nosotros luchará de Dios el Escogido.
Es nuestro Rey Jesús, el que venció en la
cruz,
Señor y Salvador. Y siendo solo Dios,
Él triunfa en la batalla. (HB#26, CBP).
Apasionado como era Martín Lutero toma su laúd, instrumento
musical que dominaba a la perfección, y con aquella voz que tanto le había dado
de comer en su días de estudiante, ahora la utiliza para rendir adoración
musical al Dios vivo. Esa misma voz
es la que se levanta ante sus contrarios en la Dieta de Worms, cuando dijo:
“No puedo, ni quiero retractarme de cosa alguna, pues ir contra la conciencia
no es justo ni seguro. Dios me ayude. Amén”. Hoy en día algunos teológos ya no creen en la realidad de la
existencia de Satanás y sus demonios, el enemigo los ha vencido convenciéndolos
que él no existe, ciertamente, el maligno no está contento cuando estamos
firmes en la Palabra de Dios, porque ha sido juzgado precisamente por el
triunfo definitivo de la Biblia:
Y si demonios mil están pronto a devorarnos,
No temeremos porque Dios sabrá como
ampararnos.
¡Que muestre su vigor Satán y su furor!
Dañarnos no podrá, pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.
Termino con esta reflexión, Martín
Lutero, al igual que otros héroes de la fe, nos dejó un gran legado que los
evangélicos modernos no debemos echar al olvido. El mismísimo Papa Juan Pablo
II pidió perdón ante las injusticias que se hicieron con aquel monje que
leyendo la Escritura descubrió lo que Pablo ya había escrito 1500 años antes,
que nuestra justificación delante de Dios es solamente por fe, Martín Lutero lo
subrayó en su Biblia cuando escribió: “Sola fide”, solamente por fe. No
convirtamos el glorioso evangelio que costó sudor, lágrimas, sangre y muerte a
muchos amados para que nos llegara a nosotros, en una fórmula mágica para
triunfar en este mundo material y por lo tanto, temporal. No me canso de
decirlo, Jesucristo no dejó su Gloria para que yo viva un evangelio de pura
oferta y fácil. Martín Lutero pagó un precio en sus días: Se alejó de Roma que
representaba para él todo en esta vida y se acercó a Dios, aceptó la salvación
como un regalo, mantuvo la fe y triunfó. Tú y yo tenemos que dejarle a la
futura generación, al salir de este mundo, lo único que también nos podremos
llevar al salir de él, la “herencia incorruptible” de la salvación por fe. No
puedo imaginarme siquiera lo que diría Lutero al ver cómo algunos líderes
ecuménicos del mundo protestante de hoy, quizás vayan a celebrar los 500 años
de su Reforma Protestante, en compañía del Papa…, por ello, creo que el versículo que le habló a Martín Lutero, también
nos habla hoy: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y
para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos
1:17, RV60).
En conclusión, cuando usted como cristiano nacido de nuevo,
por su fe y convicciones, sea perseguido y humillado, a pesar de todo, el
Eterno sigue siendo: Castillo fuerte, como muchos años, antes de Lutero, el
salmista, lo había escrito: Dios es nuestro amparo
y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Salmo 46:1 (RV60).
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Gracias por darnos tu Palabra que es fiel y verdadera.
Ayúdame a vivirla por el poder de tu Santo Espíritu. En el nombre de JESÚS,
amén.
Perla de hoy:
“¡Que muestre su vigor Satán y su furor!
Dañarnos no podrá, pues condenado es ya
Por la Palabra Santa.”
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún nuevo pensamiento para llevarlo
conmigo?
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