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Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad,
pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Mateo 22:21
(RV60)
Era casi la medianoche, sonó
el teléfono y corrí antes de que se perdiera la llamada. Del otro lado,
reconocí la voz que sin muchos preámbulos, me hizo la siguiente proposición:
“Hermano, vienen las elecciones nacionales y por primera vez, los evangélicos tenemos
las posibilidades de llevar nuestra gente al Congreso de la República: ¿Estarías
dispuesto a poner tu nombre como candidato a una curul?” Mi mente viajó a mis
primeros años en que conocí al Señor, en ese tiempo, mis fuertes inclinaciones
de liderazgo, me había llevado a la política como futura profesión. Pero,
recordé que en mi primer año de convertido el SEÑOR me llamó a Su Ministerio. En
mi caso, hice a un lado a la política partidista como profesión, y abracé la
causa del Señor como mi única razón de ser y hacer en la vida. En eso ando
hasta hoy.
Tampoco creo en partidos polísticos confesionales porque el poder
político partidista siempre es acompañado por el engaño y la corrupción. Como
decía un gran siervo de Dios, “tenemos que evangelizar a los politicos, y no
politizar a las iglesias”… Así que ni siquiera, le di tiempo al amigo, hermano
y colega que me llamaba para convencerme. Así le respondí: El Señor me ha
llamado para ser un Embajador de Su reino a tiempo completo, y en esa labor me
encuentro. No tendré ningún problema en darles mi voto como ciudadano común y
corriente, pero mi tiempo y corazón están comprometidos en forma total de por
vida a mi amado Rey, Salvador y Señor.
Desde luego que como ciudadano que soy
poseo también un valor cívico que me lleva a no darle “un cheque en blanco” a ningún
político, o partido político, y denunciar cualquier desvío del verdadero papel
de los gobernantes: “Porque los magistrados no están para infundir temor al
que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo
bueno, y tendrás alabanza de ella.” (Hebreos 13:3, RV60). Sin embargo, el Profeta Isaías nos advierte: “¡Ay
de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz
tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce
por amargo! !Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes
delante de sí mismos!” (Isaías 5:20,21, RV60). Según los procesos ciudadanos democráticos
de nuestros días, el ciudadano es convocado a elecciones libres, después de
varios años para juzgar, si el gobierno lo ha hecho bien o mal.
Así
que JESÚS fundó Su Reino y lo está perfeccionando a través de los siglos para
reinar para siempre, mientras eso ocurre, Sus discípulos somos ciudadanos de
ambos mundos, tanto del eterno en el más allá como el temporal en el más acá… “Dad, pues, a César lo que es de César, y a
Dios lo que es de Dios.”
Indudablemente,
existen muchas vocaciones legítimas para invertir nuestras vidas, la pólitica
como ciencia es una de ellas al juzgarla como: “Actividad de quienes rigen
o aspiran a regir los asuntos públicos.” (DRAE).
Ciertamente, la política es un camino legítimo
para ayudar en gran manera a la sociedad y a una nación. Pero a la hora de invertir nuestra única vida humana, aquí
en la tierra ninguna acitividad puede compararse a la vocación celestial de
servir al Señor y a su pueblo en la tierra. Estamos de paso por este mundo, y
como alguien dijo: “No es ningún tonto quien cambia lo que es temporal por lo
eterno”. Así se lo hice saber al colega que me había llamado para participar
como candidato a diputado del Congreso Nacional de mi país: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a
Dios lo que es de Dios.”
Oración:
Padre justo:
¡Gracias por enviar a tu Hijo amado a
comprarme un lugar en ese fabuloso futuro que nos espera al salir de este
mundo! Ayúdame también a ejercer mi responsabilidad histórica aquí en la
tierra, y ser un ciudadano con un coraje cívico que sea capaz de llevar tu
Evangelio, a todas las esferas políticas y sociales de nuestro tiempo. En el
nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Padre,
dame la sabiduría para distinguir la diferencia entre lo mejor de este mundo y
lo mejor de Dios e invertirme en ello.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su
Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda
aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo
conmigo?
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