Francisco F. Aular
Año IV
Número 58
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. 1 Pedro 1:3 (RV60)
Esperanza es vivir la primavera estando en invierno. La esperanza hace vivir; es seguir con todo empeño lo que se quiere conseguir; la esperanza es la fuerza que nos mueve cuando se han agotado todos los recursos; es dar gracias por los bienes prometidos sin tenerlos en la mano; el apóstol Pablo nos dice: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13:13 (RV60).
Con esperanza, el atleta se disciplina en sus ejercicios, el estudiante se concentra en sus estudios, las parejas se casan, los padres educan a sus hijos, los agricultores adquieren tierras y se dedican a la siembra; todos ponen su esperanza en el éxito. La esperanza alienta el esfuerzo, pero, si la esperanza desaparece, llega la duda y la depresión que frenan hasta el deseo de vivir. De esta manera, podemos decir que la esperanza forma parte de nuestras necesidades fundamentales.
Entre todas las crisis que nos afectan, la desesperanza es una de las peores. Hoy, son muchos los seres humanos que han perdido la esperanza casi por completo. Han perdido la esperanza de un futuro mejor, andan con desgano por el mundo, y con demasiada frecuencia, no esperan nada bueno de los demás ni tampoco de sí mismos. Para Dante, quien vive sin esperanza está ya en el infierno.
La esperanza nos abre el futuro con sus horizontes, y nos hace ver que esta vida es breve, que vale la pena vivirla a plenitud. Ella nos fortalece. La esperanza, ¡nos hace vivir!, y nos hace escuchar la voz de la lluvia que cae sobre la tierra; nos hace ver la gracia de los verdes prados, y los rayos de plata de la luna llena; nos permite oír el tenue quejido de las olas cuando rompen en la playa; por la esperanza, aun la muerte es un enemigo vencido, y la victoria de la sepultara es temporal porque nuestro destino final es vivir para siempre.
La esperanza nos otorga un propósito para vivir, y con ella, superar cualquier sufrimiento del presente al palpar lo invisible de un fabuloso mañana: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Apocalipsis 21:4 (RV60).
En definitiva, la esperanza es el grito del alma que en medio de la aflicción más profunda puede hacernos felices y contagiar a muchos otros con nuestra actitud.
La Palabra de Dios nos dice que la esperanza, más que una virtud teologal es una Persona, es JESÚS: “Que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27b. RV60). La esperanza cristiana descubre su fuente y meta en Dios mismo, y brota en el corazón de todo aquel que discierne el sentido de la venida de JESÚS a la tierra, quien muriera y resucitara. Ciertamente, JESÚS por medio de su muerte y resurrección, venció todo aquello que nos corta la esperanza, y nos da por medio del nuevo nacimiento, la esperanza de gloria, esa certidumbre de que pase lo que pase, ni la muerte ni la vida (…) ni nada nos podrá separar del amor de Dios que está en JESÚS (Romanos 8:35-39). ¡JESÚS es la esperanza viva!
Oración:
Padre Eterno:
Gracias por darnos esta bendita esperanza en ti. Ayúdame a enfrentar toda prueba y todo problema, e inclusive, todo el éxito que pueda lograr con la certeza de que vas conmigo. En el Nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Cuando tu esperanza es Dios y su Soberanía, no habrá nada imposible que no puedas lograr.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Déjanos tus comentarios