En el transcurso de los años pasados de mi vida cristiana, los he vivido bajo la pasión que JESÚS imprimió a Su preciosa e impresionante vida. Especialmente, a Su último mandato. Exactamente, la orden que el SEÑOR JESÚS dejó a Su Iglesia es “vayan y hagan discípulos de todas las naciones. A esa orden, la llamamos la Gran Comisión.
El Dr. Bill Bright, define la Gran Comisión de una manera que me llega: “La Gran Comisión de nuestro Señor Jesucristo es el más grande plan que ha sido propuesto al género humano; es presentado por la más extraordinaria persona que ha vivido, respecto del mayor poder revelado a los hombres y conteniendo la más grande promesa que se registra en la historia.”
Por cierto, ni la palabra “misiones” o la “Gran Comisión”, usted las encontrará en la Biblia; pero el concepto en sí, llena todas las páginas de la Palabra de DIOS, y para mí, eso es suficiente. De todos modos un poquito de historia al respecto es bueno.
En efecto, el misionero holandés Justinian von Weltz (1621-1688) Fue el primero que nombró al mandato de JESÚS -que aparece en los cuatro evangelios y el libro de los Hechos-: La Gran Comisión de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.
Más tarde, el misionero inglés Hudson Taylor (1832-1905) Lo hizo popular hasta nuestros días. Pero creo sin lugar a dudas que quienes la hemos hecho nuestra razón de ser y hacer, somos los bautistas del sur. En consecuencia, somos una organización que ha mantenido su efectividad en la obra misionera mundial por más de cien años.
En realidad, tenemos la meta que, en cada una de nuestras iglesias locales tengamos esta ambiente: orar por misiones; enviar misioneros y dar ofrendas para sostener dignamente a nuestros misioneros en el campo. ¿Cuál es la fuerza que nos impulsa? ¡Sí, la fuerza impulsora de nuestra pasión misionera es ayudar al cumplimiento de la Gran Comisión! ¡Esa orden hace posible que cada marchista sea un misionero con pasión evangelizadora!
Como es mi costumbre, haré un poco de historia. Nuestro pastor Carlos Clark, participó e inspiró a la Misión Bautista Emanuel para que participáramos de lleno en la campaña multidenominacional que llamamos Evangelismo a Fondo, realizada en Venezuela los años 1964-1965.
Yo tenía entonces, seis meses de haber llegado a nuestra congregación y fui uno de los entusiastas participantes, y hasta ahora, me considero un fruto de aquel gran esfuerzo de oración, evangelización y discipulado, llevado a cabo simultáneamente por el pueblo evangélico en toda la nación suramericana.
Recuerdo muy bien que escuché dicho vocablo durante la predicación del pastor Clark, en uno de los primeros domingos del año 1964. Fue la primera vez que oí hablar de la Gran Comisión. Desde entonces, no he dejado de orar, hablar, enseñar y dar para misiones. Ciertamente, ese mandato del SEÑOR pronunciado en un monte desconocido de Galilea, antes de Su ascensión a los cielos, es un deleite.
De hecho me considero ante todo, un misionero de la Gran Comisión y en eso ando hasta el final de mi jornada terrenal. En ese sentido, la Marcha Evangelizadora, nace a la luz del cumplimiento de la orden que nos ha dejado el SEÑOR y Su promesa de que Él está con nosotros, y va con nosotros. Nuestro amado JESUCRISTO. DIOS mismo, se pone en marcha y nos invita a marchar bajo Sus órdenes.
Indiscutiblemente, que esto ha sido así desde aquel mismo día en que JESÚS resucitado, subió al Cielo. Sin embargo, Sus discípulos que se congregaron para oír el mandato de la Gran Comisión reseñada por Mateo; también lo escucharon decir: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. (Hechos 1:8, NVI).
Como resultado de la llenura del poder del ESPÍRITU SANTO, aquella generación humana escuchó de los labios de esos discípulos y conjuntamente con ellos, se lanzaron a predicar el glorioso evangelio del Reino del SEÑOR JESÚS. Quizás para algunos de nosotros, todo esto se ha reducido por miedo a no parecer fanáticos, ni estar en contra del pluralismo religioso que abundan en estos días.
El relato entusiasta e histórico de los discípulos apasionados del SEÑOR JESÚS, los de ayer, los de hoy y los siempre, no negociamos, ni negamos nuestra pasión por nuestro DIOS. De tal manera podemos decir como los apóstoles Pedro y Juan: “¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que hemos visto y oído!” (Hechos 4:20, NTLA).
Esos amados entendieron que JESÚS vivía en ellos, y llenos de gracia y poder proclamaron el evangelio y por la fuerza impulsora de la Gran Comisión, vieron los grandes resultados: “–¡Estos hombres, que han trastornado el mundo entero, también han venido acá!” (Hechos 16:6b, DHH).
¡Adelante, siempre adelante!
Oración:
PADRE ETERNO:
En esta hora te alabo y exalto con gratitud tu glorioso nombre y tu mandato de dar conocer tu Evangelio a todo el Mundo. Ayúdame a ser un misionero de tu Palabra en todo tiempo, en todo lugar y delante de toda persona. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La fuerza impulsora de la Gran Comisión se impulsa en nuestra pasión por JESÚS.
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