domingo, 13 de agosto de 2023

EL CUIDADO DE DIOS CONMIGO

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: Salmo 23
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará
 descansar;Junto a aguas de reposo me 
pastoreará. —Salmo 23:1,2 (RV60)
 

¡Feliz domingo del SEÑOR para todos en todas partes!

¡Hoy mi alma alaba al SEÑOR con gozo infinito! ¡Hoy estoy cumpliendo 60 años desde que llegué a la iglesia local!

 

En verdad, mi jornada espiritual ha sido larga y llena del gozo del SEÑOR. Empecé con la aceptación de la Vida Zoé en JESÚS, el 11 de abril de 1963. En aquel primer encuentro: El ESPÍRITU SANTO, puso en mí corazón buscar a una iglesia local para congregarme. Luego, el mismo ESPÍRITU SANTO me guió para encontrar a la Mision Bautista Emanuel, el segundo domingo de agosto de 1963. 

 

Hoy, estoy cumpliendo 60 años desde que llegué a la iglesia local.  En verdad, son seis décadas y no puedo, ni debo pasar esta oportunidad para agradecer el maravilloso cuidado de DIOS por este humilde venezolano que un día con mucha fe, le abrió su corazón de joven de 17 años y lo invitó a vivir en él. Toda mi vida, las verdades espirituales del Salmo 23 me han acompañado y por eso: ¡DIOS es mi pastor!


¿Cómo llegué a la iglesia? En realidad, un joven universitario, Adonis Rodríguez, vino al Estudio Fotográficos a buscar unas fotos de su bautismo, al ver aquellas fotos, lo interrogué y rápidamente, él me testificó. Me dio la dirección, fui a la Misión Bautista Emanuel el 4 de agosto, en realidad yo me asomé allí para investigar primero. Eso ocurrió el 4 de agosto de 1963. Me gustó todo lo que vi, oí y palpé. Aquella noche, estarían reunidas unas quince personas.

Varios hermanos me rodearon, y me pasaron el himnario. El joven Luis Magín Alvarez Durand, me dio la bienvenida, y además anunció que el domingo siguiente, 11 de agosto en la mañana, vendría la familia Clark, quienes habían sido misioneros en Maracaibo desde 1952.

Así que en esa semana hice todo lo posible para no perder el culto dominical matutino de la Misión. Una semana después, el domingo 11 de agosto, estuve allí.

Nada más llegar, saludé a quien sería mi pastor para toda la vida desde aquel día, me preguntó mi nombre y me dijo: —¡Encantado! Soy Carlos Clark, también me presentó su familia y añadió: —mi esposa Shirley, mis hija Shirley Gay, Judy Lynn, Carlos y Juan. 

Acto seguido, se procedió a la presentación de los visitantes, y desde luego, yo entre ellos. Cantamos, recogimos las ofrendas y luego la toma de posesión del pastor Carlos Clark. Predicó e hizo el llamamiento público, ¡ese momento yo lo había esperado desde abril! Pasé al frente con firmeza y decisión, yo venía para hacerme parte de mi familia espiritual, como lo promete la Palabra: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”. (Efesios 2:19).'

Lo demás es historia que ya he contado en otras Perlas del Alma. ¡Hoy hace 60 años de aquella inolvidable ocasión! ¡Esa sigue siendo mi familia espiritual hasta ahora y por la eternidad futura!

En la década 1963-1973, ¡DIOS hizo grandes cosas al prepararme para mi vida en CRISTO, me bauticé, hice mi decisión para ir al Seminario, el 24 de septiembre de 1964, en un Culto en la Iglesia Bautista Central de Caracas, Mary y yo, nos casamos en 10 de agosto de 1968, recién cumplimos 55 años de unión, terminé mi secundaria. Aparte de todo esto, mi asistencia los miércoles al culto de oración, los sábados al Instituto para laicos (IPOL) con el Dr. Roy Lyon, y los Servicios Dominicales, me dieron consistencia devocional y doctrinal.

También nació nuestro primer hijo Daniel Enrique, el 20 de octubre de 1970. Igualmente en 1972, nace Frank Marcos, y en junio de 1972, inicio mi primer pastorado en la Iglesia Bautista el Buen Pastor. ¡No puedo hablar de esa década, sin que el gozo se desborde de aquellos pasos de fe!

No se preocupen, no les hablaré de las seis décadas; pero sin la buena base de mi familia espiritual desde la iglesia local y la Convención de las Iglesias Bautistas de Venezuela; no sería quien soy. 

Efectivamente, DIOS usó a cada hermano y hermana en la fe, de los sueños juveniles de entrenarme para servir mejor al SEÑOR pasé a ser entrenado para servir de todo corazón a DIOS a nivel local, nacional e internacional. En eso ando. Soy un servidor que cada día enfrento el desafío de aprender y mostrar el carácter del SEÑOR en lo que pienso, hablo y hago.

Elegía a una iglesia de ayer
Vosotros sois nuestra gloria y gozo.
1 Tesalonicenses 2:20 (RV60)

En este otoño de la vida me asombra
el caer de las hojas en forma precoz.
Ver el piso plasmado como una alfombra…
Me invade la tristeza y se quiebra mi voz.
¿Dónde está la alegría de los rostros amados?
Sólo los recuerdos que se dejan ver…
Del ambiente y momentos pasados…
Reflejo presente de la iglesia de ayer.
Añoranzas que vienen fugaces en la brisa,
de mi primavera que veloz se fue;
esta vida mía ya no tiene prisa…
Y sólo quisiera vivirla otra vez.
Como aquellas hojas que se lleva el viento,
Veo el horizonte de mi vida de ayer…
Recuerdos alados vuelan con el tiempo
Y el corazón llora porque no han de volver.
Fuimos todos creciendo sin que nadie notara
que nuestra iglesia era un regalo de Dios…
El pastor Clark daba todo, sin guardarse nada;
y su amada Shirley: toda llena de amor.
Compartimos penas, alegrías y tristezas,
en sus rostros floridos nunca vi un lamento,
sí, relaciones abiertas con mucha franqueza
Y un hermano…de veras…lo siento…
¡Cómo los recuerdo, que cultos aquellos!
¡Renata en el órgano y Shirley en el piano!
Y, cantando esos himnos tan bellos!
Y el saludo final: ¿Qué tal buen hermano?
Y luego, Magín Álvarez, contando los diezmos
Con Francisco Aular y María Fernández;
Y Adonis riendo, por los chistes viejos…
Del hermano Madera y José Aleixandre.
Y la hermana Felipa con Lola de Dámaso,
enseñándole a vender en la librería…
Y José Alemán, arreglando su carro
Que después del culto, nunca le servía.
Enrique Dámaso, hijo, y Francisco Fermín
Haciendo sus planes para ser pastores,
y don Enrique Dámaso, cuidando el jardín…
De los niños: Spitaleri, Dámaso y Ordóñez.
Por eso en esta tarde triste de verano,
sólo con mi pensamiento, hoy puedo volver…
Recuerdos amorosos pero muy lejanos…
De mi bien amada iglesia de ayer.
Mi nostalgia infinita por testigo doy,
al recordar todo lo que ya se fue…
No olvidar nunca que la iglesia de hoy…
Será algún día… ¡La iglesia de ayer!

De Primicias del Alma, pág.80, Toronto, 1998.

¡Feliz domingo del SEÑOR!
La iglesia local es el gimnasio para entrenarse para la eternidad.
¡Adelante, siempre adelante!
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