miércoles, 31 de agosto de 2016

¡Hoy no seré indiferente!

faular@hotmail.com
Lectura devocional: Eclesiastés 9:1-10

¡Hoy no seré indiferente!, porque tomo conciencia de mi deber como ser humano en un ciento por ciento. Sé que mis manos han sido capaces de hacer mucho bien, pero a veces la hija del miedo, que es la indiferencia, me ha estorbado. Hoy mis manos harán esa carta que lleva tiempo pensada en la cual expreso gratitud a un amigo que nunca me olvida; es posible que mañana él no pueda leerla; hoy mis manos acariciarán a mis nietos que están en mi casa por un poco de tiempo, nada más, mañana se irán como yo también lo haré; hoy visitaré a un amigo necesitado y mis manos se posarán sobre su cuerpo para orar por él y con él; mañana tal vez sea tarde para mí también; hoy mis manos aplaudirán al hombre público de bien, al que ha arriesgado todo por el bien de la patria, porque el coraje cívico que poseo, me lo exige; es ahora o nunca, porque como dijera el libertador Simón Bolívar: “la salud de la Patria consiste en no ahorrar sacrificios”.
¡Hoy no seré indiferente!, porque el incremento de la injusticia y la opresión de la minoría que gobierna una nación, se basa en la mayoría silenciosa que lo permite, como decía Martin Luther King -aquel brillante pastor bautista pacifista, que se levantó desde su púlpito y tomó las calles, y hoy su pueblo goza de la libertad por la cual aquel hombre luchó- en medio del fragor de la lucha, dijo: Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos”; hoy me levanto de mi temor y procuro que mi voz se proyecte a favor de la justicia, la unidad en la diversidad, y de la esperanza de un mañana mejor para mi pueblo; un día habré salido para siempre del  espacio que Dios me dio, y la indiferencia e insensibilidad de un cuerpo sin vida indicarán mi final, pero, ¡mi tiempo todavía no ha llegado y estoy aquí!
 ¡Hoy no seré indiferente!, me pondré la armadura espiritual que Dios me dio y buscaré su rostro en oración, porque reconozco que existen poderes espirituales de maldad: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales” (Efesios 6:12; NTV), sin embargo, la oración sin acción es ilusión. La oración no puede ser una excusa para no ir a la batalla, sino que me prepara para la batalla y el triunfo.
¡Hoy no seré indiferente!, porque la historia de los grandes momentos de la democracia y de la libertad, tuvo sus héroes, pero ya no están; no es el tiempo de adorar sus cadáveres, sino de emular sus hechos grandiosos mientras estuvieron entre nosotros. Veamos:
Se cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Gran Bretaña estaba pasando por los días más oscuros de su larga historia frente a las amenazas de Hitler, el país tenía serias dificultades en mantener a sus hombres trabajando en las minas de carbón. Muchos querían abandonar sus sucios e ingratos trabajos en las peligrosas minas para unirse a las fuerzas armadas donde podrían tener más reconocimiento público y apoyo. Pero el trabajo de las minas era determinante para el éxito de la guerra. Sin carbón, los soldados y la gente en sus casas tendrían serias dificultades. Los mineros se declararon en huelga.
Por eso un día el ministro Winston Churchill -con aquella cualidad innata en él de sacar lo mejor del ser humano a través de sus discursos- se enfrentó a miles de mineros y les habló de la importancia de defender la patria y ganar la guerra, y de cómo sus esfuerzos podrían hacer que la meta de mantener a Inglaterra libre se alcanzara. Churchill les pintó un cuadro completo de lo que ocurriría cuando la guerra terminara y del gran desfile con el que se honraría a los que habían hecho la guerra. Primero vendrían los marinos, luego vendrían lo mejor y más brillante de Gran Bretaña, los pilotos de la Real Fuerza Aérea. Detrás vendrían los soldados que habían peleado en Dunquerque. Los últimos serían los hombres cubiertos del polvo de carbón con sus cascos mineros. Churchill dijo que quizás alguien gritaría en la multitud: "¿Y donde estaban ustedes durante los días difíciles de la guerra?" Y las voces de diez mil gargantas responderían: "En las entrañas de la tierra con nuestros rostros hacía el carbón". Las lágrimas comenzaron a bajar por las mejillas de aquellos hombres endurecidos por el trabajo. Regresaron al trabajo humilde que desempeñaban con resolución firme, después de habérseles recordado el papel que estaban desempeñando en la lucha por alcanzar la gran meta de preservar la libertad del mundo occidental. ¡Ellos cumplieron!
Pues bien: ¿Qué exige esta hora angustiosa en la cual vivimos de cada uno de nosotros? ¿Qué le diremos a nuestros hijos y a nuestros nietos en el futuro, cuando ellos nos pregunten que dónde estábamos aquel día en que se perdió nuestra libertad y la patria? ¡Hoy no seré indiferente!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Hoy mi oración llega ante ti, pidiéndote perdón por mis pecados y los pecados de mi nación; te confieso el pecado de nuestra indiferencia ante el clamor de los que sufren las injusticias, y te pido valor para predicar tu Mensaje de amor y perdón. En el nombre de JESÚS. Amén.
La oración no puede ser una excusa para no ir a la batalla, sino que me prepara para la batalla y el triunfo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe agluna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

martes, 30 de agosto de 2016

¡En la brecha!

Francisco Aular
faular @hotmail.com
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Ezequiel 22:30 (RV60)

En un hogar había dos hijos, los padres tenían tantas posibilidades que les daban de todo. Los padres enviaron al hermano mayor a un país lejano para que estudiara. El hermano mayor poseía diez juegos de nintendo, y el hijo menor tenía cinco de estos juegos. Desde muy chico el hermano menor tenía habilidades para hacer “negocios”, así que estaba rodeado de muchachos de variadas condiciones sociales. Algunos eran ricos y otros con muchas posibilidades de algún día llegar a ser ricos. Un día jugando con los demás chicos, uno de aquellos exclamó: ¿Quién pudiera tener un juego de nintendo? Se acordó el hermano menor que él tenía quince juegos de nintendo en su casa,  e hizo negocios con ellos. Con los suyos, y sin el permiso de su hermano, hizo negocios con sus juegos también. Pero hubo un problema, nadie poseía en dinero el  monto real, así que pidió que algunos le dieran lo que tuvieran en mano y así lo hicieron. De esta manera los vendió todos. Así que se dispuso a disfrutar del dinero, y así lo hizo. Se divirtió de lo lindo y gastó su dinero y también el de su hermano. Pero él se decía a sí mismo: “No importa, tengo dinero en la calle.” Llegó la tarea de empezar a cobrar el resto del precio de los nintendos, pero nadie tenía el resto del dinero ni los nintendos, pues cada niño había jugado con los ellos hasta dañarlos. En eso regresó el hermano mayor, y le preguntó al menor: “¿Dónde están mis juegos de nintendos?”… ¿Quíen pagará los nintendos? ¡Esa es parte de la situación financiera mundial  actual! ¡Algunos gobiernos populistas gastaron los millones de dólares y la corrupción se tragó todas las posibilidades de progreso y prosperidad!
El Profeta Ezequiel, vivió en una situación parecida a ésta. Los grandes hombres de Israel habían desaparecido. La corrupción estaba por todas partes: en los gobiernos humanos, así como la persecución y la muerte a quienes no estaban de acuerdo con ellos. Aparte de esto, los hombres que Dios había puesto para hablar Su Palabra se habían aliado con los gobiernos de tal manera que prometían prosperidad cuando lo que venía era el castigo de Dios. Aunque había sacerdotes y profetas, Dios no podía confiar en ellos, y por eso dice: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” (Ezequiel 22:30, RV60) ¡Ninguno de aquellos hombres daba la cara delante de Dios por su pueblo, y por lo tanto, la desgracia venía sobre ellos!
La gran necesidad del mundo de hoy es la necesidad de que hombres y mujeres de Dios se pongan en la brecha, entre Dios y los demás seres humanos. Lo que viene en los próximos años exigirá de nosotros, que nos llamemos cristianos nacidos de nuevo, nos pongamos a proclamar como el Profeta Ezequiel, que le creamos a Dios. La hora exige valentía moral, una renuncia intencional a toda corrupción que nos rodea y un enfilarse hacia la voluntad de Dios, y ponerse en la brecha, pase lo que pase. Y no se aceptan renuncias porque Dios no patrocina fracasos. Que tengamos la valentía moral para ponernos en la  brecha, pase lo que pase. A lo largo y ancho de nuestra nación, los cristianos nacidos de nuevo vivimos momentos angustiosos de agitación, confusión, de hambre, insalubridad y muerte. Tal vez, estemos mirando y esperando que salga otro ser humano que nos ayude, pero no vendrá. ¡Llegó el momento de ponernos nosotros en la brecha, es ahora o nunca! ¡Nadie puede detener a un pueblo que se pone en la brecha y abre caminos en donde no lo haya, derriba los muros, establece puentes y conquista su montaña para vivir para siempre en compañía de los suyos!
Como lo dijo el gran poeta puertorriqueño, José de Diego, en su famoso poema:
En la brecha
José de Diego
¡Ah desgraciado, si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece,
haz como el árbol seco, reverdece,
y como el germen enterrado, late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate,
Vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia ¡crece!
Y como el mar contra las rocas: ¡bate!
De la tormenta al iracundo empuje
No has de balar como el cordero triste,
Sino rugir como la fiera ruge…
¡Levántate! ¡Revuélvete! ¡Resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡muge!
O como el toro que no muge: ¡embiste!
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
Te alabo Padre porque eres bueno y tu misericordia es nueva cada mañana. Los únicos bienes que poseo verdaderamente son tu salvación y tu gracia para disfrutarla para siempre. Nada de lo que tengo alrededor se irá conmigo cuando salga de este cuarto y apague la luz. Hoy vengo delante de ti con una oración de intercesión por un mundo extraviado de tu voluntad. SEÑOR que te acuerdes de tus promesas de darnos una restauración espiritual si nos humillamos y buscamos tu rostro, y nos arrepentimos de nuestros malos caminos. Ayúdame a proclamar tu mensaje de vida en un mundo de muertos espirituales. Hoy me pongo en la brecha, e intercedo por la humanidad que no te conoce, delante de ti, con todo amor y respeto ante tu grandeza y soberanía. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El Dios que sostiene al universo eternamente es el mismo Dios que nos busca para sostenernos en el ahora y en el futuro.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

lunes, 29 de agosto de 2016

“Está establecido”

Francisco Aular
Lectura devocional:  Hebreos 9:24-28  
Y así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio. Hebreos 9:27 (NVI)

Ella fue tal vez una de las mujeres más fotografiadas del mundo. Admirada y amada por millones de personas y odiada por otros cuantos. Su paso por este mundo fue breve, pero contundente. Pasó de ser una plebeya a princesa al convertirse en la primera esposa del príncipe Charles de Inglaterra. Tanto su matrimonio como su posterior divorcio fueron seguidos por millones de personas en el mundo. Su nombre, Diana Spencer, y luego la princesa de Gales, mayormente conocida como Lady Di. A pesar de todo el bien que hizo la mayoría la recuerda por la vanidad que la belleza, la riqueza y la fama conllevan. Precisamente huyendo de los periodistas que la asediaban aquel 31 de agosto de 1997, pereció trágicamente, porque la Biblia dice: “…está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.”
Ella era menudita, sin atractivo físico, sus sandalias marcaban los miles de pasos andados por casi todo el mundo; representaba a los pobres del mundo entero: los no amados, los indeseados, los desatendidos, los paralíticos, los ciegos, los leprosos, los alcohólicos, las lacras de la sociedad de todas las naciones del mundo, especialmente los de la India. Vista desde lejos sorprende que en un mundo materializado y lleno de frivolidades, una mujer como ella llamara la atención de los medios de comunicación, de los ricos y poderosos de este mundo. Sí, ella es la Madre Teresa de Calcuta. Murió rodeada de sus hermanas y muchos de aquellos que ella, les había hecho bien, el 5 de septiembre de 1997.
La princesa Diana y la Madre Teresa, fueron muy buenas amigas, y salieron de este mundo, con una semana de separación la una de la otra, porque está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.
Pensando en el tema de lo breve de la vida y lo inevitable de la muerte, me viene a la mente, aquel fatídico, 11 de septiembre del 2001.
Una persona me llamó de urgencia y me dijo “Pastor ha ocurrido en accidente aéreo y uno de los edificio de las Torres Gemelas de Nueva York, esta ardiendo”, corrí y prendí la televisión y allí ya estaba CNN, con la información; pero Mary yo, teníamos una cita en la Iglesia Bautista Emanuel de Manassas, Virginia, y salimos por la carretera 28 con la radio encendida, de pronto escuchamos otra noticia, otro avión había impactado la otra Torre, y luego otra noticia, una avión se había estrellado, muy cerca de nosotros, en el Pentágono; rápidamente, nos hicimos a un lado de la carretera, y con lágrimas Mary yo, oramos porque sabíamos que aquello tenía todas las características de un ataque terrorista en gran escala a la nación estadunidense, a la cual estábamos llegando para iniciar una nueva iglesia. Desde ese día, el mundo no ha sido el mismo; todos nos volvimos vulnerables, porque en la mente diabólica de un terrorista se había concebido y planeado acabar con el centro del comercio del mundo, sin importar el alto costo de las vidas humanas. Un nombre salió desde la oscuridad del anonimato, y pasó a ser el emblema del terror y de la muerte. Después de diez años de persecución, Osama Bin Laden, murió violentamente como él había vivido. Porque está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.
La Biblia nos habla de la brevedad de nuestra vida humana, la cual es una asignación temporal que nos permite Dios para que le conozcamos a través del nuevo nacimiento y nazcamos a la vida espiritual, la verdadera vida a través de nuestra fe en JESÚS. Seamos cristianos nacidos de nuevo, o no, de todos modos moriremos. ¿Qué vamos a ser y hacer en nuestro breve paso por este mundo? Me dicen que existe una orden de monjas que se saludan de la siguiente manera: “Hermanas hemos nacido para morir”, y desde luego, metidas en su claustro, esperan la muerte. ¡Nadie puede escapar a la muerte! Por ello, al saber las noticias del sacrificio de los cristianos, que -hoy en día a finales de la segunda década del Siglo XXI- están muriendo por su fe en aquel que es la Vida eterna, JESÚS, nos llena de admiración su fe y el coraje que tienen frente a la muerte, una de esas personas admirables es Meriam Ibrahín, mujer embarzada de Sudan del Sur, frente a la horca y conminada a covertirse al islamismo para salvar su vida, dijo: “Yo soy cristiana, y voy a seguir siendo cristiana…” ¡Alabado sea el Señor! ¡Los mártires están allí todavía, frente a nosotros! El único escape a la verdadera muerte es confiar plenamente en JESÚS porque Él y sólo Él es la Vida que vino desde el cielo para decirnos: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25, RV60). ¡Todos sus amados discípulos, salvo Juan, murieron por su fe en JESÚS! Pero dejaron sus huellas en la historia y también para ser nuestro ejemplo en esta hora tan oscura de nuestra humanidad. Como Pablo, frente a la muerte, podemos también exclamar, llenos de fe: “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21), y con este lema se lanzó a cambiar el mundo, lo cual hizo, este mundo no es el mismo porque él estaba convencido de la verdad bíblica: está establecido que los seres humanos mueran una sola vez, y después venga el juicio.
Oración:
Amado Dios:
Te alabo en esta hora por darme una razón para vivir y para morir. Ayúdame a invertir esta única vida humana que poseo en la proclamación de tu amor, y que sí podemos confiar únicamente en ti para darle un verdadero sentido a nuestro breve paso por este mundo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Seamos cristianos o no, está establecido que un día moriremos, y si de todos vamos a morir: ¡Vivamos para la honra y la gloria de Dios!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 26 de agosto de 2016

¡Hoy es mi turno!

Francisco Aular 
Lectura devocional: Salmo 139:13-18
Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. Salmo 139:16

¡Hoy es mi turno! Más de siete mil millones de seres humanos poblamos este planeta convulsionado y en caos, pero ninguno tiene mis huellas dactilares ni el ritmo de mi corazón. ¡Estuve en la mente de Dios, antes de estar aquí en la tierra! ¡Soy único! Hay promesas de éxito en la vida cristiana, y por ello soy un  vencedor a tiempo completo. Imposible contar los millones de personas que llegaron, vivieron y se fueron, ellos tuvieron esta vida como una asignación temporal, al igual que yo, pero ya su tiempo pasó.
¡Hoy es mi turno! Y quiero aprovechar la brevedad de mi vida en pensar mejores cosas, decir mejores cosas y hacer mejores cosas: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, en esto pensad” (Filipenses 4:8; RV60). Dios está conmigo, no puedo perder. Por mi nuevo nacimiento he llegado a ser un hijo de Dios; tengo su presencia en mí; mi vida tiene un propósito, y tengo paz con Dios porque me ha perdonado todos mis pecados. Así que,  teniendo a JESÚS, lo tengo todo. Estoy completo en Cristo, no tengo nada que buscar en este mundo pasajero y vanidoso, no tengo nada que perder, ya que “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).  Mi vida y mi muerte están en las manos de Dios; nada ni nadie puede separarme de Dios, ¡ni yo mismo!... Eso explica por qué puedo contentarme cualquiera sea mi situación (Filipenses 4:11). Las circunstancias no me cambian, pero el Señor y yo sí las cambiamos. No soy un termómetro que nada más registra la temperatura, sino un termostato que la cambia: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13 RV60).
Si el éxito de la vida humana consiste en conseguir lo que se desea, entonces JESÚS vino a mi rescate, me encontró y me salvó, para eso nací. Por ello, teniendo a Cristo ya soy exitoso, mucho más de lo que me merezco. Si la felicidad es apreciar lo que se ha conseguido, entonces puedo decir que amo a JESÚS, Él y solo Él es el Comandante en Jefe de mi vida y viviré para su honra y gloria.
¡Hoy es mi turno! Asumo mi realeza como hijo del gran Rey. Levanto mi frente y salgo a la conquista del mundo utilizando como arma el amor de Dios que derramó en mi corazón (Romanos 5:5), hasta levantar un imperio de amor para la gloria de Dios.
¡Hoy es mi turno! Soy un soldado de JESÚS: “Tú pues sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 3; RV60), por lo tanto: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4; RV60). Ciertamente,  la vida humana es breve, pero la vida espiritual, que JESÚS da como un regalo es para siempre (Juan 10:10b); como dijo el gran misionero Jim Elliot: “No es ningún tonto el que cambia lo temporal por lo eterno”, pero hoy es mi turno para vivir ambas vidas con plenitud. Este paréntesis que ha abierto la eternidad a mi favor, lo cerraré con un extraordinario triunfo. Sé que no volveré a tener otro cuerpo como el que tengo en el presente. Conozco mi finitud, pero hoy es mi turno, y haré que este cuerpo sea hueso de los huesos de JESÚS. Me levantaré desde las cenizas de mis derrotas y fracasos, una y otra vez: "Porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados en cambio, se hundirán en la desgracia" (Proverbios 24:16; RV60). Porque todo lo puedo en Cristo; la victoria final me espera y no la haré esperar más, porque hoy es mi turno para triunfar. ¡Pondré alas a la esperanza y con ella volaré a cumbres elevadas!
¡Hoy es mi turno! Y tengo un destino eterno y una misión histórica que cumplir. No estoy aquí para consumir nada más, sino para dar y gastarme en lo que soy, un hijo de Dios. Este momento histórico es único, no desperdiciaré ni un segundo de él. Soy realista y sé que tengo que enfrentarme a las tormentas de la vida, venceré. Soñaré grandes sueños. Me empinaré sobre ellos y simplemente: ¡Viviré! Porque: ¡Hoy es mi turno!
Oración:
Digno eres Padre de mi alabanza en este día, gracias por permitirme ser el humano que has hecho de mí, y por hacerme un soldado de tu milicia; no puedo dividir mi lealtad y solo a ti serviré. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Cuando naces de nuevo, llega tu turno para disfrutar a plenitud de ser un hijo de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

jueves, 25 de agosto de 2016

¡Hoy daré lo mejor de mí!

Francisco Aular 
Lectura devociona: Isaías 55
Porque con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos; los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de vosotros, y todos los árboles del campo batirán palmas. Isaías 55:12 (La Biblia de las Américas)

¡Hoy daré lo mejor de mí adueñándome de lo que Dios ha creado para mí por medio de mis emociones positivas! Sé que existe un ciclo en las cosas, un desfile continuo de grandes acontecimientos a mi alrededor que no puedo cambiar: el frío invierno llega, haré que haya belleza en él; cuando llega la primavera los árboles que antes lucían como huesos secos, cobran vida, así que me uno a ese despertar con todo gozo; el verano con sus días largos y calurosos, me invita a que disfrute ríos, mares y lagos para darme un chapuzón en ellos; el otoño con sus mil colores en los árboles y la nostálgica caída de sus hojas, me recuerda que esta vida humana es breve, por lo cual, aprovecharé cada minuto de ella para lo grande, lo hermoso y lo puro. No desperdiciaré la luna llena, ni la media luna; no perderé la hermosura del amanecer, ni la belleza del crepúsculo; como un chiquillo cantaré y saltaré debajo de la lluvia; estaré listo para la siembra y también para la cosecha; veré la partida inevitable de las aves hacia el sur a principios del invierno, pensando en su retorno bullanguero en la primavera; la muerte de las flores y de mis tulipanes en el jardín es inevitable en el invierno, pero su resurrección en la primavera es una muestra de que la tumba no será mi final, estoy destinado a una resurrección y a un cuerpo resucitado. Así, la naturaleza me contagia con sus distintos estados de ánimo y yo como el profeta y poeta Isaías, aprovecho esos ciclos para ver como “los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de vosotros, y todos los árboles del campo batirán palmas”. ¡Me uniré a ellos en alabanzas eternas a mi Creador!
¡Hoy daré lo mejor de mí! Exigiré a mis emociones que hagan lo que yo quiero y den lo mejor; no dejaré que ellas me esclavicen, ni me lleven a la autocompasión, a la ira, a la tristeza, a la depresión y al fracaso. Hoy seré como el canario que no canta porque es feliz sino que es feliz porque canta; cuando la tristeza quiera asomarse a mi rostro, la cambiaré por una sonrisa; si el miedo intenta paralizarme, me lanzaré en carrera para vencerlo; si me siento como si no valiera nada, recordaré que no soy un accidente en este mundo, Dios me hizo con un propósito; me daré un buen baño, perfumaré mi cuerpo, vestiré ropas nuevas y saldré con mis hombros en alto para conquistar al mundo; veré a los demás a los ojos cuando les hable y gentilmente levantaré mi voz, eso me dará seguridad; cuando sienta que no tengo lujos como los demás, diré como el Apóstol: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad” (Filipenses 4:11,12), y también como él podré decir, exclamar, recitar o cantar: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Con todo eso afirmándose en mí,  mi actitud podrá decir: ¡Hoy daré lo mejor de mí!
Oración:
¡Gracias Señor por darme esta salvación tan grande! No hay manera en que pierda teniéndote a ti, me hiciste con el propósito  de rendirte honor y gloria para siempre. Enséñame Señor a mostrar lo mejor de mí por donde vaya. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Nada que no sea dar lo mejor de nosotros es digno de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo? 

miércoles, 24 de agosto de 2016

Tocando fondo

Francisco Aular      
Lectura devocional: Jeremías 29:1-14
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Jeremías 29:11 (NVI)

Tenía yo 38 años, era un líder internacional de mi denominación, pastor de la Iglesia Bautista Emanuel de la Castellana en Caracas, en Venezuela mi país; con un feliz matrimonio y padre de cuatro hijos, el mayor de 12 años y nuestra niña menor de seis años. Aquel año me había permitido hacer un plan continental de evangelización, promoverlo y desarrollarlo, cuyo énfasis principal sería celebrar la Marcha Evangelizadora Bolivariana, es decir, evangelización en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, y por supuesto, Venezuela. Celebrábamos el bicentenario del nacimiento de nuestro Libertador Simón Bolívar, así que invitamos a nuestro país, a 22 de líderes latinoamericanos, los entrenamos por todo un mes, y con ellos fundamos al Movimiento Discipular Bautista Latinoamericano (MODIBLA). Viajaba constantemente de un país a otro; mi carácter apasionado por el Señor JESÚS y por la oración, la evangelización y el discipulado, no me permitió percibir que poco a poco, entre mis muchos viajes que hacía, estaba haciendo uno que ningún líder quiere hacer: el viaje hacia el fondo. Porque habían pasado trece años trabajando sin tomarme vacaciones ni descansar. A nuestros niños, especialmente en las vacaciones escolares, los llevábamos con nosotros durante esos viajes, les hacíamos entender que andábamos de vacaciones, esto se cumplía parcialmente para mi esposa, pero para mí no, no lo eran.
Aquel año de 1983 a finales de septiembre,  terminamos todo el trabajo, Dios nos había dado excelentes resultados. Feliz regresé a mis actividades normales de la iglesia; una mañana llegué a las ocho, hice mi devocional y tomé un lápiz y una hoja en blanco. Como a las doce y treinta, sonó el teléfono, era Mary, mi esposa: “¿Vienes a almorzar?”, me dijo; miré la hoja en blanco sobre mi escritorio, en toda la mañana no había escrito nada; comprendí que algo grave me sucedía -debo decir con un corazón lleno de gratitud al Señor, que mi Padre celestial estaba conmigo, no estaba solo-; el Señor había enviado a nuestra iglesia al matrimonio García Urdaneta y me acuerdo que mi consiervo Jacobo García Miranda llegó a mi escritorio y me dijo: “Francisco ven conmigo, vamos a descansar”, nunca olvidaré que al salir de mi oficina, en su vehículo estaban ¡su familia y la mía! Nos fuimos de viaje hacia las hermosas playas del estado Falcón, a tres horas de Caracas. Llegamos a una pequeña isla, colgué una hamaca de unos árboles playeros y sobre una playita muy cerca de la corriente, allí, entre los corales y pececillos de colores, acompañado de la brisa del mar, pude dormir.
Finalmente en aquellos días, Dios me mostró lo que siempre he sabido por su Palabra, los hombres y mujeres de Dios, incluyendo los líderes, no estamos exentos de forzar nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu a grandes presiones. Experimenté algo inesperado, en todo ese proceso descubrí que un verdadero hijo de Dios, nunca tocará fondo propiamente dicho, en medio de las dificultades, pruebas y aflicciones de esta vida, saldrá victorioso, porque en el fondo Aquél que nos envió a evangelizar y a alcanzar a este mundo para Él y su gloria, es la Roca Firme sobre la cual caemos. El salmista escribió: “Mi carne y mi corazón desfallecen; más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (Salmo 73:26, RV60). Graciosamente alguien dijo: “Si tropiezas y caes, aprovecha para levantar algo del piso”. Siempre hay un aprendizaje en nuestro descenso:Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos.” (Salmo 119:71, NVI).
Jeremías fue un profeta que le correspondió hacer su trabajo, cuando el pueblo de Dios estaba cautivo por sus enemigos, aquel cautiverio duró setenta años, por todas partes había dolor, desencanto y pérdida de fe, sin embargo, Dios envió un mensaje que podemos hacerlo nuestro también:Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29:11, NVI). ¡Estamos seguros al cuidado de Dios como parte de su Creación! ¡No desmayemos cuando sintamos que estamos tocando fondo!
Oración:
Amado Padre Celestial:
Aunque el sufrimiento por el cual estoy pasando puede ser el fruto de mi terquedad en obedecerte, o tal vez, por cualquier otra causa, vengo a ti porque sé que en tus manos y bajo tus alas estoy seguro, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Cuando nuestros problemas nos llevan al fondo, descubrimos que JESÚS es nuestra Roca.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento por obedecer?
¿Existe algún pecado por evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?


martes, 23 de agosto de 2016

¡Hoy seré agradecido!

Francisco Aular 
Lectura devocional: Romanos 16:1-16
Y que la paz que viene de Cristo gobierne en sus corazones. Pues, como miembros de un mismo cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz. Y sean siempre agradecidos. Colosenses 3:15 (NTV)

¡Hoy seré agradecido!
Soy el milagro de Dios y por eso existo. No soy un accidente en este mundo. Soy fruto del cuidado providencial y de la acción soberana del Padre eterno sobre el universo, y estuve en su mente: “antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). En su gracia, El Padre me proveyó un nombre en la tierra y otro en la gloria.
¡Hoy seré agradecido!
Frente a mí están todas las posibilidades, porque soy un ser finito con posibilidades infinitas. Hoy me siento con energías suficientes y todo mi ser reclama el sendero que todavía debo andar; he escogido el camino de la gratitud.
¡Hoy seré agradecido!
Lo seré con aquellos que ya no están, y, que durante miles de años, muchísimos hombres y mujeres invirtieron sus esfuerzos y vidas para descubrir y desarrollar los adelantos y las ventajas que ellos no tuvieron, pero que gracias a ellos poseo. Mi gratitud me lleva a recorrer los nombres y recordar a algunos de ellos, verdaderos benefactores de la humanidad, investigadores, astrónomos, físicos, químicos, médicos y otros profesionales, esos, que con desinterés y altruismo a prueba, dedicaron sus vidas a escudriñar en sus laboratorios hasta encontrar la respuesta a la enfermedad, al sufrimiento, y mitigar el dolor que como seres humanos enfrentaremos siempre. Desde muy niño, les debo mi existencia, y nunca me alcanzará toda esta vida para agradecérselos.
¡Hoy seré agradecido!
Estoy en deuda con los autores humanos, pero, inspirados por Dios, auxiliados por el Espíritu Santo, los cuales escribieron la Santa Biblia, la Palabra de Dios. Esta Palabra viviente ha sido mi perfecto tesoro de sabiduría divina, y una fuente inagotable para la sabiduría humana; no pido perdón por hacer de la Biblia mi brújula perfecta para guiarme el resto de mi vida, la creo de pasta a pasta, inerrante y soberana, hasta llegar hasta donde esta Palabra nos promete, “un cielo nuevo y una tierra nueva”.
¡Hoy seré agradecido!
Sigo en deuda con aquellos que trabajaron para mí al escribir las páginas de las grandes obras literarias de cuyas fuentes he bebido desde que aprendí a leer. La lectura no es virtud, sin embargo, forma parte de las cualidades para adquirirla; leer es la fuerza de vivir la belleza que toca mi visión y las puertas de mi corazón para  ennoblecerlo; es el secreto que tiene mi alma para sonar como la lira, nada más que con el contacto del escrito; leer es dejarse iluminar y despertar los ojos del espíritu como despertaron sus autores al abrir el entendimiento, convencer la razón y conmover los sentimientos más recónditos del ávido lector. Razón tenía la sabiduría judía cuando enseñó: “convierte a tus libros en amigos”, y el proverbista cuando aconsejó: “Dirige a tus hijos por el camino correcto, y cuando sean mayores, no lo abandonarán.” (Proverbio 22:6; NTV).
¡Hoy seré agradecido!
¿Cómo puedo agradecer a aquellos que sembraron árboles bajo cuyas sombras me deleito y cuyos frutos me sostienen? La mejor forma de pagar mi deuda con ellos será plantar hoy la semilla de un árbol cuyo fruto no alcanzaré a comer, pero con la esperanza de que un día -cuando ya nadie se acuerde de mí, las aves hagan nidos en sus ramas y los seres humanos se deleiten con sus frutos como yo lo hice con aquellos que no sembré, pero cuyos frutos he gustado desde mi juventud.
¡Hoy seré agradecido!
Lo seré con los ancianos y con los jóvenes, porque: “La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez” (Proverbios 20:29; RV60). Los ancianos se tornaron en mis guías con sus ejemplos y consejos cuando yo era un joven con la pasión de renovarme y por el anhelo de emprender obras dignas, por los sueños de ser útil y no venir a este mundo solamente para ocupar un lugar; tuve que tomar la decisión de no quedarme plantado en donde me sembraron, sino salir, como Abraham, a buscar mi propia tierra prometida; mis pies reclamaron el éxodo, el cruce del Mar Rojo y el desierto; debo decir que por gratitud a todas las vidas que en mi andar me han tocado y he tocado, soy un optimista a tiempo completo. No necesité haber nacido en una cuna de oro, ni rodeado de privilegios. Mi triunfo ha dependido de mi actitud frente a la vida, el haber nacido en una choza, no ha impedido que haya tenido el privilegio y la sed inagotables de aprender y compartir lo aprendido; en mi andar, resolví elevarme sobre mis imposibilidades con empeño y nobleza, y sacar lo mejor de mí, sin competir con nadie. Por ello, como Job, si hoy perdiera las pocas cosas que poseo, diría como él:Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo estaré cuando me vaya. El Señor me dio lo que tenía y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del Señor!” (Job 1:21; NTV).
¡Hoy seré agradecido!
El refrán dice: “Es de bien nacidos ser agradecidos”…Sin embargo, ¿cómo puedo mostrar mi aprecio por aquellos que han estado a mi lado y ya no están? ¿Cómo ser agradecidos con todos lo que nos han ayudado y nos ayudan? El Apóstol, en su brillante carta a los Romanos nos da una gran lección. Pablo se tomó el tiempo y puso los nombres de por los menos 25 personas que lo habían ayudado en su apostolado en aquella ciudad. En mi niñez espiritual, yo decía al ver tantos nombres que aparecen en la Biblia, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento: “¿Qué querrá decirnos Dios con esto?” Hoy valoro esas listas de nombres porque para Dios todo somos importantes, y en Su mente, están su nombre y el mío: ¡Nadie sustituye a otro! Por todo esto, lo repito:
¡Hoy seré agradecido!
Oración:
Padre eterno:
¡Te creo Señor cuando dices que me amas y tienes un plan maravilloso para mi vida! ¿Cómo no he de creerte cuando me has dado fe, esperanza y amor? Por todo esto estoy agradecido y seré esternamente agradecido. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Ser agradecido es simplemente descubrir la belleza de vivir dando gracias a Dios en todo y por todos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 22 de agosto de 2016

¡Tal es la grandeza humana!

Francisco Aular
Lectura devocional: Santiago 4:13-17
Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero». ¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma.  Santiago 4:13,14 (NTV)

Napoleón I condujo a su “gran ejército” hasta la lejana Rusia; cuando se hallaba en vísperas de la batalla de Borodinó -que ocurrió el 7 de septiembre de 1812, y la cual enfrentó a los ejércitos de Francia y Rusia, dejando aproximadamente 125.000 muertos en el campo de batalla-, se cuenta que algunos de los viejos soldados fueron presa de malos presentimientos. El emperador francés, aunque estaba enfermo de fiebres, no quería obtener una victoria pírrica, así que con la intensión de de darle ánimo a sus soldados, la noche anterior a la batalla, Napoleón les mostró un retrato de su pequeño hijo que llevaba el título de “rey de Roma”, recién llegado de París, como prueba de que su soberanía estaba firmemente establecida y que la guerra tendría un final feliz. ¡Napoleón se creía invencible y con él, su familia! Pero la historia dice que aquel retrato, junto con la casi totalidad de las tropas napoleónicas, se perdió en aquel campo de batalla en el suelo ruso. El “rey de Roma” murió joven, y Napoleón terminó sus días exilado en la solitaria isla de Santa Elena. ¡Tal es la grandeza humana!
Como lo dice la Biblia, el poder y la gloria de todos los llamados grandes hombres es tan breve como sus vidas: “La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma” (Santiago 4:14 NTV). Sí, ciertamente, la vida es como la flor del campo, tal y como lo dijo el profeta: “Una voz dijo: « ¡Grita!». Y yo pregunté: « ¿Qué debo gritar?». «Grita que los seres humanos son como la hierba.  Su belleza se desvanece tan rápido  como las flores en un campo.  La hierba se seca y las flores se marchitan  bajo el aliento del SEÑOR.  Y así sucede también con los seres humanos” (Isaías 40:6,7 NTV). ¡Tal es la grandeza humana!
Obnubilados por el poder y la gloria, algunos dedican la única vida humana que poseen para crear en esta tierra un legado, quieren ser recordados después de muertos, pero en realidad, ¿de qué vale la fama y la gloria después que nos vayamos? Ningún homenaje nos regresará. Un muerto, lo único que necesita es vida, y JESÚS dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto” (Juan 11:25 NVT). De hecho, cuando con humildad estemos convencidos de nuestra propia finitud, sabremos que no vinimos a esta tierra para ser recordados al salir, ni siquiera para dejar un buen legado, estamos aquí con el propósito de conocer a nuestro Señor y Salvador JESÚS, proclamar su Mensaje de Salvación y prepararnos en Él para la eternidad futura. Sin duda, siempre existirán seres humanos excepcionales; y se espera que todo cristiano nacido de nuevo dejará huella al salir de aquí, porque Dios le dará fuerzas para servir con propósito eterno a la gente de su generación, y en el nombre de JESÚS; tal vez se dirá de esa persona, como lo dice la Palabra del rey David: “Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres…” (Hechos 13:36 RV60).
Hablando de esto acudo a un poema que escribí, siendo aun joven. Aquí se los dejo:
Realidad
Francisco Aular
“Tan torpe era yo que no entendía”
Salmo 73:22.
Gracias Señor, tú me has amado.
Antes de conocerte estaba triste,
Nunca soñé tener cuanto me diste;
Ahora sé que todo me lo has dado.
Aún en mi ignorancia, me quisiste
Y siempre caminaste a mi lado,
En mi vida me siento realizado:
Te palpo, te sueño y sé que existes.
¿Cómo podre pagar tu sacrificio?
¿Qué puedo hacer Señor por ti?
Si todo lo que tengo, ¡queda aquí!
Si no valen excusas, ni artificios
Cuando la muerte venga en su oficio.
Una sola cosa puedo hacer: ¡Morir!
(Primicias del alma, página 14, 1997)
Oración:
Señor mío, Dios de amor, de poder y gracia ¡Qué glorioso es andar contigo porque mi vivir y mi morir eres Tú! ¿Cómo podría yo vivir sin proclamar la Buena Nueva de tu amor, perdón y gracia? ¿Cómo pudiera yo vivir sin servir y sin perder el tiempo en lo que no me llevaré para no descuidar lo que se va conmigo? Ayúdame a mostrar ¡tu grandeza! en mi vida ordinaria. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Si nos preocupamos por cumplir con nuestra Misión Histórica a la luz de nuestro Destino Eterno, la grandeza de todo lo que hagamos es de Dios y no nuestra.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe alguna promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe alguna lección por aprender?
¿Existe alguna bendición para disfrutar?
¿Existe algún mandamiento a obedecer?
¿Existe algún pecado a evitar?
¿Existe algún pensamiento para llevarlo conmigo?