viernes, 25 de julio de 2014

¡Hoy es mi turno!


Echa sobre el SEÑOR tu carga, y El te sustentará; El nunca permitirá que el justo sea sacudido. Salmo 55:22 (LBLA)

¡Hoy es mi turno! Millones de seres humanos poblamos este planeta convulsionado, pero ninguno tiene mis huellas dactilares ni el ritmo de mi corazón. ¡Soy único! Hay promesas de éxito en la vida cristiana, y por ello soy un  vencedor a tiempo completo. Imposible contar los millones de personas que llegaron, vivieron y se fueron, ellos tuvieron esta vida como una asignación temporal, al igual que yo, pero ya su tiempo pasó.
¡Hoy es mi turno! Y quiero aprovechar la brevedad de mi vida en pensar mejores cosas, decir mejores cosas y hacer mejores cosas: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, en esto pensad” (Filipenses 4:8; RV60). Dios está conmigo, no puedo perder. Por mi nuevo nacimiento he llegado a ser un hijo de Dios; tengo su presencia en mí; mi vida tiene un propósito, y tengo paz con Dios porque me ha perdonado todos mis pecados. Así que,  teniendo a JESÚS, lo tengo todo. Estoy completo en Cristo, no tengo nada que buscar en este mundo pasajero y vanidoso, no tengo nada que perder, ya que “con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).  Mi vida y mi muerte están en las manos de Dios; nada ni nadie puede separarme de Dios, ¡ni yo mismo!... Eso explica por qué puedo contentarme cualquiera sea mi situación (Filipenses 4:11). Las circunstancias no me cambian, pero el Señor y yo sí las cambiamos. No soy un termómetro que nada más registra la temperatura, sino un termostato que la cambia: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13 RV60).
Si el éxito de la vida humana consiste en conseguir lo que se desea, entonces JESÚS vino a mi rescate, me encontró y me salvó, para eso nací. Por ello, teniendo a Cristo ya soy exitoso, mucho más de lo que me merezco. Si la felicidad es apreciar lo que se ha conseguido, entonces puedo decir que amo a JESÚS, Él y solo Él es el Comandante en Jefe de mi vida y viviré para su honra y gloria.
¡Hoy es mi turno! Asumo mi realeza como hijo del gran Rey. Levanto mi frente y salgo a la conquista del mundo utilizando como arma el amor de Dios que derramó en mi corazón (Romanos 5:5), hasta levantar un imperio para la gloria de Dios.
¡Hoy es mi turno! Soy un soldado de JESÚS: “Tú pues sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Timoteo 3; RV60), por lo tanto: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4; RV60). Ciertamente,  la vida humana es breve, pero la vida espiritual, que JESÚS da como un regalo es para siempre (Juan 10:10b); como dijo el gran misionero Jim Elliot: “No es ningún tonto el que cambia lo temporal por lo eterno”, pero hoy es mi turno para vivir ambas vidas con plenitud. Este paréntesis que ha abierto la eternidad a mi favor, lo cerraré con un extraordinario triunfo. Sé que no volveré a tener otro cuerpo como el que tengo en el presente. Conozco mi finitud, pero hoy es mi turno, y haré que este cuerpo sea hueso de sus huesos. Me levantaré desde las cenizas de mis derrotas y fracasos, una y otra vez: "Porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados en cambio, se hundirán en la desgracia" (Proverbios 24:16; RV60). Porque todo lo puedo en Cristo; la victoria final me espera y no la haré esperar más, porque hoy es mi turno para triunfar. Pondré alas a la esperanza y con ella volaré a cumbres elevadas.
¡Hoy es mi turno! Y tengo un destino eterno y una misión histórica que cumplir. No estoy aquí para consumir nada más, sino para dar y gastarme en lo que soy, un hijo de Dios. Este momento histórico es único, no desperdiciaré ni un segundo de él. Soñaré grandes sueños. Me empinaré sobre ellos y simplemente: ¡Viviré!
Oración:
Digno eres Padre de mi alabanza en este día, gracias por permitirme ser el humano que has hecho de mí, y por hacerme un soldado de tu milicia; no puedo dividir mi lealtad y solo a ti serviré. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Cuando naces de nuevo, llega tu turno para disfrutar a plenitud de ser un hijo de Dios.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

viernes, 18 de julio de 2014

¡No al desánimo!

Francisco Aular
faular@hotmail.com
Lectura devocional: 1 Reyes 19:1-8
El anduvo por el desierto un día de camino, y vino y se sentó bajo un enebro; pidió morirse y dijo: Basta ya, SEÑOR, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres. 1 Reyes 19:4 (LBLA)

Hoy escucho decir que el mundo está lleno de maldad y que el mal se manifiesta en todo lugar. Es verdad. No lo niego. Pero no permitiré que el desánimo se anide en mi vida y me obligue a vivir aplastado bajo el peso de una mortal congoja, tanto, que anhele morir antes que enfrentar la vida con sus demandas normales. La vida es breve, es tan solo un paréntesis de la eternidad que está abierto como un papel en blanco en el cual yo soy el escritor, pero, no cerraré ese paréntesis sin cumplir el propósito para el cual Dios me dio esta preciosa vida humana y la Vida que viene del cielo. Por muy oscuro que hoy se vea el horizonte, sé que más allá brilla el sol, también sé que Dios es real y va conmigo, Él me sostendrá. En efecto, Dios tiene hombres y mujeres clamando día y noche por un mundo mejor. ¡Me uniré a ellos!
Hoy busco los tonos claros y las notas agudas en el teclado de la vida. No nací en una cuna dorada, ni rodeado de privilegios, tampoco provengo de una familia pudiente, pero, en esta hora reconozco que esta preciosa vida que poseo es todo un milagro de Dios, porque, durante los nueves meses de mi gestación, mi madre tuvo que enfrentar el fuerte desafío de su vida campesina y ser una mujer luchadora y tenaz, que al lado de mi padre tenía que buscar algo para comer cada día, porque los rigores de los efectos de la Segunda Guerra Mundial hasta allí habían llegado. Así nací en un caserío, bajo las matas de café, de cacao, de aguacate, de limones agrios y dulces, y éramos tan pobres y tan alejados de un hospital que mi padre y mi abuela materna fueron los parteros que me recibieron en sus manos y me cargaron llenos de amor. De todas maneras, algo me dice que soy parte del propósito de Dios para este mundo, y Él estaba allí con nosotros. ¡No soy un accidente en la cadena de seres humanos que el mundo ha tenido! ¡No permito que el desánimo me quite el gozo de saber que soy único, porque Dios rompió el molde, después que nací!
Hoy, confieso que muchas veces el desánimo ha tocado la puerta de mi vida, pero nunca he permitido que se anidara en mi corazón y me postrara. He comprendido en mi largo vivir que tal estado de ánimo, podría, quizás, explicarse, y aún tolerarse, considerando las vicisitudes y las penurias por las cuales los seres humanos pasamos, pero también he descubierto que en muchos casos se trata simplemente de debilidad de carácter y del complejo de mártir que se tiene, a veces. Algunas personas no encaran los problemas normales de la vida con criterios de vencedores, sino, por el contrario, se dejan vencer por las circunstancias. Aún, habiéndoles Dios provisto desde la cuna muchas bendiciones que otros no hemos tenido, el pesimismo les llena la vida sin que hagan el menor esfuerzo por librarse de él. Afirmo, más aún, si los observamos bien veremos que tales personas justifican su estado de ánimo y amargura de la vida, echándoles la culpa a otros, y de ello no se escapa, ni el mismo Dios.
Hoy abro la puerta y las ventanas de mi vida de par en par, porque quiero que el sol entre a raudales, porque la luz siempre hace huir a las tinieblas. Quiero que la luz del Señor haga el milagro de vestir de gloria, amor, fe y esperanza hasta el rincón más oscuro de mi ser. ¡JESÚS es mi Luz y mi Salvación! ¡Me llenaré de Dios y seré “más que vencedor”! Me acercaré a las rosas de mi jardín para verlas mejor y olerlas y palparlas por los lados sin espinas. Me inclinaré para ver la simetría y belleza de sus pétalos, y nuevamente diré: ¡Dios es real! Quien hizo esto, cuidará también de mí.
Hoy me asomo al espejo de mí mismo, y quito todo lo malo que pueda reflejar, quiero que se miren en mí y en los sentimientos que les pueda inspirar. Ellos verán que soy frágil, pero limpio. Aunque me rompa en mil pedazos, cada pedazo de mí lo seguirá reflejando. He decido seguir el consejo de Pablo: “Estad siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5.16). He decido también, reflejar la alegría y el optimismo que viven en mí por el poder del Espíritu de Dios. Nadie da lo que no tiene. Hoy salgo a repartir lo que poseo, y nadie me lo puede arrebatar, mucho menos el desánimo. Se trata del fruto del Espíritu Santo que vive en mí: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23).
Como en la vida cristiana el “dar es mejor que recibir” ¡Hoy salgo con la ayuda de Dios, a darme a los demás, sin quejas, sin lamentos y sin retiradas!
¡Hoy salgo a triunfar en donde los desanimados han fracasado!
Oración:
Amado Dios Todopoderoso:
Hoy mi acción de gracias llega delante de Ti por lo que has hecho en mi vida. Bendigo el día en que nací y el cuidado que has tenido de mi vida, aún antes de nacer. Nací esclavo y me has hecho libre. Nací perdido y me encontraste. Nací sin conocer tu propósito y hoy lo sé, y esa es la dinamita que me hace explotar de alegría por dondequiera que voy. Ayúdame a que mi optimismo por la vida humana y la vida espiritual sean tales, que contagie con el gozo de servirte a los desanimados que pongas a mi lado. ¡Que tu nombre sea honrado y alabado! En el nombre de JESÚS, mi SEÑOR Y SALVADOR, amén.
Perla de hoy:
Cuando solo nos queda Dios, no tenemos más nada que buscar para ser optimistas.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


jueves, 17 de julio de 2014

¿Por qué orar por Israel?

Francisco Aular
Lectura devocional: Salmo 122
Oren por la paz de Jerusalén; que todos los que aman a esta ciudad prosperen. Salmo 122:6

Frente a la tierra prometida, y muy poco antes de morir, el hombre que había hablado cara a cara con Dios en el Monte Sinaí, Moisés, dijo: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29:29, RV60).  Todavía recuerdo, la primera vez que escuché este texto, el pastor misionero Eugenio Kimler estaba predicando y comentándolo dijo: “No me preocupan las cosas que no puedo entender de la Biblia, sino aquellas que sí puedo entender y no las obedezco”. Ahora bien, Dios nos ordena que oremos y todos los grandes hombres y mujeres de Dios de todos los tiempos han orado. En efecto, orar es una disciplina del espíritu por medio de la cual podemos entrar en la cámara divina, como lo dijo Spurgeon: “La oración es el delgado nervio que mueve los músculos de la omnipotencia”. ¿Cómo es posible que Dios, un ser infinito, inmortal, perfecto y soberano cuyos atributos lo hacen absolutamente santo y apartado de todo mal se pueda inclinar para oír el clamor del ser humano, pecador y finito? Estas son las cosas secretas de Dios que nunca podremos entender.
Con esto en mente, vamos a la pregunta de hoy: ¿Por qué orar por Israel? Estas son algunas de esas razones:
Debo orar por el pueblo de Israel porque Dios lo ordena, principalmente en los Salmos, una y otra vez se nos dice: “Oren por la paz de Jerusalén; que todos los que aman a esta ciudad prosperen” (Salmo 122:6, NTV). Usted y yo no tenemos siquiera voz en las Naciones Unidas y mucho menos en los ejércitos palestino e israelí, pero, ¿qué cosa sí podemos hacer? Orar. ¡No le de vueltas al asunto, simplemente, créale a Dios, y ore!
Debo orar por el pueblo de Israel porque Dios bendice a aquellos que lo hacen:Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te traten con desprecio. Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti” (Génesis 12:3, NTV). En mis años leyendo la Palabra y en busca de una mayor preparación para entenderla, veo que teólogos de diferentes escuelas de pensamiento hacen malabarismos hermenéuticos explicando lo que Dios nos dice tan claramente. Es más, yo he visto el castigo de Dios de aquellos que han maldecido a Israel, antes mi propio asombro. Hasta un niño, lee esto y simplemente obedece. ¡Hay bendiciones de Dios para los que oran y aman a Israel, desde antes que existiera como nación! No trate de entender esto, y si lo entiende, mejor todavía, ¡simplemente, obedezca y ore!
Debo orar por el pueblo de Israel porque Dios nos otorgó por gracia una herencia espiritual que vino a través de ese pueblo: “Ustedes, los samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos, porque la salvación viene por medio de los judíos” (Juan 4:22, NTV). ¿Por qué Dios escogió a los judíos? Mientras Dios mismo nos responde a esa pregunta, leamos al gran Apóstol, con esta preciosa perla que salió de su pluma inspirada por el Espíritu Santo:Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas. Abraham, Isaac y Jacob son los antepasados de los israelitas, y Cristo mismo era israelita en cuanto a su naturaleza humana. Y él es Dios, el que reina sobre todas las cosas, ¡y es digno de eterna alabanza! Amén” (Romanos 9:4,5) Mire que yo he escuchado y leído cada cosa intentando explicar lo que estos versículos no dicen, tanto, que mejor prefiero entender lo que está bien claro: Dios nos dio las Sagradas Escrituras, los pactos, las promesas, a JESÚS y a sus discípulos a través de Israel. ¡Fíjese bien! Muchísimo antes de que usted y yo naciéramos, antes de que existieran los teólogos conservadores estadounidenses, los capitalistas, los sionistas y sus numerosos enemigos, estos textos estaban allí, y dicen claramente lo que dicen. ¡Vengamos delante de Dios y clamemos por Israel porque en su paz, tendremos paz!
Debo orar por el pueblo de Israel porque JESÚS nos dio el ejemplo para ello:¡Oh, Jerusalén, Jerusalén, la ciudad que mata a los profetas y apedrea a los mensajeros de Dios! Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina protege a sus pollitos debajo de sus alas, pero no me dejaste. Y ahora, mira, tu casa está abandonada y desolada. Pues te digo lo siguiente: no volverás a verme hasta que digas: “¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 23:37-39, NTV). La verdad sea dicha ante todo: en la Palabra de Dios se habla muy claro que desde la caída de Jerusalén 586 A. C, hasta la venida de JESÚS por segunda vez, el llanto de Señor es actual. Dios ha dejado a Israel pasar por muchas pruebas y castigos por su desobediencia. El Israel moderno no es teocrático; es más, en estos días de victoria en el campo de batalla ellos no correrán a dar gloria a Dios por esa victoria, sino a su ejército, su maquinaria de guerra y su innegable desarrollo científico y tecnológico, sin embargo, como JESÚS nos dio el ejemplo, sigo con mi clamor, y en obediencia a su Palabra, les pido en esta hora: “Oren por la paz de Jerusalén; que todos los que aman a esta ciudad prosperen” (Salmo 122:6, NTV).
Oración:
Amado Padre Celestial:
En este momento me postro delante de ti, y te ruego por las víctimas de un conflicto el cual nunca tendrá arreglo humano, pues, la solución es divina. Ilumina a los dirigentes de las naciones en conflictos, particularmente a Israel, especialmente el remanente tuyo entre esos pueblos que hace vida allí, en el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Cuando Dios nos manda como a Jonás ha hacer algo grande a favor de un pueblo repudiado por nosotros. No dudemos, obedezcamos.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 16 de julio de 2014

¿Por qué amo a Israel? (3)

Francisco Aular

Lectura devocional: Apocalipsis 12:1-6
Entonces fui testigo de un suceso de gran importancia en el cielo. Vi a una mujer vestida del sol, con la luna debajo de los pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza. Estaba embarazada y gritaba a causa de los dolores de parto y de la agonía de dar a luz. Apocalipsis 12:1,2 (NTV)
¿Por qué amo a Israel? Porque Dios está obrando, delante de todos nosotros, reuniendo a su pueblo antes esparcido por todo el mundo para cumplir su Palabra profética. ¡Israel tendrá un final glorioso al final de la historia!: “En aquel día yo convertiré a Jerusalén en una roca inamovible” (Zacarías 12:3; NTV). La nación de Israel, y su capital Jerusalén, hoy y en el futuro próximo: ¡son inamovibles! Muy difíciles de mover a pesar de estar rodeadas de enemigos que quieren “borrarlas del mapa”, sin embargo, no podrán. Como lo afirma el doctor E. Dobson, gran especialista en las profecías bíblicas, “la existencia del Estado de Israel, junta la profecía bíblica con la historia moderna como no se había visto desde los tiempos del Nuevo Testamento. La reunión de los judíos en Israel y su existencia como nación es el evento profético más importante desde que JESÚS ascendió al cielo” (The End, Zondervan Publishing House, 1997, p.44). ¡Maravilloso, porque a Israel le llevó su glorioso retorno como nación moderna, solamente tres años! He sido testigo del cumplimiento de estas profecías y por eso, ¡amo a Israel!
He visto y seguido la lucha de Israel conscientemente desde 1967 con la Guerra de los Seis Días, la cual seguí por radio y prensa. ¡El triunfo de Israel es mi triunfo! He visto el asombroso cumplimiento de la palabra del profeta cuando anunció: “Los plantaré firmemente allí en su propia tierra. Nunca más serán desarraigados de la tierra que yo les di”, dice el SEÑOR tu Dios” (Amós 9:15; NTV). En efecto, como lo dijo Zacarías 12:3 “Todas las naciones se reunirán en contra de ella para tratar de moverla, pero sólo se herirán a sí mismas”. ¡Y por lo tanto será mejor que ninguna nación o pueblo se metan en problemas con los judíos ni tampoco con la iglesia del Señor, porque somos uno!: “No ofendan a los judíos ni a los gentiles ni a la iglesia de Dios” (1 Corintios 10:32; NTV).
Pues bien, por otra parte, nuestro pasaje de hoy nos hace preguntar: ¿Quién es esta maravillosa mujer en el cielo? Comienzo por decirle quién no es. No es María. Ciertamente María dio a luz a JESÚS, y por ella es “bendita entre todas las mujeres”, pero una buena exégesis de este pasaje bíblico, y a la luz de toda la revelación divina, el estudioso se da cuenta que no la describe a ella. Tampoco es la iglesia. Si fuese así, la mujer diera a luz a JESÚS,­ por el contrario, JESÚS dio a luz a la iglesia. Por lo tanto, no es la iglesia. Nos queda solamente una verdad, respaldada por una sana interpretación y de acuerdo a las reglas hermenéuticas: La mujer es Israel.
En efecto, JESÚS vino de la nación de Israel. Israel es la “mujer encinta con dolores de parto”, el sufrimiento ha sido una constante de Israel desde su nacimiento como nación: “Como la mujer encinta se retuerce y grita de dolor mientras da a luz, así estábamos en tu presencia, SEÑOR.  También nosotros nos retorcemos de agonía,  pero nuestros sufrimientos no resultan en nada. No le hemos dado salvación a la tierra,  ni le trajimos vida al mundo” (Isaías 26:17,18; NTV), sin embargo, Apocalipsis 12:2 describe el nacimiento del Mesías a través del remanente fiel de Israel. Ciertamente, con Juan podemos afirmar: “Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios” (Juan 1:9-13; NTV). De esta manera, Dios nos trajo al Mesías a través de su pueblo escogido, por todo esto: Amo a Israel.
Un último pensamiento, los días que vivimos son peligrosos, estamos regresando al nazismo y a su odio a los judíos. ¿Qué estamos haciendo los cristianos nacidos de nuevo por Israel?: “Oren por la paz de Jerusalén; que todos los que aman a esta ciudad prosperen”. En Israel, hoy en día, tanto los israelitas como los palestinos, viven, oremos por ellos, especialmente los cristianos que esperan y anhelan el cumplimiento final de las profecías. Mientras tanto, me viene a la mente, el poema del pastor protestante Martin Niemüller, -aunque él, sí protestó y estuvo en un campo de concentración-, por asumir una actitud valiente contra aquella nefasta dictadura de Hitler, y su odio contra los judíos, escibió un poema que dice:
Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.
¡Que mi silencio no sea cómplice cuando vea la injusticia hacia mi prójimo!
Oración:
SEÑOR de los ejércitos celestiales, aquí estoy frente a tu gracia al contarme por fiel y ponerme en la posición de ser tu hijo. No me elegiste por ser lo suficientemente bueno, sino porque en JESÚS, la justicia y la misericordia se besaron. Ayúdame a proclamar mi amor por lo que tú amas, y rechazar lo que tú, rechazas. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La reunión de los judíos en Israel y su existencia como nación es el evento profético más importante desde que JESÚS ascendió al cielo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

martes, 15 de julio de 2014

¿Por qué amo a Israel? (2)

Francisco Aular
Lectura devocional: Romanos 9:1-16
Haré que Jerusalén sea como una bebida embriagante que causa que las naciones vecinas se tambaleen cuando envíen a sus ejércitos para sitiar a Jerusalén y a Judá. En aquel día yo convertiré a Jerusalén en una roca inamovible. Todas las naciones se reunirán en contra de ella para tratar de moverla, pero sólo se herirán a sí mismas. Zacarías 12:2,3 (NTV)

¿Por qué amo a Israel? Porque creo en el pacto que Dios hizo con Abraham: “Bendeciré a los que te bendijeren, y maldeciré a los que te maldijeren” (Génesis 12:3). De hecho, JESÚS se caracterizó por su amor a Israel y hasta sus enemigos lo sabían; en una ocasión cuando el Señor JESÚS entró en Capernaúm se le acercaron los líderes religiosos judíos, rogándole que sanase al siervo de un centurión. Ellos vinieron a JESÚS y le dieron los motivos por los cuales debería hacer aquel milagro: “Porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga” (Lucas 7:5). Así que, vemos que el trato de Dios con las naciones gentiles está signado por la promesa del Pacto Abrahámico: “Bendeciré a los que te bendijeren, y maldeciré a los que te maldijeren” (Génesis 12:3).
Ciertamente, los juicios divinos y la consumación de sus profecías se basan en el amor de Dios por Israel: “Después de un período de gloria, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo: Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión” (Zacarías 2:8 NTV). En lengua hebrea eso quiere decir: Cualquiera que te toca, toca la niña de mi ojo. En cierta ocasión escuché un mensaje sobre este tema al doctor Adrian Rogers, y él decía, estas palabras de advertencia: “Serías muy tonto y te encontrarías en un terreno muy peligroso si pronunciaras una maldición contra Israel. Debemos bendecir lo que Dios ha bendecido, amar lo que Dios ha amado y orar por Israel.” ¿Qué les ocurrirá a los enemigos de Israel?: “Haré que Jerusalén sea como una bebida embriagante que causa que las naciones vecinas se tambaleen cuando envíen a sus ejércitos para sitiar a Jerusalén y a Judá” (Zacarías 12:2 NTV).
¿Por qué amo a Israel? Porque Dios usó a este pueblo para ser depositario de la revelación divina. En efecto, JESÚS dijo a la mujer samaritana: Ustedes, los samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos, porque la salvación viene por medio de los judíos” (Juan 4:22 NTV). En el Pacto Abrahámico Dios prometió: “…Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra…”. De esta manera, ya no existe separación entre el judío que viene al mesías JESÚS y el gentil (el no judío, como somos la mayoría de los que estamos en la iglesia de Señor): “Y el plan de Dios consiste en lo siguiente: tanto los judíos como los gentiles que creen la Buena Noticia gozan por igual de las riquezas heredadas por los hijos de Dios. Ambos pueblos forman parte del mismo cuerpo y ambos disfrutan de la promesa de las bendiciones porque pertenecen a Cristo Jesús” (Efesios 4:12 NTV).
¿Por qué amo a Israel? Porque a través de esta nación vino el Mesías prometido: ¡JESÚS, mi Señor y Salvador! He recibido por medio de este pueblo, la Biblia la Palabra de Dios; he llegado a conocer a JESÚS, y si amo a JESÚS, entonces, debo amar al grupo étnico del cual provino en cumplimiento de más de trescientas profecías. JESÚS es el único Ser Humano que  se le dio a escoger el lugar donde debería nacer, vivir y morir, y Él eligió al pueblo judío; nació de madre judía; todos sus apóstoles fueron judíos, en fin, digo como Pablo: “Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas. Abraham, Isaac y Jacob son los antepasados de los israelitas, y Cristo mismo era israelita en cuanto a su naturaleza humana. Y él es Dios, el que reina sobre todas las cosas, ¡y es digno de eterna alabanza! Amén.” (Romanos 9:4,5;NTV).
Oración:
SEÑOR de los ejércitos celestiales, gracias por venir a salvarnos desde el cielo, y comprarnos un lugar cerca de ti, al costo de tu sangre preciosa como la de un Cordero sacrificado por cada uno de nosotros sean judíos o gentiles. Ayúdame a amar a Israel con tu amor, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Algunos líderes internacionales actuales, desean “borrar del mapa” al pueblo judío, sacarlo de la tierra de sus antepasados; pero tropiezan y tropezarán con el Pacto de Dios con Abraham hasta el final de la historia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

lunes, 14 de julio de 2014

¿Por qué amo a Israel? (1)

Francisco Aular
Lectura devocional: Génesis 12:1-9
“Haré de ti una nación grande,  y te bendeciré;  haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan;  ¡por medio de ti serán bendecidas  todas las familias de la tierra!”Génesis 12:2,3 (NVI)

El pararrayos de las tormentas pasadas y actuales en la historia de la humanidad es Israel. Querámoslo o no, esta nación es el ombligo del mundo. En efecto, al leer las profecías bíblicas, descubrimos que Israel es el centro de ellas en las predicciones sobre el futuro de la tierra. Usted no puede leer la prensa de hoy y no reconocer que Israel está en los titulares más resaltantes. Para bien o para mal, Israel es noticia; está en la escena y allí seguirá.
Ahora bien, usted puede maldecir o bendecir a Israel, como el vidente famoso de la antigüedad, Balaam (Números 22-24). ¡Qué historia! Balaam intentó maldecir tres veces a Israel y Dios convirtió esas maldiciones en bendiciones para su pueblo.  Es posible que usted haya leído un rótulo que dice: “¡Cuán raro es de parte de Dios elegir a los judíos!” Pero lo cierto es que los cristianos bíblicos no podemos hacer a un lado el panorama profético cuyo centro es Israel. Israel es el pueblo elegido por Dios y así se lo hizo saber a Abram: “El Señor le dijo a Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Tal vez se pregunte, ¿por qué Dios eligió a este pueblo? Digamos que la elección eterna, según A. H. Strong -uno de los grandes estudiosos de la Biblia-: “Es el acto de Dios por el cual en su soberana benevolencia y sin atender a ningún mérito previsto que ellos hubieren de hacer, escoge algunos de entre el número de los pecadores, para que lleguen a ser recipiendarios de la especial gracia de su Espíritu y, por ende a ser hechos partícipes voluntarios de la salvación obtenida por Jesucristo” (Citado por el doctor Francisco La Cueva en su libro Doctrinas de la gracia). Israel fue elegido como pueblo de Dios al igual que nosotros hemos llegado a conocer la salvación, y a ser llamados “hijos de Dios” (Juan 1:12).
Pues bien, con la misma regla que Dios mide a Israel nos mide también a nosotros: “Nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). ¡Israel es la vara de medir de Dios! Dio no nos elige por ser buenos, sino para mostrarnos su gracia. ¡Israel es un milagro de la gracia y la misericordia de Dios y nosotros también lo somos! ¡Israel le ha fallado a Dios y nosotros también le hemos fallado! ¡Israel ha recibido sufrimientos disciplinarios de parte de Dios y nosotros también!: “Porque el Señor al que ama disciplina: ¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo: “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrija. Pues el SEÑOR disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo” (Hebreos 12: 5,6 NTV).
Hace algunos años escuché al doctor Pynchas Brener,  rabino principal de la Unión Israelita de Caracas, con el sentido de humor que lo caracteriza, decir: “Un niño judío le preguntó a su abuelo: Abuelito ¿Nosotros somos el pueblo elegido de Dios? Sí, le respondió el anciano…, el niño dijo entonces, ¿por qué hemos sufrido tanto, no sería mejor que Él eligiera a otro pueblo?…” Es verdad, viendo la historia de Israel algunos podemos pensar que Dios le ha dado la espalda a esa nación. ¡De ninguna manera!, el plan final para este amado pueblo define el propósito de Dios para Israel. El apóstol Pablo escribió: “Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los israelitas lleguen a ser salvos” (Romanos 10:1 NTV). ¡Esta oración del gran judío misionero está en pie y me uno a ella de todo corazón para bendecir a Israel y recibir la bendición del Padre! Y con el salmista digo: “Que el SEÑOR te bendiga continuamente desde Sión;  que veas prosperar a Jerusalén durante toda tu vida. Que vivas para disfrutar de tus nietos. ¡Que Israel tenga paz!” (Salmo 128:5,6 NTV).
Sin embargo, todavía es necesario que Israel pase por grandes pruebas, y sea menospreciado delante de las naciones; pero sus enemigos serán derrotados. ¡No prevalecerán los enemigos de Israel y sus maldiciones se volverán contra ellos! Ese día ya se acerca y se cumplirá lo dicho por el profeta: “En aquel día el SEÑOR su Dios rescatará a su pueblo,  así como un pastor rescata a sus ovejas. Brillarán en la tierra del SEÑOR como joyas en una corona. ¡Qué espléndidos y hermosos serán!  Los jóvenes florecerán con la abundancia de grano  y las jóvenes con el vino nuevo”  (Zacarías 9:16,17 NTV).
Oración:
SEÑOR de los ejércitos celestiales, tú sabes que los días en que vivimos son días peligrosos, nuestra lucha no es contra otros seres humanos, nada más: Es contra los poderes satánicos que mueven a las naciones de hoy, sin embargo, tú no eres hombre para mentir ni hijo de hombre para variar tus promesas, yo creo en todas ellas. ¡Tú protegerás a tu pueblo! Ayúdame a proclamar que vienen días de triunfo, de esperanza y de la victoria final. En el nombre e JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡No prevalecerán los enemigos de Israel y sus maldiciones se volverán contra ellos!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?

¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?