viernes, 31 de mayo de 2013

Una Razón para vivir


Francisco Aular
 
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Filipenses 1:21 (RV60). En esta vida nueva, no importa si uno es judío o gentil, si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado, esclavo o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros. Colosenses 3:11 (NTV)

George Bernard Shaw escribió: “Esta es la verdadera felicidad de la vida: ser usado para un propósito y poder reconocer su supremacía; ser una fuerza de la naturaleza en lugar de algo inconstante, un saco de males y lamentos, siempre quejándose de que el mundo no se ha dado la tarea de hacerlo a uno feliz”. Ciertamente, conocer la razón para vivir, da un significado a nuestras vidas.
La verdad es que sin Dios la vida es sin sentido, sin significado ni esperanza; vivir sin fe, esperanza y amor es vivir sin paz, muy diferente es la vida del que ha puesto en Dios su confianza, porque puede exclamar: “¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!” (Isaías 26:3; NTV). Igualmente, cierto es que nada estimula más la vida que sentirse con una razón para vivir, el Apóstol lo dijo así: “Pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios” (Hechos 20:24; NTV). ¡Nadie ha igualado la obra maravillosa que Dios hizo por medio del apóstol Pablo de Tarso y su única razón para vivir! Pues bien, cierro el párrafo con este pensamiento, conocer la razón para vivir nos prepara para la eternidad, así que, “…para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21; RV60.)
El gran apóstol Pablo vivió, sufrió y murió. Nerón, el déspota que ordenó su muerte, pensó librarse de él, pero el gran hombre de Dios, camino al cadalso exclamó: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel. Ahora me espera el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me dará el día de su regreso; y el premio no es sólo para mí, sino para todos los que esperan con anhelo su venida” (2 Timoteo 4:7,8; NTV).
Dios tiene una razón para que vivamos, no solamente, la vida humana que heredamos de nuestros padres, sino también la vida eterna a través de nuestro nuevo nacimiento (Juan 3:3). Esa razón es ¡JESÚS!, en efecto, JESÚS o Cristo es el misterio o secreto de Dios para completar su Plan de Salvación para el ser humano: “Quiero que ellos cobren ánimo y estén bien unidos con fuertes lazos de amor. Quiero que tengan la plena confianza de que entienden el misterioso plan de Dios, que es Cristo mismo” (Colosenses 2:2; NTV).
Alguien dijo: “El mundo está necesitando un credo para creer, una razón para vivir, una canción para cantar y una bandera para alzar”. Solamente Dios tiene una respuesta: ¡JESÚS! Él es nuestra única esperanza. Él es la Razón para vivir.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Enséñame de tal modo a valorar mis días sobre la tierra que se llene mi corazón de sabiduría. Ayúdame ahora a formular propósitos santos y  firmes basados en la única razón por la cual estoy todavía aquí, en armonía total con tu voluntad. Asísteme Señor, impúlsame con tu Santo Espíritu para vivir y morir para tu honra y gloria. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
El nombre de JESÚS es precioso para lo que vivimos para su honra y gloria, porque Él es nuestra única Razón para vivir y morir.
Interacción:
https://mail.google.com/mail/images/cleardot.gif¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

jueves, 30 de mayo de 2013

El triunfo de la esperanza


Francisco Aular

Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1 Juan 3:3 (RV60)

El cristiano que ha depositado en JESÚS su única esperanza de salvación, no marcha hacia la muerte sino hacia la vida. La esperanza tiene una propiedad purificadora porque mediante ella aprendemos no sólo a existir sino a vivir; no sólo a gustar sino a saborear; no sólo a tocar sino a sentir; no sólo a mirar sino a observar; no sólo a oír sino a escuchar; no sólo a escuchar sino a entender; no sólo a pensar sino a investigar; no sólo a hablar sino a producir. Como consecuencia, la noche, el frío y la escarcha, nunca se ponen sobre nuestra esperanza. ¡Eso sí!, todos los dones y virtudes de Dios en nosotros deben ser usados y desarrollados de dentro hacia fuera, Dios nos los dio y es nuestra responsabilidad usarlos.
Por otra parte, lo peor que le puede suceder a cualquier ser humano es la muerte, pero el verdadero hijo de Dios tiene la esperanza de la resurrección. El cristiano nacido de nuevo es realista y mira a este mundo y a sus millones de habitantes como JESÚS los ve, necesitados de amor, fe y esperanza.
A los seres humanos sin esta esperanza les aterra morir, algo les dice que no están preparados para morir, pero el cristiano nacido de nuevo no cambiará nunca lo temporal por lo eterno. No anhela quedarse en este mundo imperfecto porque Dios ha puesto en su corazón que existe un lugar mejor para él: "No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté" (Juan 14:1-3; NVI). Por eso,  la tumba no es el final para el que ha puesto su esperanza en JESÚS, como tampoco fue el final para Él. ¡Este es el pensamiento que cubre todo el Nuevo Testamento! Aparte de la gran lección que encierra la vida humana de JESÚS, desde su encarnación hasta el triunfo de su resurrección, está también la esperanza con la que se lanzaron a la conquista de un mundo adverso al Mensaje de la cruz, sus primeros discípulos, los apóstoles. En efecto, los apóstoles, temerosos el día de la crucifixión, mantuvieron un perfil bajo, pero, repente, vieron a JESÚS resucitado. La fe de aquellos hombres y mujeres que caminaron y comieron en compañía del JESÚS viviente se fortalece, y desde entonces, nada ni nadie, los ha podido detener. Unido a todo esto, está la esperanza de la Segunda Venida de JESÚS, mientras tanto, alienta saber que JESÚS ya vive, por fe, en todo hijo de Dios. Todo esto lo llena de esperanza.
Por consiguiente, la Biblia dice: "Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria" (Colosenses 1:27b). Siendo así, no existe desesperación humana tan grande, que el verdadero discípulo del Señor no sienta que su esperanza triunfa. No existe dolor humano que no se redima por el triunfo de la esperanza. No existe pecado tenebroso y sutil que no sea al final vencido por el triunfo de la esperanza. No existe tormenta por fuerte y oscura que sea, que impida que nos orientemos por el triunfo de la esperanza como un faro luminoso al final del camino. ¡No hay lugar para la derrota sino para el triunfo!
Hubo en el Antiguo Testamento un profeta que era poeta, el escribió una de las oraciones más hermosas que tenemos en  la Palabra Dios. El profeta le cantó al triunfo de la esperanza: “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos;  aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela” (Habacuc 3:17-19).
Invitación:
¿Quieres poseer esta esperanza en ti? Te es necesario nacer de nuevo y ser salvo. La salvación es el regalo de amor de Dios por el pecador. Pero no se aplica al pecador en forma universalista o automática: No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 7:21 RV60). Es necesario hacer una decisión y una invitación para que el SEÑOR te perdone tus pecados, te salve y more en ti para siempre. Si has comprendido sobre lo que hemos reflexionado hoy, y nunca has hecho esta decisión, este es el momento preciso para aceptar el amor de Dios en tu vida, ¿te gustaría aceptar el regalo de la vida eterna en JESÚS, y confiar únicamente en Él para la salvación como dice Su Palabra? Si es así, ora conmigo…
Oración:
"Señor JESÚS, gracias por amarme, vengo ahora delante de Ti sabiendo que soy un(a) pecador(a) y que Tú moriste por mí. Ahora mismo me arrepiento de todos mis pecados y recibo con todo gozo el regalo de tu salvación, y te confieso como mi Señor y Salvador. ¡Gracias JESÚS por esta salvación y ayúdame a serte fiel! Amén.[i]
Perla de hoy:
La esperanza en sí misma es medicina para nuestro ser. ¡Usémosla!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


[i] Si has hecho esta oración con sinceridad y de corazón, entonces eres salvo. ¡Bienvenido a la familia de Dios! Esto es apenas el comienzo de la verdadera razón de por qué, estás en la tierra. Si quieres unirte a mi grupo discipular en internet, y estudiar conmigo un material de discipulado inicial, escríbeme.

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miércoles, 29 de mayo de 2013

¿Qué es un hogar?


Francisco Aular
             
Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón. Efesios 5:19 (NVI)

Las palabras iglesia, familia u hogar se usan indistintamente en los escritos paulinos para describir  lugares y personas. En cuanto a lugar, se refiere al donde los cristianos nacidos de nuevo pueden lograr el máximo de su potencialidad espiritual, emocional y física; y en cuanto a personas, por la interacción que se da entre esos cristianos nacidos de nuevo.  Me parece que el versículo de hoy lo podemos usar para describir el ambiente que debe reinar en un hogar cristiano. Cuando digo hogar, quiero resaltar mil recuerdos preciosos que seguro vienen a nuestras mentes; posiblemente recordamos al padre y a la madre y sus conductas piadosas, esos padres verdaderamente guiados por los principios bíblicos, y que principalmente los domingos, hacían ajustes para llegar temprano a la reunión de la iglesia. Veíamos a papá prepararnos el desayuno para ayudar a mamá que nos vestía, porque, que luciéramos bien era para ella un deleite. Luego, compartíamos el desayuno, en donde el padre mostraba siempre que la cocina no le era un lugar extraño. Al estar listos, orábamos antes de salir de casa, hacíamos todo por llegar de primeros, porque la puntualidad, era algo que no se discutía como valor, sino que se practicaba.
Ese tiempo en la iglesia con los amiguitos, los maestros de la clase bíblica, los cantos con toda la congregación, y el mensaje de la Palabra de Dios, expuesta por el pastor con claridad y vehemencia, son inolvidables, ¡diéramos cualquier cosa por volver a la vieja capilla y disfrutarlos otra vez! Después del servicio, compartir con aquella gente especial que habíamos adoptado como nuestra propia familia. ¡Ir a la iglesia era algo tan hermoso que asistíamos por la mañana y por la noche!
Tal vez, al decir hogar, vienen a nuestra mente la música cristiana que resonaba en toda la casa; esos recuerdos de los viajes largos con papá y mamá cantando y nosotros haciendo coro en el asiento trasero. A lo mejor, también vienen a nuestra mente y corazón, el respeto que principalmente, nuestro padre mostraba hacia mamá y sus familiares, y a lo cual, mamá respondía igualmente con los familiares de papá. Allí, en el hogar, la Biblia no era un libro para adorno y para llevarlo debajo del brazo a la iglesia, nada más. No. La Biblia se leía diariamente y papá, principalmente, dirigía la oración. Los valores sembrados por la Palabra de Dios y cultivados por nuestros padres, son todavía norma y guía.
Niños al fin, a veces nos poníamos rebeldes, y peleábamos entre nosotros, pero la disciplina bien aplicada por nuestros padres, nos enseñaron a pedir perdón y a perdonar. Pues bien, así pasamos por diferentes etapas, pero allí estaba el dulce hogar, la casa, nuestra familia que era una “iglesia en miniatura”, y la iglesia “la familia grande”, ambas, siempre estaban listas para ayudarnos a ser hombres y mujeres de bien. De esta manera,  nuestros padres cumplieron; hoy es nuestra responsabilidad servir de puente y hacer que esta herencia pase a la próxima generación.
En realidad, muchos años han pasado. Papá y mamá ya están viejos o se fueron, pero al mirar esos días lejanos de nuestra niñez, adolescencia y juventud, damos gracias a Dios por la herencia cristiana que nos dejaron. ¡Eso es un hogar!
Oración:
Padre eterno:
Padre eterno ¡cuán breve es nuestro paso por esta vida! Ayúdame a ser una bendición en mi hogar, en mi familia y en mi iglesia, e influir positivamente en su ambiente. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Haz que tu hogar sea un castillo y que la comida más simple sea digna de reyes.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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martes, 28 de mayo de 2013

Un Gigante a mi lado


Francisco Aular

Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. Jeremías 20:11 (RV60)

El SEÑOR es un gigante a mi lado porque es inmutable, es decir, no cambia: “Yo soy el SEÑOR y no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, aún no han sido destruidos” (Malaquías 3:6; NTV). Contemplo las montañas que hace unos meses estaban blancas por la nieve del invierno, ahora se deshacen y se convierten en ríos; el océano, con sus poderosas corrientes, no resiste el llamado del sol y se convierte en nubes; los árboles, que hasta hace poco parecían esqueletos sin vida, ahora, en primavera, sus ramas están verdes y su polen anuncia, por los cuatro costados, su resurrección y su poder reproductor; los nidos, que hasta hace poco construían las aves, se convierten en el hogar de sus polluelos, los cuales pronto volarán, reiniciando el ciclo vital.
Todos los seres vivos cambian, da lo mismo si es un árbol, un animal o un ser humano. Ahora bien,  me observo y veo en mí cambios revolucionarios, y me parece que hace poco, yo era un niño llevado de la mano por mi padre. Es seguro que físicamente hablando, no soy el mismo. Sé que tarde o temprano dejaré estas vestiduras que perecen y seré vestido de eternidad, ese es mi verdadero propósito. Sin embargo, mi poderoso gigante es perpetuo, sin cambios, ni variación: “Señor, en el principio echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los cielos. Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre. Ellos se desgastarán como ropa vieja” (Hebreos 1:10,11; NTV).
El SEÑOR es un gigante a mi lado y me defiende: “Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre” (Salmo 5:11; RV60). Uno de los maravillosos gozos de ser un cristiano nacido de nuevo es saber que nuestro Padre, que está en el cielo, siempre vela por nosotros: “Pero el SEÑOR vela por los que le temen, por aquellos que confían en su amor inagotable” (Salmo 33:18; NTV). Aun, en medio de la enfermedad y de la soledad, podré enfrentar con valor cualquier prueba, porque le creeré a la Palabra de Dios y no a mis sentimientos: “Que el SEÑOR, Dios de Israel, bajo cuyas alas viniste a refugiarte, te recompense abundantemente por lo que hiciste” (Rut 2:12; NTV).
SEÑOR es un gigante a mi lado y nada ni nadie podrá separarme de Él: “Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:38,39; NTV).
Jeremías fue un profeta, un ser humano con virtudes y debilidades; es llamado el profeta llorón, no sólo porque escribió sus Lamentaciones, sino, porque a lo largo de sus cuarenta años fue un atribulado espectador de los desvíos de su pueblo; fue un profeta sufriente, y en obediencia a Dios antes que los hombres, fue perseguido por su pueblo más que cualquier otro de los profetas de sus días, pero se mantuvo firme y confiado, porque conocía muy bien quién era su aliado, y en su angustia, sabía que no estaba solo. Así también nosotros, en nuestros momentos de sufrimiento, en los diferentes problemas que están haciendo fila para que les hagamos caso, debemos aprender esta verdad: Cuando una crisis me golpea, no debo enfrentarla solo, porque, ¡no estoy solo! Tal y como aquellos hombres y mujeres de Dios de la antigüedad, yo también tengo: Un Gigante a mi lado.
Oración:
Amado Padre Celestial:
Te alabo Señor porque tu omnisciencia, tu misericordia y tu presencia son constantes a mi lado. Gracias porque me amas y tu amor no cambia nunca; enviaste a tu Hijo a morir por mí. Sigue mi amado Señor como poderoso Gigante a mi lado, en medio de cualquier circunstancia. Escucha ahora mi ruego Señor, y dame tu bendición. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Nuestra mayor esperanza aquí abajo es recibir ayuda de nuestro Gigante desde lo alto.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

lunes, 27 de mayo de 2013

Fuerza y pasión


Mis amados: ¡Feliz semana para todos!
“Si alguien enferma, también yo enfermo; y si hacen caer a alguno, yo me indigno” (2 Corintios 11:29; DHH). Principalmente en la Iglesia del Señor existe una empatía, una identificación espiritual y humana con todos nuestros amados hermanos en Cristo. Ustedes me han mostrado a través de estos años que estamos unidos por este medio, tal muestra de amor y aprecio la pude palpar en sus oraciones durante el trío de enfermedades que me sorprendieron el año pasado, y porque han hecho de Perlas del Alma un devocional que llega a más de diez mil personas, cada día, crecimiento progresivo desde hace cinco años. ¡Gloria al Señor!
Les informo que como secuela de esas enfermedades del año pasado, tendré que someterme a una operación de “hernia ventral” el próximo viernes 31 de mayo a las 11 de la mañana. Todo está listo y espero solamente por ese momento, confiando en que el Señor estará conmigo en esta otra prueba en el camino, y como mi amado JESÚS, caminaré majestuoso sobre la cresta de las olas. ¡Gloria a Él!
Por este motivo, no llegará a ustedes, durante el mes de junio, Perlas del Alma. Esperamos en el Señor retornar el lunes 2 de julio. Es decir: ¡Les doy vacaciones!..., pero eso sí, no abandonen su vida devocional. Allí estará nuestro blog e igualmente, Perlas estará en el Facebook abiertos para ustedes, igualmente, los mantendremos informados para que ustedes puedan orar objetivamente por mi recuperación Nosotros también lo haremos por todos ustedes, mis amados perlistas.
Como Pablo, frente a su finitud como ser humano puedo decir: “Tengo la plena seguridad y la esperanza que jamás seré avergonzado, sino que seguiré actuando con valor por Cristo, como lo he hecho en el pasado. Y confío en que mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o muera” (Filipenses 1:20; NTV).
Un fuerte abrazo para todos.
Con mucho afecto,
pastor  y amigo,
Francisco Aular

Fuerza y pasión

Lectura devocional: Salmo 119:169-176

Déjame vivir para que pueda alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden. Salmo 119:175 (NTV)
 
Hemos llegado a la última sesión del Salmo 119, verdadera joya literaria, un poema inspirado por una musa excepcional: La Biblia, la Palabra de Dios. El escritor no le puso título y tampoco lo firmó, sin embargo, se ve en todo el himno la fuerza y pasión que el poeta-rey David ponía en todo lo que hacía. El tema es la gloria de la Palabra de Dios, y bien podemos afirmar de esta  Salmo lo que Spurgeon, el predicador inglés, escribió sobre él: “Esta oda sagrada es una Biblia en miniatura, las Escrituras condensadas, la Sagrada Escritura reducida a emociones y acciones santas” (David C.H. Spurgeon II. El Tesoro de David, Barcelona: Clíe, 1990, p. 252).
Fuerza y pasión, marcan, en esta meditación, un sentido de valor ético del espíritu que debe poseer todo cristiano nacido de nuevo frente a las verdades que tiene la Palabra de Dios, y que necesitan ser encarnadas para ser leídas por las personas que nos rodean. El cristianismo no es un escapismo, no es optimismo, ni pesimismo, simplemente es realismo. Lo que el mundo necesita hoy es que los creyentes en las verdades eternas de la Palabra de Dios, leamos, estudiemos, memoricemos, meditemos y practiquemos, lo que predicamos, es decir que poseamos y anunciemos el mensaje con fuerza y pasión.
El salmista del Salmo 119, en 176 versículos escribió un poema en forma variada y al mismo tiempo profunda acerca del amor, atención y práctica de la Palabra de Dios en la vida diaria. ¡No tiene desperdicio ninguno de los pensamientos que él, un genuino creyente en el SEÑOR, proclama! Eso sí, se nota su fuerza y pasión al creer, vivir y proclamar las bendiciones y al poner en práctica el tesoro perfecto de la Sagrada Escritura, que Dios en su gracia nos ha dado, para que guiados por la Palabra, podamos encontrar al SEÑOR, creer en Él, honrarlo y servirlo. ¡Ese es el verdadero propósito de la vida humana! ¿Cómo obtenemos y desarrollamos fuerza y pasión por la Palabra de Dios? Veamos.
Fuerza y pasión al inicio de la vida cristiana para orar, buscar la salvación que Dios nos ha prometido y obedecerlo: “Oh SEÑOR, escucha mi clamor; dame la capacidad de discernir que me prometiste. Escucha mi oración; rescátame como lo prometiste” (vv. 169,170); fuerza y pasión en la alabanza y en la adoración total al SEÑOR en todo tiempo: “Que la alabanza fluya de mis labios,  porque me has enseñado tus decretos. Que mi lengua cante de tu palabra, porque todos tus mandatos son correctos” (vv.171,172); fuerza y pasión para no soltarme de la mano de Dios en ningún momento, e intencionalmente creerle a Dios y a su Palabra: “Tiéndeme una mano de ayuda, porque opté por seguir tus mandamientos” (v.173); fuerza y pasión al aferrarnos a la Palabra de Dios, en vez de a nuestros sentimientos, en el proceso de la santificación que dura toda nuestra vida en esta tierra, y consiste en haber sido rescatado ayer, hoy y mañana, como bien lo dice el apóstol Pablo:” Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6 RV60), e igualmente el salmista clama: “Oh SEÑOR, he anhelado que me rescates,  y tus enseñanzas son mi deleite” (v.174); fuerza y pasión al descubrir el verdadero propósito de nuestra vida aquí en la tierra, y vivir con este lema: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21 RV60); “Déjame vivir para que pueda alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden” (v.175); fuerza y pasión al levantarnos con genuino arrepentimiento cuando le hemos fallado a Dios.
Muy interesante es ver que el salmista no concluye su poema con el orgullo espiritual de sentirse seguro en redil del Pastor sin necesidad de arrepentimiento de sus pecados, aun estando  a salvo, sino con el franco reconocimiento de las flaquezas y de la fragilidad de la naturaleza humana.
El salmista confiesa delante de Dios: “He andado descarriado como oveja perdida”, estar perdido, fuera del redil es una cosa, pero estar perdido dentro del redil es otra, lo primero necesita salvación, lo segundo, reconciliación y liberación. ¡Qué bueno que contamos con un Pastor que ama a sus ovejas en cualquier situación en la que anden en este mundo!, y está presto a rescatarnos: “Ven a buscarme porque no me he olvidado de tus mandatos” (v.176). El pecado imperdonable es no oír al SEÑOR y cerrar nuestros ojos y mentes al amor y perdón de Dios, pero si en nuestro corazón, sea cual sea nuestra condición espiritual, todavía palpita el temor a Dios y a su Palabra, hay remedio para nuestro mal. El rey David fue uno que experimentó el extravío, pero con fuerza y pasión se arrepintió y volvió, amó y sirvió “conforme al corazón de Dios”.
Ahora bien, la Palabra es nuestra guía segura que nos lleva al SEÑOR, por eso volvamos a nuestro hogar, allí el Padre nos espera, Él nos verá, saldrá a recibirnos y correrá hacia nosotros con los brazos abiertos, nos abrazará y besará, secará nuestras lágrimas de arrepentimiento. Pondrá un anillo en nuestros dedos como coherederos de su casa junto a su Hijo JESUCRISTO; nos revestirá de su justicia y misericordia, y por lo tanto de su perdón. Convocará a todos a los salvados a una gran fiesta y dirá: “Teníamos que celebrar este día feliz. ¡Pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida! ¡Estaba perdido y ahora ha sido encontrado!” (Lucas 15:32; NTV). ¡Levantémonos y sirvámosle con fuerza y pasión!
Oración:
SEÑOR Todopoderoso, aquí estoy con mis rodillas en la tierra, buscándote con fuerza y pasión; hazme como uno de los soldados más pequeños de tu ejército y ayúdame a proclamar tu mensaje de fe, esperanza y amor. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Cuando pensemos que los fracasos de ayer nos han hundido, volvamos al SEÑOR, Él nos dará fuerza y pasión para servirle.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



 

viernes, 24 de mayo de 2013

Amor y paz


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:161-168

Los que aman tus enseñanzas tienen mucha paz y no tropiezan. Salmo 119:165 (NTV)

¿Hasta cuándo los hombres y las mujeres de Dios serán perseguidos? ¿Cuándo podremos vivir en paz? No será por lo pronto…
En efecto, aun, cuando estamos en la segunda década del siglo XXI, el acosamiento a la gente de Dios se ha acentuado ante nuestros ojos: “Cada cinco minutos un cristiano es asesinado por su fe. Cada año 105.000 cristianos  en el mundo son condenados al martirio. Un verdadero holocausto del que se habla muy poco” (NoticiaCristiana.com), e igualmente se nos informa que unos 350 millones de cristianos sufre algún tipo de persecución en el instante en el que hacemos este devocional. Esto no es nuevo, y, probablemente se incrementará según lo afirmado en una conferencia al respecto que se realizó en Roma: “Los buenos serán martirizados. Las persecuciones a los cristianos en el siglo XXI”. El apóstol Pablo le escribió a unos discípulos: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12). En su acotación a esta sección del Salmo 119 el comentarista bíblico Matthew Henry escribió: “Esta ha sido siempre la suerte que ha cabido a los buenos; pero el caso es mucho más grave cuando, como aquí, los perseguidores son los que gobiernan, pues no sólo lleva la espada al costado, sino también la ley, por lo que pueden perseguir a los buenos bajo cualquier pretexto de apariencia legal”.
En esta joya literaria que es el Salmo 119 -un poema a la Palabra de Dios-, el salmista sufre la persecución de enemigos poderosos del gobierno, pero él deposita su confianza en la Palabra de Dios, y en medio de su crisis encuentra amor y paz: “Gente poderosa me acosa sin razón, pero mi corazón tiembla sólo ante tu palabra” (v.161); muchas veces, en los en los momentos de crisis por los que el cristiano nacido de nuevo atraviesa en un mundo injusto, el amor y la alta estima por la Palabra de Dios le dan el verdadero gozo y propósito para vivir: “Me alegro en tu palabra como alguien que descubre un gran tesoro” (v.162); el verdadero hijo de Dios no puede claudicar entre dos pensamientos, como lo dice San Agustín de Hipona: “Dos amores fundaron dos ciudades, a saber: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí propio, la celestial” (La ciudad de Dios, libro 14, cap.28).
Mi versículo ministerial es: “Pero mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios” (Hechos 20:24; NTV). Por eso, en cuanto a vivir y a servir en la vida cristiana a nuestro Señor y Salvador, no cabe la neutralidad, debo amar lo que JESUCRISTO ama, y aunque parezca no muy elegante decirlo, odiar lo que Él odia: “Odio y detesto toda falsedad, pero amo tus enseñanzas” (v.163); el amor y la paz que experimentamos como cristianos nacidos de nuevo en esta vida que se nos ha dado como una prueba, tiene su triunfo en la alabanza a Dios por lo que Él es: “Te alabaré siete veces al día
porque todas tus ordenanzas son justas. Los que aman tus enseñanzas tienen mucha paz y no tropiezan” (vv.164,165); la salvación y la vida cristiana no se imponen por la fuerza, porque el arrepentimiento y el anhelo de recibir de Dios, como mendigos que somos, es voluntario; su gracia es para recibirla por obediencia. Sin obediencia no hay salvación: “Anhelo que me rescates, SEÑOR, por eso, he obedecido tus mandatos” (v.166). Por eso, el amor y la paz que inundan nuestra vida humana y espiritual es por obediencia y sumisión a Dios y a su Palabra: “Obedecí tus leyes, porque las amo mucho. Así es, obedezco tus leyes y tus mandamientos porque tú sabes todo lo que hago” (vv.167, 168).
¿Cómo podemos vivir y mostrar un carácter como el de JESUCRISTO a pesar de las demandas normales en esta vida? ¿Cómo puede ser que un líder cristiano de los perseguidos en la India para darle una muerte segura, diga admirablemente: “No pedimos que oren para que cese la persecución, sino para que Dios nos de fuerzas para serles fieles hasta la muerte”? Sin duda, esos amados han descubierto que amar a Dios y su Palabra, aun en medio de tales circunstancias, los desborda de amor y paz. ¡Bendito y alabado sea el SEÑOR!
Oración:
SEÑOR Todopoderoso, en estos momentos sé que hay cristianos sufriendo por diversas circunstancias en este mundo peligroso de hoy; te pido fuerzas para ellos y que tu mi amado Consolador, ayudes a los que están consolando a otros. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Encontramos  amor y paz para mantenernos en pie, cuando acudimos a SEÑOR por medio de la Biblia y la oración de rodillas.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

 

 

jueves, 23 de mayo de 2013

La paradoja de la oración


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:153-160

Mira mi sufrimiento y rescátame, porque no me he olvidado de tus enseñanzas. ¡Defiende mi caso, ponte de mi lado! Protege mi vida como lo prometiste. Salmo 119:153,154 (NTV)

La oración es una doctrina paradójica porque es un diálogo entre el orante, el ser humano pecador que clama, y Dios, un ser tres veces santo y soberano que lo escucha; entre el ser humano finito y dependiente, con una voluntad corrompida e imperfecta y un Dios santo y soberano que está apartado de todo mal y puede hacer lo que Él se propone a hacer. Y porque su voluntad es agradable, santa y perfecta sabemos que siempre obrará a nuestro favor. Dios responderá a nuestra oración aunque sea con un no, porque tiene el cuadro completo de su Plan para nuestras vidas, Él sabe lo que es mejor para nosotros. Ahora bien, Dios, Ser perfecto, tiene muchos atributos que lo elevan por encima de todo lo que Él ha creado, pero al mismo tiempo, Dios no abandona al ser humano, sino que lo busca en forma individual para convertirse en su Dios personal.
Frente al desafío de lo infinito de Dios, ¿qué puede hacer un ser humano con la pequeñez de una gota de agua en medio del océano? En realidad no puede hacer nada, a no ser que Dios tome la iniciativa y lo invite. Eso es exactamente lo que ha hecho Dios por nosotros al invitarnos a orar: “Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces” (Jeremías 33:3; Reina Valera Contemporánea). En efecto, Dios  se ha puesto a la distancia de una oración, y por paradójico que esto parezca: ¡Funciona!, y con el gran misionero Martin Lloyd-Jones, podemos decir, llenos de admiración: “La oración es, sin lugar a dudas, la actividad más elevada del alma humana. El hombre nunca es más grande que cuando, de rodillas, se halla frente a frente con Dios”.
¿Por qué Dios quiere que oremos? ¿Por qué la insistencia en la oración? En esta joya literaria que es el Salmo 119, un poema dedicado a la Palabra de Dios, la oración ocupa un gran lugar, porque la Biblia y la oración son inseparables. Es más, me atrevería a decir que toda la Biblia es la suma de las historias de hombres y mujeres que oraron. Es la historia de Dios, yendo con ellos en el peregrinaje de sus vidas temporales, no en el horizonte lejano, sino en ese caminar a nuestro lado, todos los días de nuestra existencia aquí, entre el sudor, el sufrimiento y las lágrimas.
Entonces, la oración surge como una expresión de confianza del orante finito ante el Dios Altísimo y Soberano: “Mira mi sufrimiento y rescátame, porque no me he olvidado de tus enseñanzas. ¡Defiende mi caso, ponte de mi lado protege mi vida como lo prometiste!” (vv.153,154); la oración fortalece nuestro caminar con Dios, en contraste con aquellos seres humanos indiferentes, que conviven con nosotros en este espacio temporal: “Los perversos están lejos de ser rescatados, porque no se interesan en tus decretos. SEÑOR que grande es tu misericordia; que el seguir tus ordenanzas me reanime” (v.155,156); la oración es el primer paso para el inicio, desarrollo y perfección de nuestra amistad con Dios, y esto, en amplio contraste con los se burlan y nos persiguen porque menosprecian a Dios y su Palabra: “Muchos me persiguen y me molestan, sin embargo, no me he desviado de tus leyes. Ver a esos traidores me enferma el corazón, porque no les importa nada tu palabra” (v.158).
Por otro lado, la oración es señal de que nos consideramos dependientes de Dios, ahora bien, entre los seres humanos adultos, no debe existir una dependencia absoluta porque puede lesionar nuestra dignidad e impedir nuestro desarrollo como individuos, e inclusive obstaculizar nuestro andar con Dios: “Esto dice el SEÑOR: Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del SEÑOR” (Jeremías 17:5; NTV). Sin embargo,  entre los seres humanos existe y debe existir la interdependencia, ayudarnos los unos a los otros. Pero delante de Dios es diferente porque la dependencia nos salva, libera, transforma, y nos hace “más que vencedores”. En nuestra dependencia de Dios y la guía de su Palabra, nuestra vida encuentra propósito y dirección: “Mira cómo amo tus mandamientos, SEÑOR. Por tu amor inagotable, devuélveme la vida. La esencia misma de tu palabra es verdad; tus justas ordenanzas permanecerán para siempre” (vv.159,160).
¿Cuál sería la razón principal para insistir en la oración? Es esta: La oración no se trata del poder mental de nosotros, mucho menos de nuestra palabras, ni de la naturaleza o poderes invisibles que nos rodean, la oración pone en marcha toda la riqueza, grandeza, misericordia y poder inconmensurable del Dios Todopoderoso, a favor de nuestra pequeñez como seres humanos. Esa es la paradoja de la oración.
Oración:
SEÑOR, estoy maravillado de tu amor, tu gracia y misericordia puestos a mi favor; haz que yo pueda vivir momento a momento bajo tu mano protectora, y que pueda ser portador de esta Buena Nueva a otros. Gracias por dejarme la oración para tener comunión contigo para siempre, hoy como sirviendo al Invisible, pero mañana cara a cara contigo. En el nombre de JESÚS. Amén
Perla de hoy:
Dios  se ha puesto a la distancia de una oración, y por paradójico que esto parezca: ¡Funciona!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

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miércoles, 22 de mayo de 2013

Condiciones para la oración eficaz


Francisco Aular

Lectura devocional: Salmo 119:145-152

Oro con todo el corazón respóndeme, SEÑOR obedeceré tus decretos. Salmo 119:145

No existe nada que esté fuera del alcance del Dios al cual adoramos; no hay ningún secreto para la omnisciencia, “todo lo sabe” y la omnipotencia, “todo lo puede” del SEÑOR. Así, que cuando oramos, aceptamos la invitación de Dios para que lo finito tenga comunión con lo infinito, lo temporal con lo eterno, lo fuerte con nuestra debilidad, la grandeza con nuestra pequeñez. Por eso decía uno de los grandes de la vida devocional E. M. Blounds: “La oración es el contacto del alma viviente con Dios. En la oración, Dios se inclina para tocar suavemente al hombre, para bendecirlo y para incluir todo lo que Él pueda planear o el hombre pueda necesitar”. Otro grande de la predicación  Spurgeon, agrega: “La oración es el delgado nervio que mueve los músculos de la omnipotencia”.
Ciertamente, uno de los temas doctrinales  más relevantes en toda la Biblia es la oración. Los hombres y mujeres que Dios usa en su Palabra son hombres y mujeres de oración. ¡Es asombroso, pero, no hacían nada sin oración! Por tanto, orar no es solamente un deber piadoso de los místicos que se alejan del “ruido mundanal”, sino que la oración es el vehículo que conduce las plegarias delante de Dios en medio de las demandas y pruebas de la vida, y, una bomba espiritual muy poderosa contra los enemigos del SEÑOR, Pablo dijo: “Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. Dios nos ha prometido bendiciones ilimitadas desde el cielo” (Efesios 6:12; NTV).
Por eso mismo el gran Apóstol recomienda que nosotros demos prioridad a la oración: “En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos” (1 Timoteo 2:1; NTV) ¿Por qué debe ser prioritaria la oración en la obra del Señor? Porque solamente en la medida en que oramos, nuestras actividades diarias tienen valor para la eternidad, y lanzamos bien lejos de nosotros el orgullo espiritual de ser los protagonistas, y no el SEÑOR obrando en nosotros, por nosotros, y algunas veces, a pesar de nosotros. Por medio de la oración, humildemente, damos ocasión, en todo tiempo, a que el Padre nos utilice en su Obra como Él quiera dentro de su Plan Eterno. ¡Gracias SEÑOR  por dejarnos la certeza de tu comunión con nosotros a través de la oración!
Así llegamos a esta sección del Salmo 119, en donde el clamor de la oración del salmista abarca toda la estrofa, y nos indica a través de ello, las condiciones de la oración eficaz. Como hemos visto, el salmista exalta la gran ayuda de la Palabra de Dios en todo el comportamiento del ser humano en su breve paso por esta vida; la Biblia y la oración van juntas como textos fundamentales de la escuela de la obediencia a Dios; en efecto, en cualquier circunstancia la oración debe prevalecer, pero, sobre todo, cuando  estamos afligidos, sí, así es cuando mejor debemos buscar a Dios: “Oro con todo el corazón; ¡respóndeme, SEÑOR!  Obedeceré tus decretos” (v.145); la oración es eficaz cuando oramos por nuestra salvación, y con ello, el anhelo de obedecer a Dios y a su Palabra: ”A ti clamo; rescátame para que pueda obedecer tus leyes” (v.146); la oración es eficaz cuando está saturada de las promesas del SEÑOR en su Palabra: “Me levanto temprano, antes de que salga el sol; clamo en busca de ayuda y pongo mi esperanza en tus palabras. Me quedo despierto durante toda la noche, pensando en tu promesa” (vv.147,148); la oración es eficaz cuando tenemos la seguridad del amor de Dios, y con entusiasmo practicamos su Palabra: “Oh SEÑOR, en tu fiel amor oye mi clamor, que el seguir tus ordenanzas me reanime” (v.149); la oración eficaz nos prepara para estar firmes a la hora de la persecución por causa de la Palabra de Dios: “Los que no respetan la ley vienen a atacarme; viven alejados de tus enseñanzas” (v.150); otra condición de la oración eficaz es tener la certeza de que Dios es quien Él dice, según su Palabra, y, que Dios puede hacer lo que Él dice que puede hacer, según su Palabra: “Pero tú estás cerca, oh SEÑOR, y todos tus mandatos son ciertos. Desde los primeros días sé que tus leyes durarán para siempre” (vv.151,152).
En estos días de tantas aflicciones para nosotros los seres humanos, necesitamos como nunca buscar la comunión con Dios, porque solamente buscar a Dios a través de la oración nos conduce a la victoria. Estos son tiempos de clamar por nosotros mismos y pedir que otros oren por nosotros como lo hizo Pablo: “Dedíquense a la oración con una mente alerta y un corazón agradecido. Oren también por nosotros, para que Dios nos dé muchas oportunidades para hablar de su misterioso plan acerca de Cristo. Por eso estoy aquí en cadenas. Oren para que pueda proclamar ese mensaje con la claridad que debo hacerlo” (Colosenses 4:2-4; NTV). En medio de estos días difíciles en los cuales andamos, ¡solamente en la Palabra de Dios y en nuestras oraciones hay esperanza!
Oración:
SEÑOR, en esta hora clamo a ti en busca de tu ayuda, y pongo mi esperanza en tu Palabra. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
En medio de estos días difíciles en los cuales andamos, solamente en la Palabra de Dios y en nuestras oraciones hay esperanza.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?