viernes, 30 de marzo de 2012

Perdón total

Francisco Aular
       
Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades (…) Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen. Hebreos 10:17; Lucas 23:34 (NVI)
Me invitaron a una reunión de liderazgo judeocristiana. El rabino principal de la sinagoga nos dio una conferencia en el marco de la conmemoración de las víctimas de la “Noche de Cristal”, hecho que ocurrió en Alemania el 9 de noviembre de 1938 y que marcó el inicio de los indecibles sufrimientos del pueblo judío durante la dictadura de Hitler. Todavía recuerdo dos frases que nos dijo: “Los judíos tenemos un doctorado en sufrimientos”, y la otra que nos sacudió a  todos al final de su conferencia: “Se debe perdonar, pero no se debe olvidar”.
Muy cierto es que no se debería olvidar lo que ocurrió ese nefasto día y siempre hay que tener presente de lo que es capaz el ser humano fanático y sin Dios. Sin embargo, ¡cuán diferente es el ofrecimiento de la gracia divina hacia nosotros los pecadores! Respecto al más terrible de los crímenes que se haya cometido en esta tierra, cuando Pedro se puso de pie y levantó la voz de los seguidores de JESÚS, dijo: “Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor”.[i]  Sí, Dios nos da un perdón total por nuestros pecados. Aun el pecado más grande –el asesinato de JESÚS, el Santo y Justo- Dios quiso perdonarlo y borrarlo para siempre, y eso quiere decir que nunca más acusará a ninguno de nosotros, los seres humanos, por la muerte del SEÑOR JESÚS, y no sólo eso, a través del arrepentimiento del pecador y la fe en esa muerte por nosotros alcanzamos su perdón y entrada a la vida eterna.
Pues bien, hoy en día JESÚS quiere obrar de la misma manera con cualquier persona que, arrepentida, confiese su culpa y le pide perdón. Dios promete que nunca más se acordará de sus “pecados y transgresiones”. Pero al mismo tiempo quien no cree en esta promesa, es dejado todavía con sus delitos, culpas y pecados y algún día tendrá que encontrarse con JESÚS, no ya como Señor y Salvador, sino como Juez. Por eso, los que hemos aceptado este Regalo de la Salvación y perdón total de nuestros pecados no podemos dejar de anunciar a los demás la gran bendición de poder encontrar únicamente en JESÚS la paz con Dios para siempre. Por eso, acepte ahora el ofrecimiento de la gracia de Dios: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.[ii]De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos”.[iii]

Oración:
Amado Padre Celestial:
Mi espíritu, mi alma y mi corazón te alaban al comienzo de este día. Sé Tú mi Señor y Salvador y mi amigo en todo lo que haga. Tú has recreado tu imagen en mí a través de JESÚS, me has dado un perdón total, tengo paz contigo para siempre. Ayúdame a perdonar a los demás, y perdonarme a mí mismo. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
JESÚS elimina para siempre nuestro pasado culpable y nos da un glorioso futuro de amor y perdón.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


[i] Hechos 3:19 (NVI)
[ii] Juan 14:6 (RV60)
[iii] Hechos 4:12 (NVI)

jueves, 29 de marzo de 2012

¡Alcancé salvación!

Francisco Aular
¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. Hebreos 2:3 (NVI)
JESÚS contó la historia de un hombre rico que murió, y pocos segundos después de su muerte, se encontró con la triste realidad de que nunca había nacido de nuevo y por lo tanto, no tenía vida eterna. Estaba en el lugar de separación eterna de Dios y estando en tormentos estableció una conversación con Abraham, en donde le pidió que enviara a Lázaro, un mendigo que también había muerto en aquella misma hora, pero que tenía vida eterna. Éste fue llevado a la presencia de Dios. Viendo el hombre la felicidad de Lázaro y su estado de justa condenación, se preocupó por cinco hermanos que, como el hombre rico, tampoco tenían vida eterna y pidió que enviara a Lázaro para predicarles cómo podían ellos salvarse de aquella condenación eterna. Esta fue la respuesta que recibió: “…Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:31 RV60).
Como aquellos a quienes JESÚS dirigió estas palabras, nosotros pensamos que nos vamos a quedar en esta tierra para siempre. Pero la verdad de las cosas es que aquí viviremos, tal vez, un máximo de cien años, y moriremos. Pero el ser humano es también un ser espiritual, y esa parte espiritual vivirá para siempre, sea en el cielo o en el infierno. Nosotros somos más responsables hoy que aquellos que oyeron a JESÚS, porque nosotros también tenemos la Biblia que incluye a Moisés y los profetas, más el Nuevo Testamento que nos cuenta que ¡JESÚS murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día! Debido a lo que JESÚS es y lo que hizo por nosotros, el camino de la salvación a través del nuevo nacimiento por la gracia de Dios y nuestra fe en Él, está abierto delante de nosotros.
¿Qué es la salvación? Es la liberación del poder y castigo del pecado que mora en todos nosotros los seres humanos. La Biblia dice: “pues, todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23 NVI), y luego añade: “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23 NVI). Aquí nos dice que ¡la salvación es un regalo de Dios! Este fue el descubrimiento que yo hice hace casi cinco décadas cuando lo leí en la Biblia ¡Qué salvación se nos ofrece para escapar a la condenación eterna en que nacimos! ¡Esto es como encontrar una salida de un edificio en llamas! Tiene razón la Biblia al afirmar: ¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?
Yo era uno de esos que pensaba que la salvación había que ganársela en alguna manera, y desde muy jovencito me quise ganar el cielo por esa vía. Me comparaba con los pandilleros, borrachos y drogadictos de mi barrio, y yo salía bien parado de mi diagnóstico. Sin embargo, yo tenía un gran temor a morirme joven. Cada vez que yo oía que alguien se moría en mi vecindario, me decía a mi mismo: “La muerte pasó bien cerca, y no me vio: ¡qué susto!” Esto se tornaba una pesadilla que me duraba varios días porque mi madre de crianza era la rezandera de la comunidad, y allí estábamos ella encabezando los rezos y yo su compañero respondiéndolos… ¡Yo podía escuchar a los bromistas echar sus chistes y las risas en el patio de la casa del muerto, y yo, lamentaba perdérmelos! Así transcurría mi vida en los tiempos de mi adolescencia.
Pero un precioso día ¡qué día! Leyendo la Biblia, descubrí que yo no era mejor que un hombre que vino una noche a hablar con JESÚS, se llamaba Nicodemo. Aquel hombre era un religioso de los principales del su pueblo judío. Era un hombre intachable. JESÚS, no le reprocha nada. Pero a un hombre de esta estatura religiosa y filosófica, JESÚS le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3 RV60). Luego en otra parte de Juan, JESÚS dice: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6 RV60). Más tarde en la oración sacerdotal de JESÚS, afirma: “Mas no ruego solamente por ésto, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (Juan 17:20 RV60) ¡Esto fue suficiente para mí!, en este versículo Dios me habló. La fe iluminó mi entendimiento entenebrecido. La fe me dio la luz que necesitaba. La fe me invitó a la casa del banquete de Dios. La fe me abrió las puertas del cielo. Abrí las puertas de  mi vida a JESÚS y Su gracia corrió como un río de agua viva por todo mi ser, dándome la salvación. Me arrepentí de todos mis pecados e invité a JESÚS a que fuera mi SEÑOR Y SALVADOR. Me levanté de mis rodillas con la sensación espiritual de que todas mis cargas el SEÑOR me las quitó. Y Su perdón y misericordia, desde entonces ilumina mi ser. Era Semana Santa y no había nadie en mi casa. Me guardé aquel gozo por varios días, bebiendo y comiendo Palabra de Dios hasta que al final, pude decirle a otros, lo que ha sido mi mensaje por 49 años: ¡Alcancé salvación!
Invitación:
Si ha comprendido lo que hemos estudiado hoy ¿le gustaría aceptar el regalo de la vida eterna en JESÚS, y confiar únicamente en Él y alcanzar salvación como dice su Palabra? Si es así. Ore conmigo:
Oración:
Amantísimo Padre Celestial:
En este momento vengo a Ti como lo que soy un ser humano perdido y necesitando de tu salvación. En esta hora me arrepiento de todos mis pecados e invito a JESÚS a ser el SEÑOR Y SALVADOR de mi vida. ¡Gracias Padre, por escucharme! Ayúdame a decirles  a los demás quien eres Tú y lo que has hecho por nosotros. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Hemos nacido en este mundo con el único propósito de llegar a ser hijos de Dios por la obra de JESÚS, como nuestro SEÑOR Y SALVADOR.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 28 de marzo de 2012

Aspectos de la salvación

Francisco Aular
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación. Tito 2:11 (NVI)
“Esto es demasiado bello e inteligente para haberlo inventado el ser humano”… dijo la nueva creyente, cuando le explicaba el plan de salvación. En efecto, la salvación es el plan eterno de Dios por la cual Él, en Su gracia, nos adopta como parte de Su familia para vivir con Él por toda la eternidad. Cuando se habla de la salvación, muchas preguntas surgen espontáneas. Entre ellas: ¿Cómo se obtiene? ¿Qué tenemos que hacer para merecerla? ¿Cuál es el proceso, estado o experiencias por las cuales la persona pasa? Consideremos lo que la Biblia nos enseña.
La salvación se entiende como el propósito misericordioso de Dios según el cual Él hace posible el Nuevo Nacimiento. Él aparta al pecador salvado para Sí mismo, sostiene hasta final a los que son suyos, y después de esta vida humana los glorifica con un cuerpo resucitado para morar con Él para siempre. La salvación es la redención total del ser humano, de todo lo que él es; y se ofrece gratuitamente a todos aquellos que acepten por fe la gracia de Dios, se arrepientan de sus pecados, y acepten el regalo de la vida eterna en JESÚS, y, además, lo hagan Señor y Salvador, ya que con su propia sangre obtuvo la redención eterna del creyente.
Algunos aspectos de la salvación incluyen: la regeneración (nacer de nuevo en una experiencia puntual), la santificación (el proceso de toda la vida) y culmina en la glorificación (un cuerpo resucitado e inmortal en la presencia de Dios para siempre).
El Nuevo Nacimiento o regeneración es una obra de la gracia de Dios por la cual los creyentes llegar a ser nuevas criaturas en JESÚS. Aquí la Palabra de Dios y el Espíritu Santo tienen un papel fundamental; JESÚS le dijo a Nicodemo: Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu (Juan 3:5,6 NVI). Una simbología de la Palabra de Dios en las Escrituras es el agua. Uno nace de nuevo por el poder de la Palabra de Dios, el agua de la vida: Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra (Efesios 5:25,26 NVI). El Nuevo Nacimiento es producido también por el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios. El trabajo del Espíritu Santo se ve a lo largo de las Sagradas Escrituras y en nuestra vida diaria. Él inspiró a los escritores de la Biblia desde la antigüedad. Él ilumina al pecador en tinieblas, lo trae al conocimiento de las verdades eternas, Él le da vida al pecador muerto en sus delitos y pecados (Efesios 2:1). El Espíritu Santo le quita la venda al pecador, lo libera del maligno y lo hace libre. El Espíritu Santo nos bautiza dentro del cuerpo del Señor, y así va poco a poco en el proceso de la santificación, haciéndonos conforme a la imagen de JESÚS en el creyente. Ahora bien, se nos amplia el horizonte cuando comprobamos esta verdad: En el momento de la concepción espiritual Dios pone en el ADN del nuevo nacido, todo lo que el creyente es y será en el reino de Dios. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida (Juan 3:34 RV60). ¿No es esto digno de alabanzas a nuestro Dios? ¡No existen improvisaciones en el plan de salvación! ¡No hay cambios de última hora!
Oración:
Amado Padre Celestial:
¡Me siento lleno de gozo, seguro y desafiado para vivir cada día en esta vida, tu vida que has puesto en mí! En el nombre de Jesús, amén.
Perla de hoy:
Siendo hijo de Dios por el poder de la Palabra y el Espíritu Santo, nada ni nadie podrá quitarme mi herencia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

martes, 27 de marzo de 2012

Escondido en Cristo

Francisco Aular                                            
faular@hotmail.com

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Colosenses 3:3 (RV60)

La seguridad de la salvación que JESÚS ofrece a los cristianos nacidos de nuevo es una doctrina de nuestra denominación religiosa; los reformadores protestantes la proclamaron. La religión oficial en aquellos países, la decretó como herejía en el Concilio de Trento. La ceguera espiritual, el desconocimiento del propósito eterno de Dios trazado en las Sagradas Escrituras, y un inveterado prejuicio teológico -cuando no se tiene la Biblia como la única fuente infalible de la revelación de Dios a los seres humanos-, pudo hacer que, los religiosos de aquellos tiempos, persiguieran, torturaran y llevaran a la hoguera a quienes creían en ésta o en otras verdades bíblicas, las cuales siguieron firmemente, hasta morir por esas convicciones. Aquellos hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas, creían en la seguridad de la salvación, y al igual que Pablo, creían que “sus vidas estaban escondidas en Cristo en Dios”; el mensaje llegó hasta nosotros.
¿En que basamos nuestra seguridad en Cristo? Principalmente, tenemos que recordar dos verdades bíblicas, que demuestran que el verdadero hijo de Dios –que ha nacido de nuevo por el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios- es salvo para siempre, es decir, que el creyente es salvo ahora y lo será por la eternidad futura. La salvación es un regalo de Dios, la salvación no se merece, Dios es quien por gracia salva al creyente: Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera (Juan 6:37 RV60). Dios nos elige y nos da la vida eterna. Ahora bien, la otra verdad es que Dios es fiel, ¿podría Dios arrepentirse, retractarse y borrarnos de su libro de la vida? ¿Comenzaría Él en nosotros una obra redentora basada en su gracia, su perdón y su amor, y no la terminaría de una manera digna de sí mismo? Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? (Números 23:19 RV60). La respuesta a esas preguntas es no, si tenemos la vida eterna (JESÚS mismo viviendo en nosotros nos llevará hasta el final).
Por otra parte, nuestra salvación no se basa en que seamos buenos y hagamos buenas obras, por el contrario, somos salvos por fe, nuestras “vidas están escondidas en Cristo en Dios”, en Cristo podemos hacer todas las buenas obras que Dios ha planificado, de esta manera, Él nos usará en la extensión de su Reino en toda la tierra: Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica (Efesios 2:10). Nuestra salvación desde el principio hasta el fin, no depende de nuestra fidelidad, sino de la del Señor; Él está atento y trabajando para interceder a favor nuestro; Él nos libra de la condenación por siempre (Romanos 8:1,2); Él hace que todas los problemas, sufrimientos y pruebas de esta vida, obren para nuestro bien (Romanos 8:28); Él hace que yo esté libre de toda acusación condenatoria (Romanos 8:33,34); Él hace que nada ni nadie me pueda separar de su amor por mí (Romanos 8:35-39); Él tiene el poder de salvarnos enteramente, es decir, hasta que nos lleve a la casa del Padre: Jesús puede salvar para siempre a los que quieren ser amigos de Dios por medio de él, pues vive para siempre y constantemente está pidiendo a Dios por ellos (Hebreos 7:25. LBLA). ¿Cuál entonces es nuestra respuesta a la seguridad de la salvación? Vivir llenos de gratitud y amor por JESÚS y apartados del mal para su honra y gloria.

Oración:
Escogido fue de Dios
En el Amado.
En lugares celestiales
Su bendición me dio.
Antes de la creación
El plan fue hecho.
Por su santa voluntad.
Escondido en Cristo estoy,
Nada me apartará,
Y las fuerzas de este mundo
No me podrán dañar.
Vivo y ando en esta vida
Con seguridad,
Porque me escogió
Mi Dios.
Escogido fui de Dios, Víctor Garrido, Himnario Bautista # 326,  CBP, el Paso Texas, 1986
Perla de hoy:
Como en los antiguos mapas que conducían al Oeste, puede ser, que algunas veces nos desviemos, pero regresamos a la ruta de nuevo, así que, mantengámonos en Él para que nos guíe a Puerto Seguro.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


lunes, 26 de marzo de 2012

¿Por qué amo a Israel? (3)

Francisco Aular

Entonces fui testigo de un suceso de gran importancia en el cielo. Vi a una mujer vestida del sol, con la luna debajo de los pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza. Estaba embarazada y gritaba a causa de los dolores de parto y de la agonía de dar a luz. Apocalipsis 12:1,2 (NTV)
¿Por qué amo a Israel? Porque Dios está obrando, delante de todos nosotros, reuniendo a su pueblo antes esparcido por todo el mundo para cumplir su Palabra profética. ¡Israel tendrá un final glorioso hacia el final de la historia!: “En aquel día yo convertiré a Jerusalén en una roca inamovible” (Zacarías 12:3 NTV). Israel y Jerusalén hoy y en el futuro próximo, ¡son inamovibles! Son muy pesados de mover a pesar de estar rodeados de enemigos que quieren “borrarlos del mapa”, sin embargo, no podrán. Como lo afirma el doctor E.D. Dobson, gran especialista en profecías bíblicas: “La existencia del estado de Israel junta la profecía bíblica con la historia moderna, como no se había visto desde los tiempos del Nuevo Testamento. La reunión de los judíos en Israel y su existencia como nación es el evento profético más importante desde que JESÚS ascendió al cielo” (The End, Zondervan Publishing House, 1997, p.44). ¡Maravilloso porque le llevó a Israel su glorioso retorno como nación moderna, solamente tres años! He sido testigo del cumplimiento de estas profecías y por eso, ¡amo a Israel! He visto y seguido la lucha de Israel conscientemente desde 1967, cuando la Guerra de los Seis Días, la cual seguí por radio y prensa. ¡El triunfo de Israel es mi triunfo!
He visto el asombroso cumplimiento de la profecía del profeta, cuando anunció: “Los plantaré firmemente allí en su propia tierra. Nunca más serán desarraigados de la tierra que yo les di”, dice el SEÑOR tu Dios” (Amós 9:15 NTV). En efecto, como lo dijo Zacarías: “Todas las naciones se reunirán en contra de ella para tratar de moverla, pero sólo se herirán a sí mismas” (12:3). Y por lo tanto, ¡será mejor que no se metan con los judíos ni con nosotros la iglesia porque somos uno!: “No ofendan a los judíos ni a los gentiles ni a la iglesia de Dios” (1 Corintios 10:32 NTV).
Pues bien, por otra parte, nuestro pasaje de hoy nos hace preguntar, ¿quién es esta maravillosa mujer en el cielo? Comienzo por decirle quien no es. No es la virgen María. Ciertamente María dio a luz a JESÚS y por ella es “bendita entre todas las mujeres”, pero una buena exégesis de este pasaje bíblico, y a la luz de toda la revelación divina, no la describe a ella. Tampoco es la iglesia. Si fuese así, la mujer daría a luz a JESÚS, pero, por el contrario, JESÚS dio a luz a la iglesia. Por lo tanto, no es la iglesia. Nos queda solamente una verdad, respaldada por una sana interpretación y de acuerdo a las reglas hermenéuticas: La mujer es Israel.
En efecto, JESÚS vino de la nación de Israel. Israel es la “mujer encinta con dolores de parto”, el sufrimiento ha sido una constante de Israel desde su nacimiento como nación: “Como la mujer encinta se retuerce y grita de dolor mientras da a luz, así estábamos en tu presencia, SEÑOR.  También nosotros nos retorcemos de agonía,  pero nuestros sufrimientos no resultan en nada. No le hemos dado salvación a la tierra,  ni le trajimos vida al mundo” (Isaías 26:17,18 NTV). Sin embargo, Apocalipsis 12: 2, describe el nacimiento del Mesías a través del remanente fiel de Israel. Ciertamente, con Juan podemos afirmar: “Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios” (Juan 1:9-13 NTV). De esta manera, Dios nos trajo al Mesías a través de su pueblo escogido, por todo esto: Amo a Israel.
Un último pensamiento: Los días que vivimos son peligrosos, y estamos regresando al nazismo y a su odio a los judíos. ¿Qué estamos haciendo los cristianos nacidos de nuevo por Israel?: “Oren por la paz de Jerusalén; que todos los que aman a esta ciudad prosperen”. Hoy en día, en Israel viven tanto los israelitas como los palestinos. Oremos por ellos, especialmente por los cristianos que esperan y anhelan el cumplimiento final de las profecías. Mientras tanto, me viene a la mente el poema del pastor protestante Martin Niemüller -aunque él sí protestó y estuvo en un campo de concentración-, por asumir una actitud valiente contra aquella nefasta dictadura de Hitler, quien escribió así:
Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.
¡Que mi silencio no sea cómplice cuando vea la injusticia hacia mi prójimo!
Oración:
SEÑOR de los ejércitos celestiales, aquí estoy frente a tu gracia al contarme por fiel y ponerme en la posición de ser tu hijo. No me elegiste por ser lo suficientemente bueno, sino porque en JESÚS, la justicia y la misericordia se besaron. Ayúdame a proclamar mi amor por lo que tú amas, y rechazar lo que tú, rechazas. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
La reunión de los judíos en Israel y su existencia como nación es el evento profético más importante desde que JESÚS ascendió al cielo.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?



viernes, 23 de marzo de 2012

¿Por qué amo a Israel? (2)

Francisco Aular
Haré que Jerusalén sea como una bebida embriagante que causa que las naciones vecinas se tambaleen cuando envíen a sus ejércitos para sitiar a Jerusalén y a Judá. En aquel día yo convertiré a Jerusalén en una roca inamovible. Todas las naciones se reunirán en contra de ella para tratar de moverla, pero sólo se herirán a sí mismas. Zacarías 12:2,3 (NTV)
¿Por qué amo a Israel? Porque creo en el pacto que Dios hizo con Abraham: “Bendeciré a los que te bendijeren, y maldeciré a los que te maldijeren” (Génesis 12:3). De hecho, JESÚS se caracterizó por su amor a Israel y hasta sus enemigos lo sabían; en una ocasión cuando el Señor JESÚS entró en Capernaúm se le acercaron los líderes religiosos judíos, rogándole que sanase al siervo de un centurión. Ellos vinieron a JESÚS y le dieron los motivos por los cuales debería hacer aquel milagro: “Porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga” (Lucas 7:5). Así que, vemos que el trato de Dios con las naciones gentiles está signado por la promesa del Pacto Abrahámico: “Bendeciré a los que te bendijeren, y maldeciré a los que te maldijeren” (Génesis 12:3).
Ciertamente, los juicios divinos y la consumación de sus profecías se basan en el amor de Dios por Israel: “Después de un período de gloria, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo: Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión” (Zacarías 2:8 NTV). En lengua hebrea eso quiere decir: Cualquiera que te toca, toca la niña de mi ojo. En cierta ocasión escuché un mensaje sobre este tema al doctor Adrian Rogers, y él decía, estas palabras de advertencia: “Serías muy tonto y te encontrarías en un terreno muy peligroso si pronunciaras una maldición contra Israel. Debemos bendecir lo que Dios ha bendecido, amar lo que Dios ha amado y orar por Israel.” ¿Qué les ocurrirá a los enemigos de Israel?: “Haré que Jerusalén sea como una bebida embriagante que causa que las naciones vecinas se tambaleen cuando envíen a sus ejércitos para sitiar a Jerusalén y a Judá” (Zacarías 12:2 NTV).
¿Por qué amo a Israel? Porque Dios usó a este pueblo para ser depositario de la revelación divina. En efecto, JESÚS dijo a la mujer samaritana: Ustedes, los samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos, porque la salvación viene por medio de los judíos” (Juan 4:22 NTV). En el Pacto Abrahámico Dios prometió: “…Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra…”. De esta manera, ya no existe separación entre el judío que viene al mesías JESÚS y el gentil (el no judío, como somos la mayoría de los que estamos en la iglesia de Señor): “Y el plan de Dios consiste en lo siguiente: tanto los judíos como los gentiles que creen la Buena Noticia gozan por igual de las riquezas heredadas por los hijos de Dios. Ambos pueblos forman parte del mismo cuerpo y ambos disfrutan de la promesa de las bendiciones porque pertenecen a Cristo Jesús” (Efesios 4:12 NTV).
¿Por qué amo a Israel? Porque a través de esta nación vino el Mesías prometido: ¡JESÚS, mi Señor y Salvador! He recibido por medio de este pueblo, la Biblia la Palabra de Dios; he llegado a conocer a JESÚS, y si amo a JESÚS, entonces, debo amar al grupo étnico del cual provino en cumplimiento de más de trescientas profecías. JESÚS es el único Ser Humano que  se le dio a escoger el lugar donde debería nacer, vivir y morir, y Él eligió al pueblo judío; nació de madre judía; todos sus apóstoles fueron judíos, en fin, digo como Pablo: “Por mi pueblo, mis hermanos judíos. Yo estaría dispuesto a vivir bajo maldición para siempre —¡separado de Cristo!— si eso pudiera salvarlos. Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas. Abraham, Isaac y Jacob son los antepasados de los israelitas, y Cristo mismo era israelita en cuanto a su naturaleza humana. Y él es Dios, el que reina sobre todas las cosas, ¡y es digno de eterna alabanza! Amén.” (Romanos 9:3-5 NTV)
Oración:
SEÑOR de los ejércitos celestiales, gracias por venir a salvarnos desde el cielo, y comprarnos un lugar cerca de ti, al costo de tu sangre preciosa como la de un Cordero sacrificado por cada uno de nosotros sean judíos o gentiles. Ayúdame a amar a Israel con tu amor, en el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Algunos líderes internacionales actuales, desean “borrar del mapa” al pueblo judío, sacarlo de la tierra de sus antepasados; pero tropiezan y tropezarán con el Pacto de Dios con Abraham hasta el final de la historia.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

jueves, 22 de marzo de 2012

¿Por qué amo a Israel? (1)

Francisco Aular
“Haré de ti una nación grande,  y te bendeciré;  haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan;  ¡por medio de ti serán bendecidas  todas las familias de la tierra!”Génesis 12:2,3 (NVI)
El pararrayos de las tormentas pasadas y actuales en la historia de la humanidad es Israel. Querámoslo o no, esta nación es el ombligo del mundo. En efecto, al leer las profecías bíblicas, descubrimos que Israel es el centro de ellas en las predicciones sobre el futuro de la tierra. Usted no puede leer la prensa de hoy y no reconocer que Israel está en los titulares más resaltantes. Para bien o para mal, Israel es noticia; está en la escena y allí seguirá.
Ahora bien, usted puede maldecir o bendecir a Israel, como el vidente famoso de la antigüedad, Balaam (Números 22-24). ¡Qué historia! Balaam intentó maldecir tres veces a Israel y Dios convirtió esas maldiciones en bendiciones para su pueblo.  Es posible que usted haya leído un rótulo que dice: “¡Cuán raro es de parte de Dios elegir a los judíos!” Pero lo cierto es que los cristianos bíblicos no podemos hacer a un lado el panorama profético cuyo centro es Israel. Israel es el pueblo elegido por Dios y así se lo hizo saber a Abram: “El Señor le dijo a Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Tal vez se pregunte, ¿por qué Dios eligió a este pueblo? Digamos que la elección eterna, según A. H. Strong -uno de los grandes estudiosos de la Biblia-: “Es el acto de Dios por el cual en su soberana benevolencia y sin atender a ningún mérito previsto que ellos hubieren de hacer, escoge algunos de entre el número de los pecadores, para que lleguen a ser recipiendarios de la especial gracia de su Espíritu y, por ende a ser hechos partícipes voluntarios de la salvación obtenida por Jesucristo” (Citado por el doctor Francisco La Cueva en su libro Doctrinas de la gracia). Israel fue elegido como pueblo de Dios al igual que nosotros hemos llegado a conocer la salvación, y a ser llamados “hijos de Dios” (Juan 1:12).
Pues bien, con la misma regla que Dios mide a Israel nos mide también a nosotros: “Nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). ¡Israel es la vara de medir de Dios! Dio no nos elige por ser buenos, sino para mostrarnos su gracia. ¡Israel es un milagro de la gracia y la misericordia de Dios y nosotros también lo somos! ¡Israel le ha fallado a Dios y nosotros también le hemos fallado! ¡Israel ha recibido sufrimientos disciplinarios de parte de Dios y nosotros también!: “Porque el Señor al que ama disciplina: ¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo: “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrija. Pues el SEÑOR disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo” (Hebreos 12: 5,6 NTV).
Hace algunos años escuché al doctor Pynchas Brener,  rabino principal de la Unión Israelita de Caracas, con el sentido de humor que lo caracteriza, decir: “Un niño judío le preguntó a su abuelo: Abuelito ¿Nosotros somos el pueblo elegido de Dios? Sí, le respondió el anciano…, el niño dijo entonces, ¿por qué hemos sufrido tanto, no sería mejor que Él eligiera a otro pueblo?…” Es verdad, viendo la historia de Israel algunos podemos pensar que Dios le ha dado la espalda a esa nación. ¡De ninguna manera!, el plan final para este amado pueblo define el propósito de Dios para Israel. El apóstol Pablo escribió: “Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los israelitas lleguen a ser salvos” (Romanos 10:1 NTV). ¡Esta oración del gran judío misionero está en pie y me uno a ella de todo corazón para bendecir a Israel y recibir la bendición del Padre! Y con el salmista digo: “Que el SEÑOR te bendiga continuamente desde Sión;  que veas prosperar a Jerusalén durante toda tu vida. Que vivas para disfrutar de tus nietos. ¡Que Israel tenga paz!” (Salmo 128:5,6 NTV).
Sin embargo, todavía es necesario que Israel pase por grandes pruebas, y sea menospreciado delante de las naciones; pero sus enemigos serán derrotados. ¡No prevalecerán los enemigos de Israel y sus maldiciones se volverán contra ellos! Ese día ya se acerca y se cumplirá lo dicho por el profeta: “En aquel día el SEÑOR su Dios rescatará a su pueblo,  así como un pastor rescata a sus ovejas. Brillarán en la tierra del SEÑOR como joyas en una corona. ¡Qué espléndidos y hermosos serán!  Los jóvenes florecerán con la abundancia de grano  y las jóvenes con el vino nuevo”  (Zacarías 9:16,17 NTV).
Oración:
SEÑOR de los ejércitos celestiales, tú sabes que los días en que vivimos son días peligrosos, nuestra lucha no es contra otros seres humanos, nada más: Es contra los poderes satánicos que mueven a las naciones de hoy, sin embargo, tú no eres hombre para mentir ni hijo de hombre para variar tus promesas, yo creo en todas ellas. ¡Tú protegerás a tu pueblo! Ayúdame a proclamar que vienen días de triunfo, de esperanza y de la victoria final. En el nombre en JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
¡No prevalecerán los enemigos de Israel y sus maldiciones se volverán contra ellos!
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento a obedecer?
¿Existe un pecado a evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


miércoles, 21 de marzo de 2012

Amor supremo por JESÚS

Francisco Aular
  
Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Gálatas 6:17b. (RV60)

¿Qué tipo de marcas llevaba Pablo en su cuerpo? Una cosa es segura, no eran los “estigmas” que le salieron a San Francisco de Asís, ni al padre Pío, ni cualquier otro síntoma de un misticismo religioso. No. Pablo se refería a sus sufrimientos por llevar el mensaje de salvación y de la gracia de Dios a su generación. El apóstol Pablo no vivió en un convento, ni hizo un una suma de la teología cristiana en un castillo de marfil, la pasión evangelizadora del Apóstol de los gentiles, lo llevó a hablar de la unión de todos los cristianos con Cristo por medio del nuevo nacimiento; también habló del señorío de Cristo, es decir, JESÚS es el SEÑOR y nosotros simplemente sus esclavos; así que las “marcas del Señor Jesús” son tanto corporales como espirituales, por eso dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20 RV60). Pablo pertenecía a JESÚS en espíritu, alma y cuerpo.
Saulo de Tarso había sido un hombre marcado por la religión, un judío tan conservador que estaba dispuesto a encarcelar o a matar a los primeros cristianos al considerarlos una amenaza a sus creencias ancestrales, pero al tener un encuentro con JESÚS en el camino a Damasco, “repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo y cayendo en tierra oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hechos 9:3-4). En aquel momento, Saulo preguntó de rodillas “¿Quién eres Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hechos 9:5). Desde ese día, las marcas de la religión se convirtieron en las marcas de una relación que lo sellaron espiritualmente como el apóstol Pablo. ¡El fue el último de los apóstoles! Pero esas marcas de JESÚS lo honraron de una manera indiscutible como el hombre más importante del cristianismo después de JESÚS.
En efecto, Pablo se entregó enteramente a extender el reino de Dios, y a fundar las agencias de ese reino, las iglesia locales, que lo siguen siendo hasta el día de hoy. ¿En qué manera vemos la pasión por JESÚS que Pablo mostró? Pablo estaba marcado por la humildad de JESÚS. No buscó alabanzas humanas, aunque tenía la influencia de tres culturas: la hebrea, la griega y  la romana; hablaba cuatro idiomas: el arameo, el hebreo, el griego y el latín. El arameo, el idioma del calor de la familia, el hebreo, el idioma de la religión, el griego, el idioma de la ciencia y la filosofía, y el latín, el idioma del imperio y de las leyes. Sin embargo, pudo decir: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz del Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” (Gálatas 6:14). Y también señaló: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancias, las he estimado como pérdidas por amor de Cristo (…) mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7,8 RV60).
Me puedo imaginar al apóstol Pablo caminando por aquellas calles antiguas, todos lo reconocían, judío, de baja estatura, de contextura delgada por sus frecuentes ayunos; aquel pequeño cuerpo había sufrido tribulaciones, necesidades, angustias, azotes, cárceles, tumultos, trabajo, abandono de sus amigos y hermanos en la fe, persecución de parte de los judíos que lo acusaban de traidor; sufrió de hambre con frecuencia, a veces, no tenía dónde dormir; sus compañeros de celdas eran alimañas y ratas; sumemos a esto que la dictadura de Nerón no tenía piedad de ese hombre y estaba destinado a muerte; me quedo corto en añadir todos esos sufrimientos, y a todos ellos se suma también la inmensa soledad, “todos me han dejado” (2 Timoteo 4:16). Mientras espera su muerte, escribe: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:13. ¡Ese es su amor supremo por JESÚS!
Oración:
Padre eterno:
¡Ah, Señor, qué poco he sufrido por tu causa! Que yo no tenga en vano el sufrimiento de aquéllos de ayer y de hoy por llevar tu mensaje. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
Nada ni nadie puede detener a un hombre o una mujer marcados para JESÚS.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?