miércoles, 29 de febrero de 2012

Más allá de la duda

Francisco Aular
faular@hotmail.com

— ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro? Mateo 11:3 (NVI)

Definitivamente, Juan el Bautista fue un hombre excéntrico. Su nacimiento fue milagroso, y seguramente, aprendió la historia de su pueblo Israel en las piernas de su padre Zacarías, un sacerdote. Su crecimiento fue a cielo descubierto, el sol le había curtido la piel porque la bóveda celeste era el único techo sobre su cabeza. En su juventud no bebió vino ni sidra como los demás hombres. Andaba por el desierto buscando la dirección de Dios, porque sabía, desde muy pequeño, que él era el mensajero que abriría el paso a JESÚS. Dice la Biblia que “Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langosta y miel silvestre” (Marcos 1:6).
La carrera ministerial de Juan el Bautista fue la mejor para su cometido profético, llamó al arrepentimiento, bautizó a los creyentes e hizo discípulos. También bautizó a JESÚS. Juan debió quedarse admirado en el momento del bautismo de JESÚS, porque los cielos se abrieron y él vio al Espíritu Santo que en forma de paloma se posó sobre Jesús. Claramente oyó la voz de Dios que decía, “Tú eres mi Hijo amado y en ti tengo complacencia”. La predicación de Juan era apasionada y no podía ver el mal sin condenarlo, viniera de donde viniera. Todo hubiera ido bien para él, si no  se hubiera metido con el terrible Herodes Antipas de Galilea. Públicamente, lleno de valor y osadía, condenó la conducta de aquel déspota oriental; Herodes se vengó y Juan fue arrojado a la cárcel. Condenado a una muerte segura, el ministerio de Juan se terminó de una manera inesperada.
Encerrado Juan, repasa su vida. Está completamente seguro que dada todas las circunstancias proféticas, JESÚS es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", pero en una de esas oportunidades lo ataca la duda. Les aclaro algo antes de continuar, no estoy aquí para juzgar a Juan, más bien, hago este relato para agradecerle ese gesto de sinceridad que tuvo, y que nos ha ayudado a los más pequeños del Reino, a saber que la duda no es un pecado imperdonable, por el contrario, cuando la duda tiene como finalidad la búsqueda de la verdad para seguirla, entonces es necesaria y bienvenida.
Juan acude directamente a JESÚS con su duda y nosotros debemos hacer lo mismo: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” La respuesta de JESÚS está basada en sus hechos: “—Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas” (Mateo 11:4,5 NVI).
Según sus rasgos biográficos, es posible que a Juan el Bautista, predicador lleno de fuego y de juicio, le hubiera gustado otra respuesta, como por ejemplo: “Juan espérame allí. Voy a convocar los ejércitos celestiales y le voy a enseñar a ese Herodes quien somos nosotros, los revolucionarios del momento…”, ¡pero no fue así!, más, aún, su respuesta es “¡toda la misericordia de Dios está en marcha para salvar a los pecadores!”.
Cuando los discípulos de Juan se marcharon, el SEÑOR alabó a Juan el Bautista, y lo hizo en gran manera:Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista…” (Lucas 11:11a NVI). Juan era el mensajero del Altísimo, por cierto, Juan sería el último de los profetas, aunque él no tenía, como nosotros ahora, un cuadro completo del propósito final de la venida de JESÚS a la tierra. No sabía Juan que el secreto de la venida de JESÚS fue y es para establecer una nueva relación con el ser humano pecador. Dios había llegado en JESÚS a transformar el mundo, no por medios violentos, sino por medio del amor. El reino de Dios había llegado. En este mundo los hombres son grandes por sus posesiones y poder, pero en este reino, cuyo fundador es JESÚS, las distinciones se miden por otra regla:”Sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él” (Lucas 11b).
Todos los que llegamos después de Juan el Bautista por aceptar el regalo de la vida eterna en JESÚS por su muerte en la cruz del Calvario somos, por así decirlo, más grandes que los que alcanzaron misericordia solamente por la promesa. Podemos decir como el otro que dudaba, el apóstol Tomás, al contemplar a JESÚS resucitado de la muerte: “¡Señor mío y Dios mío!”… “Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:28,29 RV60). Es decir, felices los que van por respuestas, y al recibirlas, alaban a Dios porque están más allá de la duda.

Oración:
Amado Padre:
Cuán hermoso es morar bajo tu protección y guía. Sabemos que tu Palabra es la verdad, ella es confiable y segura. Ayúdame a compartir la certeza de la fe, la esperanza y el amor que depositaste en mí. En el nombre de JESÚS, amén.
Perla de hoy:
JESÚS y su Obra es la respuesta más segura en las tormentas de duda.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?












martes, 28 de febrero de 2012

Como pecadores arrepentidos

Francisco Aular

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Marcos 2:17

Absorto en mis pensamientos, problemas y sufrimientos, ajeno a todo cuanto había a mi alrededor, tardé en percibir el fulgor de su presencia. Allí estaba a mi lado, mi Señor y Rey, presente en todo lo que hago, aun antes de nacer, pero su gracia es mayor en situaciones especiales de mi vida.
Me miró fijamente desde la remota profundidad del tiempo, y con voz cálida y plena de afecto, sentí, en lo sensible de mi espíritu, que me dijo: “¿Sabes que te escogí para mi servicio desde el vientre de tu madre? ¿No fui yo el que te tomó de la mano derecha y te llevó al hospital cuando eras un niño de nueve años y estuviste enfermo?”. Siguió diciendo, “¿quién crees que puso en el corazón de aquel médico el mismo tipo de sangre que la tuya, y, además, el amor como para que compartiera su sangre contigo?” Y así fue enumerándome una a una sus bendiciones para conmigo. Agradecido, iba a decirle muchas cosas, pero Él continuó: “¿Por qué te empeñas en librar tus combates sin llamarme? ¿Por qué no confías en mí? ¿Es que acaso no he estado a tu lado en peores circunstancias, aconsejándote y ayudándote a vencer las dificultades? ¿Te llamé acaso porque tú fueras justo? ¿Me escogiste tú a mí, o fui yo quien tomó la iniciativa de abandonar la gloria por ti? Tu indiferencia es una ofensa al amor que te tengo".
Me sentí avergonzado. Todo cuanto me dijo era cierto. No pude responderle, pero tampoco era necesario, pues Él conoce mis pensamientos y responde a mis preguntas antes de que yo llegue a formularlas. Mi amado SEÑOR cada vez que comienza algo lo termina, así que prosiguió: "Mi Palabra, en vez de alimento y disciplina para tu alma y espíritu, sólo es una herramienta para ti. Te sientes solo porque tu fe es frágil. Crees en mí, pero dudas. Admites mi existencia, pero tratas de resolver tú solo las situaciones que no puedes controlar sin mi ayuda. Crees, pero más con temor que con esperanza. Te quedas a medio camino entre tus temores y mi ayuda. No terminas de entregarte a mí con todas tus penas y tus alegrías, con tus angustias y temores, con tus virtudes y debilidades; con todo tu ser".
Aquella mañana, en mi tiempo devocional, comprendí que había muchas cosas que no estaba confiándole a JESÚS. Trabajaba para Él, pero estaba lejos de Él. Las notas y letra de uno de mis himnos favoritos, otra vez, cobraron vida para mí, y las canté en profunda adoración: "Él conmigo está, puedo oír su voz, y que suyo dice seré; / Y el encanto que hallo en Él allí, con nadie tener podré". Me humillé y nuevamente, recordé de dónde había venido, de dónde, Él por su gracia, me había salvado. No había nada bueno en mí, excepto, su Espíritu. Sentí triunfo al saber que yo soy de Él, y derramé lágrimas de gozo delante de su presencia y de su Palabra. El bálsamo de la seguridad de mi salvación fue derramado sobre mi cabeza y cubrió todo mi ser de pecador arrepentido. Porque como lo dijo el apóstol Pablo después de mucho años de conocer al Señor: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero" (1 Timoteo 1:15b). Ciertamente, Él ha venido para que gente como tú y como yo, le sirvamos a pesar de todo lo que somos. Así es Él.

 Oración:
Padre amado: ¡Gracias por llevarme de tu mano y no dejarme! Aquí estoy pidiéndote que me des tu gracia para seguir avanzando hacia lo que debo ser como tu hijo. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
Alabe al Señor por su presencia en nuestros esfuerzos en el Reino, a pesar de nuestras imperfecciones de cristianos en construcción.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?




lunes, 27 de febrero de 2012

La bendición de Dios

Francisco Aular

El Señor te bendiga y te guarde;  el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz. Números 6:24-26 (LBLA)

­­­­­­­Una mujer entre la cuarenta y cincuenta años, viene a mi consulta. Es una profesional. Su sufrimiento es evidente, el hogar roto, lo hijos adolescentes que la preocupan, y la situación económica que no la deja levantar cabeza, éstas, y otras cosas más son las que la inquietan. Me doy cuenta que la señora tiene mucho conocimiento religioso, pero ignora por completo lo que dice la Palabra de Dios en cuanto a la salvación eterna. La escucho con mucho cuidado y simpatía, después, reviso con ella la Palabra de Dios, de vez en cuando me interrumpe sólo para decirme: “¡Increíble pastor, ése es mi caso!”, o eleva la voz para decir: “¡Yo no sabía que eso estaba en la Biblia!”. Al finalizar, me agradece el tiempo que le he dedicado, y estrechándome la mano me dice: “¡Creo que Dios ha permitido mi sufrimiento para tener la bendición de llegar a conocerlo a usted y al SEÑOR!
El texto de nuestro devocional hoy consta de 29 palabras, y en él  se usa tres veces el sagrado vocablo SEÑOR, para referirse al Dios Todopoderoso. Esta es la bendición del sacerdote sobre el pueblo de Dios y abarca tres aspectos: “El SEÑOR te bendiga”. Es la protección de Dios en lo individual para todos aquellos que lo buscan. Luego sigue: “El SEÑOR te mire con agrado y te extienda su amor”. Es la gracia de Dios en acción sobre el pecador. Luego concluye: “El Señor te muestre su favor y te conceda la paz”. Esta no es la paz que buscan los hombres de un lado a otro en estos días en la tierra. El concepto aquí es la bendición de Dios de manera completa y total sobre el ser humano, y que hace que la paz de Dios no llegue a sus hijos después de la tormenta, sino, que en medio de la tormenta no se desespera, y descansa únicamente en Dios para su sostén al pasar por las pruebas y el sufrimiento.
Felizmente, Dios es amor y podemos pedir la protección divina para nosotros y para nuestros familiares. Podemos estar seguros  de que Dios es capaz de cuidarlos y llenarlos de su favor, iluminarlos con su luz protectora y darles esa paz tan necesaria en un mundo lleno de violencia, de guerra y de muerte.
El profeta Isaías expresa la confianza que cada uno de nosotros puede hacer suya: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Oración:
SEÑOR, te ruego bendigas a mi familia, a mis parientes, a mis amigos; a mis compañeros de trabajo, vecinos y conocidos. En el nombre de JESÚS. Amén.
Perla de hoy:
El SEÑOR nos bendice para que nosotros podamos bendecir a otros.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


viernes, 24 de febrero de 2012

Alegría: la fuerza del amor

Francisco Aular
faular@hotmail.com

¡Vivan con alegría su vida cristiana! Lo he dicho y lo repito: ¡Vivan con alegría su vida cristiana! Filipenses 4:4 (La Biblia en lenguaje actual)

Hoy haré todo con la alegría que Dios puso en mí el día en que nací de nuevo, porque el gozo o la alegría del cristiano nacido de nuevo es inseparable de la obra del Espíritu Santo: “Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17. NVI). Una de las nueve cualidades que componen el fruto del Espíritu es la alegría en el cristiano “con gozo del Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 1:6 RV60). La Biblia me dice que una de las características de los primeros cristianos era la alegría contagiosa que poseían: “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo” (Hechos 13:52 RV60).
Hoy mostraré a los que me rodean que no es el propósito de Dios que el ser humano viva una vida negativa, derrotada y miserable. Sé que algunos piensan que el ser cristiano es vivir siempre con la cara larga, triste, retraído y que solo espera morirse para ser feliz en el más allá. Contrario a esto, la Biblia afirma que Dios quiere que vivamos con alegría una vida hasta lo máximo, hasta la plenitud, JESÚS dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10b. NVI).
Hoy diré a los que me rodean que la alegría que ven en mí es la fuerza del amor de Dios en todo mi ser. Es un gozo que también está unido al hecho de que JESÚS es mi SEÑOR Y SALVADOR. ¡Qué hermoso es vivir para JESÚS!, y tener plena confianza en sus Promesas:Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa” (Juan 15:11. NVI). Por otro lado, la alegría del mundo es pasajera porque su propósito es distraerme, divertirme y muy a menudo es producto de los placeres pecaminosos del mundo, el demonio y la naturaleza pecaminosa en todo ser humano.
Hoy me empino y extiendo mis brazos hacia el cielo en señal de gratitud a mi Dios eterno quien tuvo misericordia de mí. No merecía su salvación hace 45 años, cuando vine a Él. Todavía esa salvación no la merezco, ni la mereceré, por eso, es un regalo que el Padre nos ha dado en JESÚS. Mucho menos merecía el hecho de que el Espíritu me diera dones y pusiera en mí cualidades desconocidas, como su Amor, a través del fruto del Espíritu Santo. Cualquiera sea la situación que me toque vivir en medio de un mundo que no tiene arreglo, en medio de los problemas y tempestades de la vida, no pierdo de vista lo que el SEÑOR me prometió: “En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: — ¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:37,38. NVI).
Hoy me fijo en su Promesa y tengo fuerzas para vivir en ella. No se me promete un riachuelo ni un goteo, sino “ríos de agua viva”, cuyas aguas no se comparan, ni siquiera, con la maravilla de las Cataratas de Niágara. No, yo no estoy aquí para andar quejándome por todo, y echándole la culpa a otros por lo que me ha sucedido. No dejaré que nadie haga en mí basura que tape esa corriente de agua viva para otros.
Hoy dejaré que esos ríos de aguas vivas circulen a través de mí para calmar la sed de los demás seres humanos de mi generación. No lo haré en mis propias fuerzas, sino con la alegría que es la fuerza del amor.

Oración:
“Señor JESÚS, gracias por amarme y darme el gozo de la salvación, que nunca acaba y que no depende de las circunstancias por las que paso. ¡Gracias JESÚS por esta salvación y ayúdame a serte fiel! En el nombre de Jesús. Amén.

Perla de hoy:
La felicidad es nuestra cuando permitimos que la alegría de JESÚS, sea nuestra por la fe.

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


jueves, 23 de febrero de 2012

SEÑOR, ¿por qué a mí?

Francisco Aular

Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote. Marcos 5:34

Entre las interrogantes que nos preocupan como seres humanos, se encuentran estas: ¿Por qué debo sufrir tanto? ¿Por qué el sufrimiento parece ensañarse conmigo? ¿Por qué a mí, Señor?  Estas son algunas de las preguntas que con frecuencia escuchamos de nuestros familiares y amigos que están pasando por un momento difícil. He aprendido que lo mejor es darle un propósito al sufrimiento y no desperdiciarlo con quejas y lamentos, entonces, la pregunta sería –eso, si queremos que el SEÑOR dialogue con nosotros-: ¿Para qué me permites pasar por esta tribulación SEÑOR? Las primeras preguntas te conducen a tener lástima de ti mismo, la segunda te llenará de optimismo, de fe, esperanza y amor. Sin embargo, cualquiera sea tu enfoque del sufrimiento, cabe preguntarse: ¿Nos veremos algún día nosotros haciendo estas mismas preguntas? Nadie lo desea. Pero me adelanto en decirle que el dolor es parte de nuestro diario vivir. En el transcurso de nuestras vidas nos enfrentamos a enfermedades, problemas, ingratitudes, fracasos y lágrimas, y con mucha frecuencia el ser humano llega al punto en que siente que ya no tiene fuerzas para seguir resistiendo.
La mujer de nuestro relato, en doce años de sufrimientos, ¿cuántas veces se habrá hecho estas preguntas? El sufrimiento de ella no era solamente físico, sino también social, psicológico y espiritual. Ceremonialmente, la persona considerada inmunda era excluida de la adoración pública. En otras palabras, ella era una marginada social, y lo más seguro es que había agotado todos sus recursos para no padecer aquella penosa enfermedad, sin embargo, un rayo de esperanza atravesó  los nubarrones de su sufrimiento y encendió su fe, y así se abrió paso para un encuentro sanador con JESÚS. ¡Cuán grato debió sonar la voz del Señor en sus oídos!, cuando le escuchó decir: “Hija”.
El sufrimiento, por muy grande que sea en nosotros los cristianos nacidos de nuevo, no debe hacernos olvidar que somos hijos de Dios. Es más, el dolor puede hacer que nosotros nos elevemos a un plano superior en nuestra relación con nuestro Padre. El sufrimiento puede ser un crisol que nos purifique de la escoria, que nos libra de todo aquello que daña nuestro carácter, pone templanza en nuestra vida, nos ayuda a eliminar nuestro orgullo, también nuestro egocentrismo, que lo quiere todo para sí mismo sin pensar en otros, y a no dejar que se reciban favores de nadie. Y, por encima de todo, el sufrimiento nos enseña a confiar en Dios. Porque Dios no se pone a la vera del camino para vernos desde lejos, sino que se une a nosotros para andar a nuestro lado. ¡Bendita sea su compañía entre nosotros!

Oración:
SEÑOR, alabo y bendigo tu Nombre porque a pesar del sufrimiento, cada día más me acerco a ti en adoración, y confío en tus promesas. Te ruego me ayudes a ser consciente del sufrimiento de los demás, y a ser alguien que lleve palabras de consuelo a los que sufren. En el nombre de JESÚS. Amén.

Perla de hoy:
El sufrimiento, por muy grande que sea en nosotros los cristianos nacidos de nuevo, no debe hacernos olvidar que somos hijos de Dios.

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?

miércoles, 22 de febrero de 2012

¡Ahora o nunca!

          
Francisco Aular 

No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no importa si son judíos o no lo son. Romanos 1:16 (Traducción de la Biblia lenguaje actual)

Es innegable que vivimos el período más revolucionario de nuestra historia contemporánea, sin embargo, me temo que muchos de esos cambios son empujados por fuerzas externas y no internas; por ejemplo, podrán eliminar la venta de licores pero no la naturaleza del borracho; podrán vigilar de cerca a los que manejan las riquezas de las naciones, pero la naturaleza corrupta estará allí en espera de su oportunidad para actuar; podrán bañar al cerdo y perfumarlo, pero tan pronto vea un charco se hundirá en él. La historia ha demostrado el fracaso de las imposiciones sobre los seres humanos, sean estas religiosas, filosóficas, morales o políticas. JESÚS, hablando con un hombre profundamente religioso y sin duda, de un carácter moral intachable, Nicodemo, le dijo: “Te es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:3). JESÚS propone el cambio más revolucionario que se haya oído en Él, la revolución que necesitamos viene del interior del ser humano y va hacia afuera. Por eso, JESÚS no usó la fuerza, ni la usará jamás para cambiar al hombre, sino que usa el amor. En eso de usar la fuerza con un poderoso ejército, Napoleón dijo: “Alejandro, César, Carlomagno, y yo fundamos imperios, pero, ¿sobre qué asentamos las creaciones de nuestros genios? Sobre la fuerza. Sólo Jesucristo fundó su reino sobre el amor…”.
Lo que necesitamos urgente en esta hora aciaga para la humanidad es la Persona revolucionaria de JESÚS y su Mensaje. Porque los que hemos conocido a JESÚS como Señor y Salvador somos testimonios vivientes de lo que la Palabra de Dios puede hacer con nosotros y en nosotros. No podemos contentarnos con los distintos “ismos” que el mundo ofrece, nosotros sabemos que la solución no es humana sino divina. No podemos quedarnos callados, ni estancarnos en los asuntos de la proclamación de las buenas noticias de salvación y el cambio que hace JESÚS en el corazón humano. No debe darnos vergüenza anunciar esta noticia, pase lo que pase. Es urgente pasar el Mensaje; nuestra vida aquí en la tierra es temporal; vamos de paso, si no soy yo, ¿quién?, sino es ahora, ¿cuándo?; sino es el lugar en donde estamos, ¿dónde? ¡Es ahora o nunca!
Estoy convencido de que los brazos de JESÚS son poderosos para sostenernos; sus palabras no pasarán jamás; los milagros que realizó y su ejemplo se mantienen en alto a través de los siglos; maneja un ejército de hombres y mujeres que lo aman y mueren por Él anunciando su Mensaje de fe, esperanza y amor. ¡Gracias al Padre yo soy uno de ellos!
El cambio de vida de adentro hacia fuera, que experimenta el cristiano nacido de nuevo, alcanza con su influencia bienhechora a todos nuestros círculos de influencia. ¡He probado el Evangelio por más de cuarenta años de vida cristiana y funciona! Las palabras de JESÚS nos sostienen como han sostenido a millones de discípulos del SEÑOR a través de los siglos. ¡Nadie vivió como Él vivió! ¡Nadie murió como Él murió! ¡Nadie resucitó como Él resucitó!, sin embargo, podemos decir también, que nadie habló como Él, y aún nos sigue hablando: “El hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”; “yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia”; “yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”; “mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da, yo os la doy”; “no se turbe vuestro corazón ni tenga miedo”; “en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”; “he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”; “yo nunca os dejaré ni os desampararé”. Estas palabras de JESÚS tenemos que anunciarlas porque, ¡es ahora o nunca!

Oración:
Padre eterno:
Te alabo mi Dios y Señor, gracias por darnos una revelación tan grande y definitiva en tu Hijo. Han pasado los siglos y los hombres, llegaron, reinaron y se fueron…, ya nadie se acuerda de ellos pero tu Palabra sigue viva y eficaz. Ayúdame a anunciar las buenas nuevas sin temor y sin avergonzarme de ello. En el nombre de JESÚS, amén.

Perla de hoy:
La urgencia del mensaje del evangelio nos dice que el reloj de los tiempos está llegando a su final: ¡Es ahora o nunca!

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


martes, 21 de febrero de 2012

El carnaval del mundo

Francisco Aular

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Gálatas 5:16

­El carnaval es una de las grandes fiestas del año en algunos países. El catolicismo con su influencia especialmente desde el siglo cuarto de nuestra era, pudo, por decirlo de alguna forma, “cristianizar” algunas celebraciones paganas, pero el carnaval que se celebraba desde hacía más de tres milenios, siguió siendo pagano, lo más que pudo hacer la Iglesia Católica fue inventar el Miércoles de Cenizas en que el pecador que había participado en la “fiesta de la carne” -que eso es lo que significa carnaval-, encontrara algún alivio indulgente ese miércoles, y a partir de allí, comenzaba la cuaresma con su enseñanzas sobre el ayuno, las oraciones y la abstención de comer carne, especialmente durante la Semana Santa.
El Nuevo Testamento, nuestra regla de fe y práctica, ante tales celebraciones nos advierte: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”. Ya explicamos en otro escrito que frente a las diversas prácticas de estas fiestas de trasfondo pagano, -y vale decir que el cristianismo surgió en medio de un mundo pagano y continuamos en un mundo igual-, caben las siguientes interrogaciones: ¿Puede un cristiano nacido de nuevo participar del carnaval? ¿Cómo decidir cuáles celebraciones practicar y cuáles no?
En primer lugar, averiguar si tal fiesta va en contra de los principios bíblicos, que nosotros hemos escogido como nuestra única norma de fe y práctica. Segundo, si esa celebración según la Biblia es neutral, es decir, no puede considerarse buena o mala. Tercero, aunque dicha celebración no aparezca en la Biblia, no contradice sus principios y valores por lo tanto, podemos celebrarla.
La Biblia misma sitúa el carnaval y fiestas semejantes a ésa en la categoría de fiesta de la carne y no del Espíritu de Dios. La orden de Dios frente al carnaval es “andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne”.
El carnaval es un disfraz del ser humano en su intento por escapar de su hambre espiritual, así que, no encontrará satisfacción para su espíritu y su alma, sino para su naturaleza enemistada contra Dios. Es la fiesta del cuerpo con sus deseos y obras antagónicas a la verdadera fe. Es un escapismo a la soledad del ser humano, muerto para Dios pero vivo para la carne. Es un vano intento por llenar su vacío espiritual, y como lo afirmara San Agustín, quien antes de convertirse al cristianismo había vivido una vida de muchos carnavales: "¡Oh Dios, Tú nos hiciste para Ti, y nuestro corazón queda insatisfecho hasta no descansar en Ti!". Más recientemente, el gran físico y filósofo Blas Pascal afirmó: “En el corazón del ser humano existe un vacío con la figura de Dios, que no puede ser llenado con ninguna cosa creada sino con Dios mismo, el Creador revelado en JESÚS”.
Frente al escapismo del carnaval, y la realidad de la sed espiritual del alma, que solo la puede satisfacer Aquel que le dijo a la mujer de Samaria: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed —respondió Jesús—, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna” (Juan 4:13,14. NVI). El cristiano nacido de nuevo no tiene por qué regresar a las aguas muertas del carnaval del mundo, ni entrar en los pantanos movedizos de los cuales salió, su única razón de ser y hacer en este mundo es servir a JESÚS, su SEÑOR Y SALVADOR, el agua de la vida. Que el SEÑOR nos ayude y que frente a las tentaciones del carnaval de este mundo, podamos decir como el poeta mexicano Amado Nervo:
Bendita es el alma
que aviva tus pasos
no hay agua que pueda
saciar tu ansiedad
por mucho que bebas
el alma es un vaso
que solo se llena
con eternidad.

Oración:
Amado Padre:
Mi única razón de ser y hacer en este mundo es servir a JESÚS, mi SEÑOR Y SALVADOR, el agua de vida. Ayúdame a centrarme en ti y en tu obra. En el nombre de Jesús. Amén.
Perla de hoy:
Usted no puede impedir que el carnaval del mundo pase por su calle, pero si puede impedir que se detenga en su casa.
Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


lunes, 20 de febrero de 2012

El carnaval (2)

Francisco Aular
       
Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Isaías 55:6 (NVI)

¿A que no sabe quien nació, según la mitología griega, de la relación entre la noche y el sueño? Pues una pesadilla llamada rey Momo. Era tan burlón de todas las otras deidades mitológicas que lo echaron del Olimpo. Él es el dios del carnaval. El dios de la burla, del sarcasmo. Otra pregunta: ¿A que no sabe quién fue el primero que se disfrazó? Exactamente, el rey Momo. Se representa vestido de arlequín, escondido tras una máscara, y con una vara en sus manos que termina en forma de cabeza de muñeco, símbolo de la locura. En el transcurso de los siglos, desde hace por lo menos unos 5000 años, y en diversas formas, Momo o el rey de la burla, se ha burlado de sus seguidores, los cuales se exponen a las locuras y ridiculeces más grandes que se pueda imaginar, al ofrecerles en su fiesta de carnaval, la oportunidad para que la carne o vieja naturaleza del ser humano busque toda suerte de diversión, al halagar y empujar hacia los apetitos insaciables de la naturaleza pecaminosa, a los adeptos del carnaval.
¿Qué nos dice la Biblia frente a una celebración como ésta? ¿Qué le dice la Biblia a los que tan fácilmente han caído y caen en las fiestas de carnaval? En realidad, muchos son las citas contra una práctica tan pagana como lo es el carnaval, olvídese, no existe “carnaval cristiano”, es imposible: “No formen yunta con los incrédulos. ¿Qué tienen en común la justicia y la maldad? ¿O qué comunión puede tener la luz con la oscuridad? ¿Qué armonía tiene Cristo con el diablo? ¿Qué tiene en común un creyente con un incrédulo?” (2 Corintios 6:14,15 NVI).
La respuesta del ser humano que quiere alejarse de esta práctica que tarde o temprano lo alejará definitivamente de Dios, es renunciar al dios Momo y buscar a Dios verdaderamente, pues, aquí esta el consejo: “Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano” (Isaías 55:6. NVI) Volverse al Dios revelado en la Biblia, implica alejarse lo más posible del dios de la burla que no es otro que el mismísimo Satanás, el engañador, el que se viste hasta como “ángel de luz” para atrapar al ser humano alejado de Dios. Volverse implica detenernos, y dar media vuelta a la vida que hemos estado viviendo para decidir emprender el camino de retorno a Dios, del cual hemos nacido alejados por la caída de la humanidad en el Edén.
¿Qué implica volvernos a Dios? Es tener la experiencia de aceptar el regalo de la salvación que nos ofrece JESÚS, Él vino del cielo a la tierra con una sola misión: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).

Oración:
Padre eterno. ¡Gracias por buscarme y no cansarte de extender tu misericordia hacia mí! Me sacaste hace muchos años de estas celebraciones que me alejaban de ti, pero con tus lazos de amor santo me trajiste a tu verdad. Gracias. En el nombre de JESÚS, amén.

Perla de hoy:
Sigue la Palabra de Dios cuyo rostro es verdadero y  no tiene máscara.

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?








jueves, 16 de febrero de 2012

Amor sin límites (2)

Francisco Aular

El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo. 1 Corintios 13:7 (La Biblia traducción actual)

“¡Pastor, es imposible que Dios mande a que amemos a nuestros enemigos; y si esto es así, el cristianismo no es para mí!”, exclamó la nueva creyente en la puerta del templo, como respuesta a una predicación que yo terminaba de exponer. La verdad es que uno se sorprende con las distintas respuestas que los seres humanos damos a la Palabra de Dios, sin embargo, Dios no nos ha dado autoridad para rebajar su propuesta, porque Él está hablando de un amor sobrenatural: Su amor. Un amor sin límites. En efecto, el amor de Dios es sacrificial. La prueba de su amor es el Regalo de su Hijo y su Salvación. Es un amor que ningún ser humano puede ganar por sus esfuerzos, en cambio, JESÚS se dio por nosotros los pecadores porque nos amó: “Nosotros le amamos a Él porque Él, nos amó primero” (Juan 4:19. RV60). “Y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados” (Apocalipsis 1:5. NVI).
Nuestro versículo de hoy, nos dice:“El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo”, claramente, y sin dejar dudas, Dios nos ordena a los cristianos nacidos de nuevo, que mostremos su amor sin límites frente a cualquier situación que se nos presente, pero Dios sabe que un amor así es imposible que un ser humano lo exprese por su propia fuerza, por lo cual hizo algo más, al momento de nuestra conversión, Él derramó su amor en nosotros por el poder de su Espíritu Santo: “…porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:5. NVI).
Dios no es injusto para pedirnos algo que no podamos hacer, por eso, nos da para que nosotros demos. Si nosotros somos incapaces de mostrar el amor de Dios es porque no lo tenemos, y si no tenemos ese amor en nosotros es porque no somos hijos de Dios, y se hace necesario que nazcamos de nuevo:Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:7,8. NVI). ¡Todo lo podemos hacer cuando el amor de Dios vive en nosotros, porque es un amor sin límites!

Oración:
Señor JESÚS, gracias por amarme, vengo ahora delante de Ti sabiendo que soy un(a) pecador(a) y que Tú moriste por mí. Ahora mismo me arrepiento de todos mis pecados y recibo con todo gozo el regalo de tu salvación, y te confieso como mi Señor y Salvador. ¡Gracias JESÚS por esta salvación y ayúdame a serte fiel! Amén.

Perla de hoy:
¡Todo lo podemos hacer cuando el amor de Dios vive en nosotros, porque es un amor sin límites!

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?


miércoles, 15 de febrero de 2012

Amor sin límites (1)

Francisco Aular

Sólo el amor vive para siempre. Llegará el día en que ya nadie hable de parte de Dios, ni se hable en idiomas extraños, ni sea necesario conocer los planes secretos de Dios. 1 Corintios 13:8 (La Biblia en lenguaje actual)
“Sólo el amor vive para siempre”, ciertamente, el amor de Dios obrando en la mente, las emociones y la voluntad del cristiano, nunca se extinguirá. Salomón nos dice que los seres humanos podemos llegar a poseer este amor incondicional, es decir, amor entre un hombre y una mujer: Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro.  Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, sólo conseguiría el desprecio” (Cantar de los cantares 8:6,7. NVI). ¡Uno se queda sin aliento ante un poema así!
También la Biblia nos habla de esta clase de amor a nivel de la amistad, de la familia, y lo más insólito, entre, ¡una nuera y una suegra!  Un ejemplo de esta clase de amor, lo vemos en la historia conmovedora de Noemí y su nuera Rut, ambas quedaron viudas en Moab, el país de la hermosa Rut. Muerto el hijo de Noemí – el esposo de Rut-, ya nada las une, excepto el amor de Rut por su suegra. Precisamente, vemos que las dos mujeres mantenían sus lazos relacionales, y por allí, corrió el amor incondicional entre ellas. El amor sin límites. El amor de Dios obrando en el corazón de los seres humanos.  Noemí está amargada., y con esa actitud quiere regresar a su tierra.
Suegra y nuera llegan al vértice de una gran decisión: separarse, pero el amor incondicional de Rut la moabita, por su suegra la judía, pudo más: “Pero Rut respondió: — ¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte!” (Rut 1:16,17). Como toda decisión que hacemos bajo la voluntad de Dios, Rut, al tomar su decisión, también decidió su futuro. De esta manera, Rut dio su espalda a su pueblo pagano y a su idolatría, y escogió irse al pueblo que adoraba al verdadero Dios, y debido a esta decisión, aquella moabita gentil se convirtió en la abuela del rey David, y por esa línea, de su descendiente más brillante aún: ¡JESÚS!
Al principio de mi ministerio usaba mucho esta historia en las bodas que realizaba, para decirles a los contrayentes que inicié mi noviazgo con Mary, usando estos versículos para declararle mi amor. La promesa de Rut a su suegra Noemí es un voto del amor que debe unir a una pareja también. A una de esas bodas asistió un querido profesor mío, quien llamándome aparte, me dijo: “Francisco, te sugiero no utilizar esos versículos en las bodas”, él pensaba que yo estaba forzando la “hermenéutica”, es decir, la ciencia de la recta interpretación de la Palabra. “¡Muchas gracias profesor!, le respondí, “pero, me temo que no le voy a hacer caso, porque el amor de Rut es un amor sin límites, como el amor de Dios hacia nosotros, porque ese tipo de amor es para siempre, como también lo enseña el apóstol Pablo en primera a los Corintios para que la iglesia lo viva…”.
Mi admiración por Rut y la historia narrada en los cuatro capítulos del libro me cautivan, al ver la mano de Dios sobre aquellas dos mujeres y cómo estuvo con ellas, así, también con nosotros. Cada vez que leo este libro, no termino con mis ojos secos, mi corazón vibra de gratitud a Dios. Por otra parte,  ha sido tan vehemente mi admiración por la bella y amigable Rut, que nuestra única hija –tenemos cuatro hijos, de los cuales tres son varones- lleva ese nombre y le hace honor.

Oración:
Amado Padre celestial, gracias por amarnos sin límites, al enviar a tu hijo Jesús a morir por nosotros para salvarnos. Es la prueba más grande de amor jamás vista. Que yo pueda mostrar a otros tu amor. En el nombre de Jesús. Amén

Perla de hoy:
Una de las razones para creer en la inmortalidad es que el amor incondicional es para siempre, y alguien tiene que darlo y también recibirlo.

Interacción:
¿Qué me dice Dios hoy por medio de su Palabra?
¿Existe una promesa a la cual pueda aferrarme?
¿Existe una lección por aprender?
¿Existe una bendición para disfrutar?
¿Existe un mandamiento por obedecer?
¿Existe un pecado por evitar?
¿Existe un nuevo pensamiento para llevarlo conmigo?